Fernando Vivas

Para los maestros Castillo Terrones y Paredes Navarro, tener o no un grado de magíster en el 2012, no era un sueño largamente perseguido. Significaba un cartón para lucir en la pared de su casa de Chugur y una bonificación que podían sumar a sus sueldos de maestros (pedí información precisa al Minedu sobre el monto o rango de ese bono, pero no me la han proporcionado). La maestría puede ser fundamental para pillar algún trabajo con el Estado que la pida de requisito; pero en esa temporada, que sepamos, el matrimonio chotano no estaba detrás de puestos de ese calibre.

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