La he perseguido pero no quiere dar una entrevista para hablar de sí misma. Una cosa es declarar sobre las cifras de la tormenta y otra cosa es confesarnos qué se siente estar en el ojo de esta, ‘rockstar’ (así la llamó Bloomberg semanas atrás) empapada y tiritando antes de que le caigan las olas colaterales que demandan explicaciones. ¿Ministra, para qué nos sacrificamos tanto?
Pero logré hablar con gente que está muy cerca de ella. Y se animan a responderme esa primera pregunta: “La cuarentena ha sido de las más agresivas del mundo, llegamos a funcionar al 44% de la economía mientras algunos vecinos pararon hasta 60% o 70%. Ella era consciente de los enormes impactos económicos y además era consciente de que el virus nos hacía muy vulnerables por las condiciones estructurales, informalidad, sistema de salud, que no hemos resuelto en toda la historia republicana. En todo este proceso tuvo una ayuda; sus profesores de Harvard, estaban siempre disponibles. Por ejemplo, Ricardo Haussmann le decía que tenía que gastar mínimo 10 puntos del PBI cuando nadie lo hacía. Y se sacó toda la artillería de la solidez macro y, además, se necesitaba tiempo para comprar pruebas, camas, sacar normas”.
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Me impaciento con el preámbulo, pero llega la respuesta sobre sus sentimientos: “Toni suele decir, ‘hemos inducido la economía a un coma’ y lo vamos a ver en las cifras de abril [las oficiales se conocerán mañana, pero ya el Indicador Económico Mensual de El Comercio, apunta un 29% de contracción en abril]. Es consciente de eso. Siente orgullo por el Perú cuando la han mencionado [en la prensa extranjera], y también siente una gran responsabilidad, siente miedo de no estar a la altura del reto. Aparecen variables impensadas y tiene todos los reflectores encima”.
Al atarante de los reflectores sumemos la ominosa proyección del Banco Mundial (-12% de crecimiento este año) que espanta hasta a los ‘Toni’ lovers. Es uno de los peores pronósticos del BM. Las fuentes, una de ellas del MEF, me dice: “Toni está preocupada, [esta semana] se reunió con sus directores generales y les dijo ‘antes que paralizarnos por esas proyecciones, lo que tenemos que hacer es retarlas y la meta interna que nos hemos puesto es que no vamos a permitir que la economía caiga por encima de los dos dígitos’”.
Según las fuentes, la meta aún no oficial que se han puesto en el MEF para este año, “es un escenario de 8% y van a trabajar durísimo para llegar a ella”. La ministra tiene una especial preocupación por hacer un presupuesto prudente para el 2021 y para eso siguen preparando el ‘plan de respuesta’ y analizando si el proceso va a tener una ‘forma de V’, es decir, una estrepitosa caída y un espectacular rebrote. Ante ese cálculo de vértigo, ella prefiere hacer las comparaciones con el 2019.
Esta negada María Antonieta Alva (nadie la llama así, ella misma pone el ‘Toni’ por delante desde pequeña, pues heredó el nombre compuesto y el diminutivo de su mamá, la psicóloga Luperdi); no toma tamañas decisiones por sí sola, obviamente. Presidente y gabinete la respetan, pero no la acatan necesariamente. El Minsa con sus protocolos, el Midis con sus programas sociales, los ministerios de los sectores productivos con sus demandas, las regiones, el presidente que finalmente se impone; son sus fronteras.
Hay un asunto generacional y de género, una identidad de funcionario público de toda la vida (aunque todavía corta), en el equipo del MEF. Una de mis fuentes, que es de esa promo de técnicos treintañeros, me dice que Toni detesta las puertas giratorias y le fastidiaba cuando en el gobierno de PPK estas giraban tanto. Más que el bullying machista, se pica cuando le dicen ministra de los ricos o de los empresarios. Nunca ha trabajado en el sector privado, salvo cuando era universitaria y fue practicante por unos meses en la revista Semana Económica. Tiene una onda con la función pública.
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Amartya ‘lover’
Antes de la ventolera de la ingeniería, hubo otra que sopló en casa de los Alva. Walter, el célebre arqueólogo, es pariente del ingeniero Jorge Alva, y ello provocó que su hija Toni se imaginara cavando hoyos para descubrir tesoros. Se le pasó pronto, y su padre, que ya tenía un hijo abogado y una hija educadora, quería que la menor fuera ingeniera y la hacía acompañarlo en sus viajes por el país. Hasta la convenció, en su último año en el colegio Villa María, que siguiera cursos de verano en la UNI.
Pero la adolescente Alva insistió en estudiar economía y entró a la Universidad del Pacífico. No registra simpatías políticas conocidas, pero sí hizo activismo estudiantil con un grupo de alumnos que organizaban eventos con chicos de otras universidades. El grupo se llamó Coherencia, y allí hizo a algunos de sus mejores amigos que fantaseaban con la idea de que los próximos gerentes generales y ministros de economía saldrían de allí y había que ponerse a tono.
Coherencia fue lo mejor que le pasó en la universidad, cuentan, además de su buena relación con profesores de otras carreras, en especial los historiadores. Pero el economista Carlos Parodi sí fue especialmente influyente al orientarla hacia la economía social y política.
Entre sus autores de cabecera, hay uno que la hace suspirar, el indio Amartya Sen y su rollo sobre el desarrollo como oportunidad de emprender los proyectos que hagan a uno feliz. Sen volvió a su vida más adelante, cuando, como parte de su maestría en la MPA/ID (la escuela de gobierno de Harvard), se fue unos meses a la India. Sen acababa de publicar “An uncertain glory: India and its Contradictions” (2013) y se entabló una polémica que Toni leyó in situ con fruición.
Antes del viaje a Harvard y a la India, entre el 2007 y el 2011, había estado trabajando en el MEF y fue parte del equipo que fundó el Midis con Carolina Trivelli. Jaime Saavedra quiso jalársela al Minedu pero ya había aplicado a su maestría. Quería prolongar por unas temporadas la estadía en el extranjero, pero Jaime Saavedra la llamó nuevamente al Minedu. Allí retomó su carrera pública en el 2014 y al cabo de un tiempo, volvió al MEF, donde se convirtió en directora general del presupuesto público a los 33 años.
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Presupuestos a mí
Mis fuentes me aseguran que Toni no recuerda a Martín Vizcarra de cuando este era un alumno querido de su padre y que no hay relación entre el fichaje de ella y el frustrado fichaje de su padre. En efecto, Vizcarra le ofreció un ministerio a Jorge Alva al inicio de su gobierno, pero este prefirió cumplir su sueño de ser rector de la UNI.
Toni conoció a Vizcarra cuando este quiso meterse de cabeza en la formulación del presupuesto y la llamaba junto a su equipo a Palacio. Me cuentan que el grupo de jóvenes, todos coetáneos de Toni, llegaban a Palacio y a veces no les creían que tenían una reunión de trabajo con el presidente. Hay una anécdota que Toni suele contar: “En una oportunidad, la secretaria de Palacio, Karem Roca, la llamó y la citó a la oficina del presidente. Toni le dijo que iría, pero cuando se lo contó al ministro, este no sabía y no podía acompañarla a la hora de la cita. Llamó muchas veces a la secretaria rogándole que cambie la hora, hasta que llamó Vizcarra y le dijo, ‘Toni’ qué pasa, ¿por qué no quieres venir?’. Ella le dijo, ‘presidente, es que aquí hay jerarquías, no quiero tener problemas con mis jefes’ y este le replicó, riendo, ‘a mí me vas a hablar de jerarquías, si el general llama a los soldados, estos vienen’”.
Vizcarra dijo más de una vez al equipo de Toni, según mis fuentes: “No quiero que el MEF venga con el presupuesto y me diga ‘fírmelo’, yo quiero hacer el presupuesto con ustedes”. Y los citaba interdiario. De modo que cuando salió el ministro Carlos Oliva, Vizcarra conocía muy bien a su sucesora. Y ella conocía muy bien las prioridades descentralizadas y los reclamos y negociaciones regionales, que determinan el presupuesto. Y, ríe una fuente, antes de invocar una máxima de la función pública: “Si algo no tiene presupuesto, no existe”.
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Compitan bonito
Y a todo esto, la ministra, ¿tiene algún prurito ideológico, qué etiqueta le pondrían?, pregunto a las fuentes. “Ninguna”, responden, “le parecen muy chatas etiquetas que se ponen acá y le divierte que artículos del New York Times o The Guardian sean considerados de izquierda”. Se reconoce, eso sí, como una liberal que cree que debemos tener un estado fuerte, no en tamaño, sino en su capacidad de dar servicios públicos y de regular.
En un video que la ministra grabó no hace mucho a pedido del MPA/ID de Harvard, cuenta que la pandemia le ha dado lecciones que le han provocado cambios de opinión. Pone dos ejemplos: uno, que antes no creía y ahora sí en el endeudamiento; y dos, que no creía en las asignaciones directas de dinero a menos que fueran condicionadas y focalizadas, pero ahora apoya el bono universal con focalización invertida.
Le comento a mis fuentes que me quedó la sensación de que la pandemia le ha dejado lecciones mayores que las confesadas en ese video. En efecto, me dicen que Toni está muy inquieta al ver lo mal que funciona la competencia en el mercado. “Ella cree firmemente en que hay que defender las condiciones de la competencia y defender al consumidor y, por ejemplo, debiera fortalecerse el Indecopi, que esa es una de las reformas que haría si no estuviéramos pasando esto”. No me están hablando de control de precios sino de algo más importante, ¿no?, repregunto. “Toni no cree en el control de precios, porque no funciona. Ella cree en que si protegemos tanto al mercado, entonces debemos cuidar que la competencia se dé en buenos términos. Como economista, solía pensar en que la manera de mejorar la calidad de vida de la gente es invertir en educación, en salud, pero la pandemia le ha hecho ver que en los precios de servicios y bienes básicos, se llega al bolsillo de la gente y eso se siente. Cree en la libre competencia como un valor y cuando no se respeta es que surge el malestar que lleva a los discursos de control de precios. Ese es su gran aprendizaje de la pandemia”, concluye una de las fuentes.
Por otro lado, están las convicciones reafirmadas. En el MEF, Toni ha fortalecido la línea de funcionarios públicos con solidez técnica y académica. “El sector debe estar lleno de gente entrenada en defender el interés público”, dice una fuente, citando el resumen que Toni hace del curso que llevó en Harvard con Ronald Heifetz.
Hay otro profesor de la escuela de gobierno de Harvard que le ha sido de gran ayuda, el chileno Andrés Velasco, que fue ministro de Economía en el primer gobierno de Michelle Bachelet. Hace poco, un domingo, conversó con él y le comentó que la molestaban las críticas que la llamaban ministra de los ricos. Velasco le dijo que tenía que ser pragmática y ponerse siempre del lado del ciudadano. Incluso hablaron de un ‘populismo inteligente’ que consiste en estar atentos a la agenda ciudadana.
Como ejemplos de pragmatismo, mis fuentes me citan el mismísimo bono universal y el decreto que autoriza a los laboratorios a vender directamente las medicinas, como forma audaz de mejorar los precios en ese sector caliente. Pragmático también será el impulso –en este punto las fuentes no quieren ir a detalle porque se trata de medidas aún no anunciadas y que podrían ser ajustadas por el presidente y el gabinete- a las obras públicas menudas e intensivas en mano de obra, para intentar absorber parte del terrible desempleo que se nos viene.
Apuestas por el empleo temporal en coordinación con autoridades locales, nuevos incentivos para formalizar, preservar los proyectos mineros, chambear durísimo para recuperarnos del coma inducido y que el próximo ministro de economía, sino ella misma, no reciban un país desfinanciado. Esa es la meta de la joven de 35 que enfrenta una crisis que escaló más rápido que lo que ella escaló en el MEF y en el poder. Aunque, según las fuentes, ella no lo pretende ni tiene tiempo de masticarlo, su posición en la cima también hace correr apuestas sobre su futuro político. Incluso se corrió el rumor de que su ímpetu era tal que peleó con el primer ministro Vicente Zeballos y amenazó renunciar en tono de ‘o él o yo’. Por más que repregunto, me aseguran que no hubo nada de eso, ni siquiera una conversación áspera.
Cualquier afán u obsesión que no sea salir del hoyo inducido, está, por lo tanto, en cuarentena. Su novio está en Chicago, estudiando una maestría desde antes que ella jurara ante Vizcarra. Su vida es el MEF y el roce con las autoridades que ya conoce desde que empezó en la danza del presupuesto del Perú, a la que se han sumado desde que es ministra, vaya cacofonía, las danzas del bono universal, de los bonos de deuda, de los fondos de la reactivación.
En medio de estas danzas o de la tormenta, como prefieran verla, mis fuentes me cuentan de algo ajeno a la economía, que Toni Alva les dijo sonriendo de oreja a oreja como en ese afiche con el que Cherman quiso homenajearla: una amiga de su hermana le contó que su niña de 6 años le dijo, ‘mamá, quiero ir a Harvard’. Y Toni la ‘Amartya lover’, interpretó ese candor como su triunfo frente al machismo que cuestionó su designación al MEF más por mujer que por lozana. Aunque estamos de malas nuevas, que una niña de 6 conciba que pueda ser dueña de su futuro y ponerle la etiqueta que quiera, es una esperanza.