
“Perú es el número 2, creo que el segundo de todos los países en los que he estado. Indonesia es el número 1″. Somos segundos en el ránking de Darren Watkins alias ‘IShow Speed’ o ‘Speed’ a secas. No es un ránking de grado de inversión ni de atractivo turístico, sino el “top ten fucking craziest countries” para alguien que a sus 20 años recién cumplidos está en las nubes, o mejor dicho, está en la nube con 35 millones de seguidores.
Fue la emoción de la semana: Speed comprobó in situ que somos locos e intensos ¿Cómo no va a caer bien alguien que celebra nuestra intensidad cuando el rollo nacional es que somos inseguros, desafectos, desinstucionalizados y desaprobamos todo? El antropólogo Alex Huerta me dijo, a propósito de la visita de Speed, que el martes hubo un carnaval para una juventud que está reprimida por dos vigilancias morales, la del Perú conservador y la del Perú ‘woke’. Y sus fans descubrieron, mientras corrían tras él, que el centro histórico de Lima es un estupendo espacio público, agregó Alex.
“Speed no sabía si el bodoque harinoso era animal, vegetal o cosa, pero igual lo masticó, el chiclayano enloqueció y ambos se gritaron eufóricos cara a cara en el lenguaje gutural de la nueva tribu universal”.
A propósito del uso de los espacios públicos, hay que subrayar que Speed tuvo la complicidad de la municipalidad. Nuestras instituciones saben rendirse ante la fama, abrir las rejas por un día, y permitir la exportación caótica de nuestra intensidad. Rafael López Aliaga fue más lejos, lo declaró alcalde por dos horas y le permitió un balconazo que excitó a Speed: se paró en la baranda, hizo un gesto de lanzarse al vacío, pero en su lugar hizo una voltereta hacia atrás.
Por un king kong
Speed es rápido, gestual, acrobático y tan temerario, que saltó más de una vez sobre su Lamborguini que venía contra él a toda velocidad o merodeaba lugares peligrosos. Sus juegos y apuestas extremas son parte de su fama, pero más importante que ese efectismo es que en el lugar del discurso, ponga la reacción empática corporal. Por eso tiene tantos seguidores globales más allá de sus idiomas. Un grito de estupor festivo en la cara de otro que grita igual, es un intenso y divertido diálogo de estos tiempos y de esta generación. El mejor clip que he visto de su paso por aquí es el del joven chiclayano que le dio un bloque de King Kong. Speed no sabía si el bodoque harinoso era animal, vegetal o cosa, pero igual lo masticó, el chiclayano enloqueció y ambos se gritaron eufóricos cara a cara en el lenguaje gutural de la nueva tribu universal. Pero hay un rasgo nacional en todo esto, que no solo tiene que ver con el king kong sino con nuestro complejo de peruanos inseguros que necesitamos que el visitante pruebe un bocado de nuestra identidad y le dé un like. Ese complejo o sueño colectivo, si prefieren llamarlo así, fue sostenido por Speed; y el sueño personal del chiclayano fue cumplido. José, el peluquero que dejó su barbería para viajar a Lima -he seguido la historia en su cuenta de TikTok @la_locuuura- se le cumplió el sueño de que su estrella diera un mordisco a un símbolo de su tierra.
Darren llegó al estrellato desde el juego, empinándose en las comunidades de ‘gamers’. De allí empezó a hacer contenidos propios, ligados al fútbol y a la música y a sus retos extremos. Ser pelotero devoto de Ronaldo en Estados Unidos, donde el fútbol no es el deporte de bandera, fue clave para su éxito internacional. Cuando empezó a viajar, gracias a las ganancias que amasó en su canal de Youtube, la interacción con platos y costumbres de sus destinos, fue otra clave. Y Perú le fue clave y lo repito porque ‘Perú es clave’ es un lema nacional juvenil desde que lo pronunció Milei. La complicidad metropolitana, repito, también fue clave. Fue allí que dio el balconazo y fue ella que le abrió las puertas del Teatro Municipal y gestionó con el IPD para que le abriera las del Estadio Nacional. Si Speed endosa votos escapa a su alcance; pero Porky hizo una buena faena viral territorial (el stream llegó a bordear el medio millón de espectadores simultáneos).
La MML no trajo a Speed pero lo promovió, lo apoyó y lo aprovechó. Con Andy Merino, el ‘streamer’ local conocido como Zein, coordinó mucho de lo que pasó; pero cundió la improvisación. El centro del espectáculo y del estrellato sigue siendo el mero streamer y su celular pero sobre esa unidad de hombre y aparatito, se montó un aparato enorme que despertó apetitos. La MML promocionó días antes la visita en el Parque de las Aguas. Pero no fue por ello que sus seguidores se alertaron sino por el propio stream, que provocó hordas corriendo por el Cercado y La Victoria. Si el stream de la estrella tuvo cientos de miles de espectadores, los tantísimos chicos que corrían haciendo sus propios streams, rebotaban todo. Se armó una nube intensa, geolocalizada en Lima, Perú; con la imagen recurrente de Speed zampándose todo lo que le daban a probar. No ganamos por atarante, sino por atragante.