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La primera alianza: El general se vota, una crónica de Fernando Vivas sobre el PPC y Roberto Chiabra
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Es la primera alianza anunciada -en comunicado pepecista del sábado 12- y eso merece un destaque. Javier Bedoya Denegri, secretario general del Partido Popular Cristiano y encargado de las negociaciones con Unidad y Paz, liderado por el candidato de la fórmula, Roberto Chiabra, me dijo de su apuesta: “Es lo que se buscaba según las métricas que vimos, mano firme y que se le sienta frontal ante la criminalidad”.
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Quien oiga al general del Ejército en retiro puede asociar su voz arrogante a la idea de ‘mano firme’, aunque sus manos luzcan pecas de viejo. Chiabra ha cumplido 76 años el martes pasado, es actual congresista de APP y fue ministro de Defensa de Toledo. Es un ‘insider’. Cuando lo entrevistas percibes su nostalgia por soluciones del pasado pero con conciencia de la necesidad de aggiornarse y abrazar nuevos consensos en la derecha. Ese es su campo y no se le nota muy interesado por explorar los flancos ideológicos. Sin embargo, sí se adapta a ciertas tendencias. Por ejemplo, no era promotor de la participación militar en la lucha contra el crimen, pero ahora, para qué decir no, si sí. Tiene cierta destreza comunicativa -la pulió como ‘caserito’ en varias temporadas de programas políticos una década atrás- y un tonito que no solo es arrogante, sino cachaciento, con el que sale del paso y marca distancia con sus pares del Congreso. “Ni que se meta en eso, es escabroso”, me dice Bedoya rechazando la remota posibilidad de que postule a presidir la mesa directiva.
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En resumen preliminar, el candidato de la primera alianza está entero físicamente a sus 76 y tiene un modesto lugar en las tempranas y aún limeñizadas encuestas. Es joven al lado de su brazo derecho y secretario general de Unidad y Paz, Gastón Barúa Lecaros (89), ex alcalde de San Isidro; y al lado de su principal promotor en el PPC, Miguel Ángel Mufarech (79). En realidad, esta historia empezó hace un año, con un vómito negro del otrora popular ‘Don Mufa’. Yo se los conté en la crónica “PPC, a la caza de un candidato” de octubre pasado. Sucede que Mufarech fue grabado vociferando una diatriba contra el presidente del partido, Carlos Neuhaus, que se asumió precandidato junto a otros 3, Fernando Cillóniz, Javier González-Olaechea y Óscar Valdez. Esos tres pepecistas de ocasión no despertaron interés en los sondeos y acabaron pateando sus respectivas esquinas del tablero. Neuhaus, realista, se plegó a la mayoría del partido que comulga con el veterano Mufa. “No lo sueltes, no lo sueltes, me dicen Lourdes Flores, Javier Bedoya y el mismo Neuhaus”, gritaba Mufarech en el audio refiriéndose a Chiabra. Y no lo soltó.
“Cuando entrevistas a Chiabra percibes su nostalgia por soluciones del pasado pero con conciencia de la necesidad de aggiornarse y abrazar consensos en la derecha. No se le nota muy interesado por explorar los flancos ideológicos”
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Neuhaus no ha participado en las conversaciones de la alianza, pero una vez consumada, le toca liderar su ejecución y convocar a nuevos aliados. Bedoya Denegri ya cumplió su misión y ahora pasa a ser pre candidato a la primera vicepresidencia en la plancha. Le pregunté a Neuhaus cómo asumía su tránsito personal de precandidato a soporte de Chiabra: “Pisando tierra, siempre he propuesto unirnos. Ahora, en mi caso, participar en la plancha ya sería sumar 150 años, porque tengo 74 [Chiabra 76], es mejor que lo haga alguien más joven como Javier. Yo soy más de organizar, de hacer cosas, de levantar muertos”, me respondió risueño.
El PPC es un veterano de las alianzas. Desde que fundó el Partido Popular Cristiano en 1966, Luis Bedoya Reyes, abuelo de Javier, estableció una suerte de alianza intermitente con Acción Popular. AP lo apoyó en sus dos periodos como alcalde de Lima. En 1980, el PPC hizo alianza de gobierno con AP, en 1985 se lanzó solo y sin suerte, y en el 90’ perdió en la gran alianza del Fredemo que lanzó a Mario Vargas Llosa. Quedó, eso sí, con una importante dotación parlamentaria. La bicameralidad murió con el golpe del 5 de abril del 92 teniendo al pepecista Felipe Osterling presidiendo el senado y a su correligionario Roberto Ramírez del Villar presidiendo la cámara de diputados.
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Vaya uno a saber si con Chiabra saltarán la valla y volverán a ser bicamerales. En el 2021 no la saltaron (un ala del partido, en la que estuvo Bedoya Denegri, se negó a una alianza con APP que les hubiera dado el complemento regional que a ellos les falta a gritos), perdieron la inscripción y estos últimos años han corrido fichas para reinscribirse. En el 2016 habían saltado la valla raspando poque fueron aliados con el APRA, que ganó 5 curules y ellos ninguno. En el 2011 la saltaron con el ‘sancochado’ de PPK. En el 2006 y el 2001 postularon con Lourdes Flores a la cabeza, que hizo buenas performances en primera vuelta aunque no llegó a la segunda. En ambas ocasiones, llevaron aliados.
Se suma pues, una angustia histórica del PPC para encontrar un candidato aliado, a sabiendas de que no tienen uno sólido en sus filas ¿Pero Chiabra realmente lo es? Según mis fuentes, el PPC se ha convencido de que sí al igual que los militantes que formaron Unidad y Paz como vehículo para lanzar al general a la presidencia. Sin embargo, los tres partidos que el dúo logró interesar en la aventura -Libertad Popular liderado por Rafael Belaúnde, Fuerza Moderna liderado por Fiorella Molinelli y Sí Creo por Carlos Espá- no estaban igual de convencidos. Libertad Popular, a través de su secretaria general, Diana Álvarez Calderón, planteó costear una encuesta sobre Chiabra, pero ello no se concretó. Los posibles aliados no se entusiasmaron con una charla que les hizo Manuel Saavedra, directivo de la encuestadora CPI, sobre el perfil que busca la gente y cómo Chiabra pudiera calzar en él. “No vaya a haber confusiones, no nos presentaron una encuesta, fue una exposición con las generalidades que los partidos ya conocemos”, me dijo Molinelli.
Para Molinelli, la razón fundamental por la que se desembarcó de la alianza “es que no vi el desprendimiento de poner el país y los programas por delante. El general Chiabra fue sincero, muy directo, cuando dijo que él quería encabezar la alianza, pero las razones que dio no fueron programáticas sino personales. Habló de su edad y de que, a diferencia de los otros que estábamos allí, él tenía la última oportunidad para postular”. Otra fuente me dijo algo más, que Chiabra llegó a decir “esta sería mi primera y última postulación, no me van a ver como Hernando de Soto agarrando a mi perrito y postulando a los 84 años”. Esas referencias no gustaron a los presentes, respetuosos de De Soto.
Rafael Belaunde ha hecho pública una razón de fondo para desembarcarse: que siente a Chiabra y al PPC más pegados a la derecha, mientras Libertad Popular, su partido, tiene una inclinación más centrista. Espá hizo un mutis más discreto. Lo que Bedoya bautizó como Grupo 5, porque ya le sonaba a orquesta, quedó en dueto en el que, según el comunicado pepecista del 12 de julio, su clave está en que “el general Roberto Chiabra aporta su experiencia en seguridad y gestión pública, y el PPC, liderado por Carlos Neuhaus, ofrece cuadros técnicos con probidad y solvencia”. Esto se puede leer de otra forma: la plata la pondrá, en buena parte, el PPC.
A diferencia del PPC, ni Chiabra ni Unidad y Paz han dicho pío. No hay comunicado ni declaraciones. Chiabra y Barúa no contestan mis mensajes. Si confirmo la alianza es porque las redes de UyP repostean todo lo anunciado y dicho por los pepecistas. El silencio tiene una explicación: este fin de semana, los ‘chiabristas’ están de congreso partidario y prefieren hablar luego de él. El general suspendió sus posts el 6 de julio, mientras cerraba la alianza.
Por supuesto que el PPC barajó otras opciones antes y a la vez que Chiabra. Desde el 2023 abrió una mesa multipartidaria para hablar de alianzas, pues no veían una carta presidenciable en sus filas. Les entusiasmó mucho, este año, la posibilidad de ir en alianza con Carlos Álvarez y su partido de acogida, País Para Todos (PPT). Según mis fuentes, Álvarez estaba de acuerdo con la alianza, en parte porque sentía que los cuadros del PPC, a quienes él conoce de tiempo atrás, lo iban a proteger frente a la dirigencia de PPT, un partido con el que recién trababa contacto. Pero a las bases de PPT, de fuerte raigambre regional -he ahí el apetito que ha despertado aliarse con la fórmula de Álvarez con sustento descentralizado- no les simpatizaba un pacto con los limeños del PPC. Álvarez puede darse el lujo de ir solo con PPT pero al primer golpecito en la rodilla, por más sutil que sea, pateará el tablero.
“[Al PPC] le entusiasmó mucho la posibilidad de ir en alianza con Carlos Álvarez y su partido de acogida, País Para Todos (…) Pero a las bases del partido, de fuerte raigambre regional, no les simpatizaba un pacto con los limeños del PPC”.
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La primera alianza es tan limeña que se ha propuesto conseguir aliados regionales -no necesariamente partidos, también movimientos- antes del deadline del 2 de agosto. Por ahora, las conversaciones más avanzadas las tienen con Peruanos Unidos, el partido fundado por Tomás Gálvez que quedó descabezado recientemente cuando este retomó el cargo de fiscal supremo. En realidad la primera alianza iba a quedar establecida el 20 de mayo pasado. El partido de Gálvez convocó a una conferencia de prensa en la que anunciaría su pacto electoral con Integridad Democrática, liderado por el Gral. FAP en retiro, Wolfgang Grozo. La conferencia se canceló y Grozo permaneció en su anonimato, mientras Peruanos Unidos buscaba un candidato siquiera más conocido. Según mi fuente pepecista, ese partido sumaría cierta influencia en Cajamarca y en el Norte.
El PPC estrechó, en los últimos quinquenios, su identificación con Lima, perdiendo impacto nacional. Chiabra, congresista por Lima, si es que no tiene ese sesgo muy marcado, podría tenerlo al asociarse al PPC. De ahí que la alianza necesite proyectar nacionalmente a su candidato, sumando aliados y temas de batalla. Si no suman a ese aliado, al que le reservan la segunda vicepresidencia en la plancha, pondrán a una pepecista arequipeña. Ese el reto de varios partidos de raigambre limeña: desprenderse de su ropaje metropolitano, vencer la resistencia regional y medirse con los candidatos de perfil opuesto. Pocos lo lograrán.
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