Una de las reformas políticas que nos debemos es ‘constitucionalizar’ filtros para que los sentenciados en primera instancia por delitos graves no puedan postular incluso después de haber cumplido su condena. Ya existe una norma de impedimentos para sentenciados por cualquier delito doloso, la Ley 31043, que reformó el Art. 34 A de la Constitución; pero si el JNE se pone laxo podría interpretar que la prohibición solo alcanza a quienes están cumpliendo su condena, no a quienes ya la cumplieron. El TC lo ve así. Ahora lo explico.
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Existe un impedimento similar al reformado Art. 34 A de la Constitución en el Art. 107 de la LOE (Ley Orgánica de Elecciones). Un recurso constitucional contra este dio origen a una sentencia del TC que lo acotó de esta manera: la prohibición no puede ser perenne y pueden postular los que hayan sido rehabilitados, es decir los que hayan cumplido con lo que ordenó la justicia y eso incluye pagar la reparación. Podría argüirse si es indispensable o no obtener una resolución judicial que confirme la rehabilitación, pero es ineludible pagar lo ordenado en la sentencia. Constitucionalistas de distinto color coincidieron en esto cuando se discutió la posible postulación de Alberto Fujimori. O sea, la imprecisión del Art. 34 A reformado, y la sentencia del TC respecto del impedimento de la LOE dejan abierta la posibilidad de postular a quienes cumplieron su condena y están oficialmente rehabilitados.
“El dictamen apuntaba directo al plexo de Antauro Humala. Pero la bala no se disparó. Tampoco hubiera sido mortal si se disparaba. En realidad, ya lleva otra bala dentro de sí”.
El congreso actual, bajo el mando de Fuerza Popular en la Comisión de Constitución, tuvo en el 2023 un dictamen que incluía varios delitos, desde terrorismo a corrupción de funcionarios y lavado de activos. No tuvo éxito en el pleno y se devolvió a comisión. Hubo un nuevo dictamen que se votó el viernes pasado, horas antes del cierre de la legislatura. Ya no incluía los delitos de corrupción y lavado, quedaron solo los de narcotráfico, terrorismo, atentados contra la seguridad nacional y delitos contra los poderes del Estado. El dictamen apuntaba directo al plexo de Antauro Humala, quien fue liberado el 2022, tras cumplir su condena, entre otros delitos, por el de rebelión. Pero la bala no se disparó. Tampoco hubiera sido mortal si se disparaba. En realidad, ya lleva otra bala dentro de sí. Ahora se los explico.
Con nombre propio
En primer lugar, una acotación. Antauro Humala no puede postular a la presidencia en el 2026 porque ANTAURO (Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros), el partido del cual es líder fundador ha sido proscrito por orden judicial. Tampoco puede ser candidato presidencial de otro partido pues no está inscrito en ninguno de ellos y ya se vencieron los plazos de afiliación. Lo que podría es ser invitado por otro partido a encabezar la lista por Lima con un arrastre de votos que, por lo menos, le permita saltar la valla a un combo de militantes de su grupo y del partido anfitrión Juntos Por el Perú, liderado por el actual congresista Roberto Sánchez, con quien ya ha establecido una pública alianza.
Lo de postular con Sánchez no es una mera conjetura. Me lo confirmó el propio Antauro Humala en una conversación que tuve con él hace unas semanas y cuyo contenido me autorizó citar. “Es mi plan B” me dijo sobre una candidatura al senado, sobreentendiendo que su plan A es confiar en sus recursos judiciales contra la sentencia que saca de carrera a su partido. Pero ese Plan A se avizora no solo difícil sino que podría resolverse luego de cerrado el plazo de inscripción de planchas. Volvemos al Plan B. “Le voy a decir a Roberto Sánchez para cambiar el nombre del partido a Antauro” me dice con una sonrisa, que no estoy seguro si va en serio o en broma. En resumen preliminar: Keiko o cualquiera que pase a la segunda vuelta, si busca a Antauro solo podría encontrarlo como motor de otro, del partido de Sánchez o de otro aliado que le salga al paso, pues esa alianza no está oleada y sacramentada, ¿acaso hay pactos benditos en el Perú?
Les había dicho que la bala del dictamen del viernes 13 no se disparó y que Antauro ya lleva una bala adentro que puede ser fatal para su postulación de arrastre ¿Cuál es esta última? Pues la misma que se apuntó contra Alberto Fujimori: que no se le puede considerar rehabilitado mientras tenga pendiente un pago de reparación y no sea oficial su rehabilitación. Hasta donde tenemos noticia, por declaraciones de los familiares de los policías fallecidos en el ‘Andahuaylazo’, Humala no ha pagado el íntegro del S/.1,120,000 que le impuso la sentencia. Aunque en más de una ocasión se ha mostrado reticente al respecto y ha llegado a decir que no pagará porque no se considera culpable de las muertes, el calor de la campaña podría provocar que sus aliados hagan una ‘chancha’ y pague lo que debe ¿Pero tendría tiempo de hacerlo y que esto se formalice y se le considere rehabilitado a ojos de un JNE que tendrá mucha presión para ser exigente con él? El plazo se vence en abril del 2025; por eso la campaña es una carrera contra el tiempo.
En realidad, Antauro tiene un ‘Plan C’. Aunque no lo llamó así cuando conversé con él; dejó muy en claro que pensaba estar presente en la campaña aunque enfrente cualquier restricción para postular a lo que sea. Es decir, sino candidatea al Congreso, haría campaña declarativa para endosar sus votos a la lista que, si honra la alianza ya hecha pública, sería la de Juntos Por el Perú, que ya cuenta con simpatizantes suyos afiliados. Entonces, si es realista pensar que Antauro, aunque la ley se lo impidiera, estará a su manera en la contienda.
“El antifujimorismo de derecha difunde la narrativa de Keiko buscando a Antauro, pues cree tener recetas para vencerlo o porque en lugar de Keiko proyecta a sus candidatos ideales”.
¿Por qué dije que la bala no hubiera sido fatal si se disparaba el viernes pasado? Porque si se aprobaba el dictamen de los impedimentos pensando en Antauro Humala y el JNE lo tachaba por esa razón, su defensa podía rechazar que se aplique retroactivamente. La reforma sería aplicable sólo para lo ocurrido a partir de que entre en vigencia, no para el caso de Antauro. Si le JNE lo excluye será por la normativa vigente que cité más arriba, el reformado Art 34 A de Constitución y el Art. 107 de la LOE.
Precisiones jurídicas aparte, la narrativa política es poderosa. El ‘antiantaurismo’ nació oficialmente luego del ‘Andahuaylazo’ del año nuevo del 2005, que cobró la vida de 6 personas (4 policías y 2 reservistas) y llevó a Antauro a prisión acusado de varios delitos, entre ellos, el de rebelión, uno de los filtros en el dictamen que no obtuvo votos suficientes. Ollanta Humala, al ser presidente y desentenderse de la suerte de su hermano, diversificó el ‘antiantaurismo’ en todo el espectro. La izquierda progresista, salvo Sánchez, ve con desconfianza a Antauro; pero hay otros pre candidatos investigados por esos delitos, como, por ejemplo, Guillermo Bermejo y Guido Bellido, entre muchos otros fichados en los nuevos partidos de ese lado del espectro. Son razones suficientes para que muchos votos de la izquierda, desde Perú Libre a la Bancada Socialista, esquivaron la reforma; y un partido de derecha, Renovación Popular (RP), se entusiasmó con ella.
Según mis fuentes, RP, a través de su vocero Alejandro Muñante, se lanzó, sin coordinar con otros partidos, a exigir a la mesa que se vote la reforma el día viernes. Fernando Rospigliosi, el presidente de la Comisión de Constitución, tenía licencia médica el viernes en la tarde y el fujimorismo estuvo desinteresado y descoordinado respecto del tema. Fuerza Popular no quiere hablar del asunto públicamente, pero hablé con un dirigente que me dio su versión de porque el ausentismo de la bancada (solo votaron 7 de 21 que son, todos a favor). Esto es lo que me contó: “Todo fue muy rápido, no hubo una consigna para que todos se fueran, por eso se quedaron algunos [los 7 que votaron a favor], pero hubo una alerta y una reflexión”.
¿Cuál fue la alerta y la reflexión? “Renovación Popular fue irresponsable a lanzarse a una votación sin contar con los 87 votos suficientes, sobretodo porque había el riesgo de obtener más de 66 y forzar un referéndum”. Según mi fuente el referéndum habría servido para que Antauro no solo se victimice, sino que se ‘martirice’. Es difícil proyectar escenarios con variables que se contradicen: por un lado Antauro pidiendo no votar por una ley con su nombre propio, por otro lado la ciudadanía simpatizando con la idea de poner filtros contra políticos que, en general, detesta. Por lo demás, es probable que el referéndum, que tiene un costo alto, no hubiera estado listo antes del abril cuando se cierra el plazo para hacer cambios aplicables a las elecciones del 2026. Sus resultados solo serían aplicables para elecciones posteriores.
Tras conversar con más fuentes, sí confirmé que FP, APP y otras bancadas más dialogantes están molestas con el estilo de RP de lanzarse a la piscina sin coordinar, para apropiarse de banderas. Más allá de lo que me dijo el dirigente fujimorista, creo que el ausentismo y el silencio naranja respecto de los filtros, esconde un trauma judicializado. Con un líder fundador que pasó años preso y murió luego de un debate sobre la factibilidad de su postulación, y con una lideresa vigente que pasó temporadas en prisión preventiva y afronta un juicio farragoso; el asunto de los impedimentos no es atractivo como lo puede ser para otras bancadas con novatos impetuosos.
En cualquier caso, el ausentismo ha provocado conjeturas prematuras y teorías conspirativas sobre el 2026. Esta es la favorita: que el fujimorismo solo podría vencer a alguien tan o más demonizado que ellos, y ese es Antauro y por eso lo quieren de contrincante. En verdad, más que el fujimorismo, que ni siquiera tiene la certeza de que Keiko será su candidata y no encuentra en sus filas quien ya asome como un reemplazo (de ahí que han empezado a hablar, con seriedad, de alianzas); es el antifujimorismo el que teje más narrativas sobre una polarizada segunda vuelta. Pero no el antifujimorismo de izquierda, cuya actividad electoral está más silenciosa (o deprimida). Es el antifujimorismo de derecha y centro el que difunde la narrativa de Keiko buscando a Antauro, pues cree tener recetas para vencerlo o porque en el lugar de Keiko proyectan a sus candidatos ideales. Sin embargo, hay mil razones y sin razones, de aquí a cuando arranque oficialmente la campaña, para posicionar a otros en la segunda vuelta.
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