Las ciencias sociales han intentado comprender los patrones de comportamiento humano y la dinámica de la política. Estos estudios utilizan enfoques cualitativos y empíricos. Sin embargo, el uso de teorías matemáticas y físicas abre nuevas posibilidades para modelar y predecir el comportamiento político.
En la política, los actores y las decisiones interactúan produciendo retroalimentaciones impredecibles. En esa línea, podemos relacionarla con la teoría del caos y algunas ideas que esta propone: las más mínimas variaciones pueden conducir a resultados completamente diferentes. Sin embargo, no todo es impredecible en la política y los “atractores extraños” son patrones recurrentes que ayudarían a comprender los límites de la evolución política de una determinada sociedad.
Aun así, las limitaciones políticas existen y los modelos que se utilizan son matemáticos, como la ecuación logística modificada para examinar el crecimiento del apoyo electoral. Los procesos políticos están regidos por elementos cualitativos, como las emociones y las ideologías, que no permiten la construcción de modelos precisos. Además, el concepto de estructuras disipativas sugiere que del caos puede surgir la necesidad de nuevos órdenes, lo que explica cómo las crisis políticas pueden llevar a sistemas más estables.
Incluso en medio de la incertidumbre, los avances en inteligencia artificial, procesamiento del lenguaje y algoritmos sofisticados, pronto mejorarán la capacidad predictiva de crisis y cambios políticos. La importancia recae en las herramientas y en los investigadores que pueden ayudar a desentrañar el caos político y dar nuevas posibilidades para empezar a predecir mejor la política.