Patricia Castañeda Alva

La primera vez que hice una dieta tenía 15 años. Una compañera de clase me había dicho que era robusta y en mi intento de dejar de serlo, solo almorzaba batidos de fruta. Años más tarde, escuché algún comentario similar y mi relación con la comida empeoró. Vivía en un círculo interminable de dietas, en donde comía menos nutrientes de los que mi cuerpo necesitaba y calificaba a los alimentos entre buenos y malos. Hace poco, encontré información interesante sobre alimentación intuitiva y el impacto negativo de las dietas restrictivas. A continuación haremos un repaso de ellas.

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La cultura de la dieta está muy presente en nuestra sociedad. Promueve la idea de que para ser felices, amadas y aceptadas debemos tener cuerpos ideales (delgados) y hábitos alimenticios que dejan de ser saludables por los restrictivos que son. Se celebra lo “fit”, el ejercicio en demasía y el dejar de comer alimentos o grupos de alimentos por mantener un peso “sano”. Sin embargo, esta cultura de dieta ha generado trastornos de la conducta alimentaria, mala relación con la comida y dismorfia corporal (preocupación obsesiva por un defecto percibido en las características físicas).

La cultura que nos rodea nos invita — casi obliga— a hacer dietas restrictivas, pues estas te prometen bajar de peso de forma rápida, con resultados “mágicos”. Hace poco, veía en redes sociales, que bloggers e influencers promueven dietas a base de licuados verdes, ayunos prolongados y dietas específicas de alguna fruta o vegetal. Lo más alarmante es cómo la pérdida de peso vende — y mucho—. Incluso, especialistas en nutrición (nutricionistas licenciadas) las promueven en sus redes sociales, compartiendo una foto de un antes y después con un mensaje que dice: “ahora mi paciente ya puede tomarse fotos en bikini”. Estos comportamientos se vuelven un posible detonador de trastornos de la conducta alimentaria y aumentan el riesgo de intentar dietas muy bajas en calorías para llegar a ese objetivo esperado.

Las dietas restrictivas  genera falta de nutrientes que puede debilitar el sistema inmunológico, dejando al cuerpo más susceptible a enfermedades y disminuyendo la capacidad de recuperación.
Las dietas restrictivas genera falta de nutrientes que puede debilitar el sistema inmunológico, dejando al cuerpo más susceptible a enfermedades y disminuyendo la capacidad de recuperación.
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Consecuencias de dietas restrictivas

Las dietas restrictivas tienen consecuencias en la salud física y mental. Hay varios estudios que lo confirman, y muestran una relación con los trastornos de la conductora alimentaria así como insatisfacción corporal. Además, limitar severamente la ingesta de ciertos alimentos puede conducir a deficiencias nutricionales y desequilibrios, afectando el bienestar general. Algunas de este tipo de dietas son: intolerancia al frío y sequedad cutánea, ambos debidos al descenso del gasto metabólico basal.

Una de las consecuencias más comunes es la , sobre todo cuando se hace este tipo de dietas durante varias semanas o meses. Al no tener suficientes nutrientes, como vitaminas o proteínas, el cuerpo decide priorizar órganos que son más importantes y deja de lado el cabello y las uñas, haciéndolas más débiles.

En algunos caso se ha visto alteración de la función intestinal como estreñimiento o diarreas, y otros síntomas como dolores de cabeza, mareos y fatiga, sobre todo en los primeros días o semanas al iniciar estas dietas.

Las dietas restrictivas ponen en riesgo nuestra salud.
Las dietas restrictivas ponen en riesgo nuestra salud.

Quizás una de las consecuencias más importantes que afecta al de los casos de personas que hacen dietas muy bajas en calorías es la Colelitiasis (cálculos en la vesícula biliar), esto se produce por la movilización del colesterol del tejido adiposo de una manera muy rápida y tiene como consecuencia que la bilis está más saturada y formen cálculos.

Además, se ha visto que pacientes con antecedente de gota, pueden generar una crisis gotosa, debido al incremento transitorio de ácido úrico. Estas dietas restrictivas que sacan alimentos o grupos de alimentos como los carbohidratos, proteínas o grasas, pueden generar reducción de la masa ósea y muscular.

Finalmente, pero no menos importante, las dietas restrictivas tienen impacto significativo en la salud mental. Las restricciones alimenticias extremas pueden contribuir a sentimientos de ansiedad, culpa y obsesión por la comida.

Cuando se realiza una dieta sin supervisión de un profesional, existe el riesgo de una pérdida excesiva de masa muscular.
Cuando se realiza una dieta sin supervisión de un profesional, existe el riesgo de una pérdida excesiva de masa muscular.

Contrastando con las dietas restrictivas, la alimentación intuitiva aboga por prestar atención a las señales del cuerpo. Este enfoque busca la conexión con las necesidades físicas y emocionales, promoviendo una relación más saludable con la comida. No significa comer lo que quieras en el momento que quieras, sin importar si es o no nutritivo, es reconocer tus señales de hambre y saciedad, honrar el hambre y comer alimentos nutritivos, sin satanizar a otros. Por supuesto, es importante ser guíado por un nutricionista que te enseñe y guíe en este camino, de una alimentación saludable que no sea un detonador de trastornos de la conducta alimentaria.

Es crucial reconocer que la salud va más allá de la apariencia física. Además, educar sobre la importancia de escuchar al cuerpo, disfrutar de una variedad de alimentos y buscar bienestar en lugar de conformarse con estándares externos, estos conceptos pueden ser claves para romper el ciclo perjudicial de la cultura de la dieta y en consecuencia dejar de hacer dietas restrictivas.