

En tabletas, en polvo, en bebidas o acompañado de alguna fruta local. Los diferentes productos que elabora María Burgos a partir del cacao son difíciles de contar pero vale la pena probar cada uno de ellos.
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Como parte de la campaña Peruanos que Suman de El Comercio y el BCP llegamos al distrito de Río Negro, en la provincia de Satipo, para conocer a la emprendedora detrás de Burgos Chocolates, una marca local que ha venido creciendo rápidamente y se ha propuesto contribuir en el reconocimiento del cacao satipeño como el mejor del mundo.
Hasta hace solo diez años, doña María se dedicaba a su negocio de zapatería y cada vez que podía disfrutaba de una deliciosa barra de chocolate. “En esa época yo compraba las marcas comerciales, aunque me decían que era malo, pero imagínate que viviendo acá no sabía sobre el verdadero chocolate”, confiesa.
Desde su negocio, sin embargo, la curiosa emprendedora comenzó a notar algo: cada semana cientos de extranjeros llegaban a Satipo para llevarse sacos de cacao. “Ahí me comencé a preguntar por qué se lo llevaban, qué era lo que tenía. Cuando lo descubrí sentí que fue un cambio total en mi vida”, recuerda sonriendo.

De repente, María comenzó a investigar todo lo que podía sobre este valioso grano. Un amigo ingeniero le contó que en el cercano distrito de Mazamari podría capacitarse y emocionada fue de inmediato. Al poco tiempo, doña María decidió cerrar la zapatería y se entregó a ser chocolatera a tiempo completo.
Así nació Burgos Chocolates, un pintoresco local ubicado al borde de la carretera que conduce a Satipo y que día a día se va convirtiendo en un referente de los productos locales.
El camino, sin embargo, no fue fácil. “Yo desde el principio, cuando ya vi que tenía un producto de calidad, me apunté a todas las ferias que pude. Los primeros meses la gente no nos compraba, decían que las marcas comerciales estabas más baratas. En las primeras ferias no ganábamos nada de dinero, pero ahora sí. Ya no tenemos que explicarle a la gente porque ellos mismos buscan un cacao más puro”, asegura.
A la fecha, María, su esposo y Merly, una de sus tres hijos, están involucrados en el negocio familiar.
Pero la satisfacción de María va más allá del éxito comercial que pueda tener Burgos Chocolate, esta emprendedora satipeña se siente sobre todo una embajadora del cacao local.

“En el 2022 el cacao de acá, de Vizcatán del Ene, recibió el Cacao de Oro en París. Y en el 2023 premiaron a otro de Pangoa. Es un orgullo, yo estoy segura de que tenemos el mejor cacao del mundo y quiero que cada persona que pase por aquí lo compruebe. Esa es la misión de nosotros, los emprendedores. Lo único que faltaría ahora es seguir capacitándonos, sobre todo en el fermento, porque así tendremos un producto de mayor calidad”, asegura María.
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