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Pollo a la brasa: estas son las 5 marcas que redefinen la experiencia en las pollerías peruanas
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El pollo a la brasa es mucho más que un plato en la mesa del peruano, se trata de un símbolo de celebración, de domingo en familia, de reuniones improvisadas entre amigos y momentos que terminan siendo memorables.
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Aunque la oferta de pollerías en Lima es inmensa y diversa, hay algunos espacios gastronómicos que se han mantenido vigentes durante décadas, convirtiéndose en verdaderos templos del sabor gracias a su sazón inconfundible, sus papas doradas y su toque ahumado que despierta recuerdos.
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En el marco del “Día del Pollo a la Brasa”, que se celebra cada tercer domingo de julio y este año cae domingo 20 de julio, Provecho rinde homenaje a este clásico nacional destacando a las grandes pollerías tradicionales de Lima.
Mediterráneo:
El origen de Mediterráneo está profundamente ligado a la historia del pollo a la brasa en el Perú. Su ADN se remonta a los años 50, cuando el inmigrante suizo Roger Schuler, en Santa Clara, ideó junto a su amigo Franz Ulrich el primer espiedo que permitía cocinar varios pollos a la vez sobre brasas de leña. Esta innovación no solo solucionó un problema puntual de excedente, sino que marcó el nacimiento de una técnica que transformaría la gastronomía peruana.

Décadas después, esa herencia tomó nueva vida cuando la Corporación E. Wong adquirió la marca Mediterráneo en 2014, integrándola formalmente a su grupo un año más tarde con el objetivo de llevarla a un nivel más alto y convertirla en una cadena moderna, sólida y con proyección.

La transformación no solo pasó por una renovación de carta o una expansión estructurada, sino por el traslado de toda una filosofía de servicio. Con el mismo enfoque que distinguió a los supermercados Wong, Mediterráneo incorporó metodologías centradas en la excelencia operativa, la capacitación constante del personal y la consistencia del producto.

Así, en medio de una Lima con más de 8000 pollerías, esta marca logró destacarse por su atención cuidada, sabor tradicional y espacios que invitan a una experiencia confiable y familiar. La fidelidad de su público se construyó con el tiempo, reforzada por cada visita bien atendida y cada porción servida con estándares definidos.

Hoy, Mediterráneo sigue creciendo sin perder su esencia. Con una operación estandarizada y una cultura organizacional enfocada en el cliente, continúan abriendo locales con el mismo compromiso con la calidad. En cada paso, Mediterráneo reafirma su posición como una de las grandes pollerías del país, honrando su historia sin dejar de mirar hacia adelante.
Pardos chicken:
Pardos Chicken nació en 1986, en pleno corazón de Miraflores, con el sueño de ofrecer una experiencia que fuera más allá del pollo a la brasa. En medio de una Lima golpeada por la crisis económica y la inestabilidad social, Willy Wong y su socio Antonio Ortiz apostaron por un restaurante donde la calidad, el servicio y la calidez fueran innegociables.

Así nació la famosa “Experiencia Pardos”, con el pardos brasa como protagonista y una visión clara: hacer felices a sus invitados en cada visita. Con el paso de los años, y gracias a una fuerte cultura organizacional, la marca se expandió por todo Lima y otras ciudades del país, manteniendo firme su compromiso con la excelencia.

En un mercado competitivo como el de las pollerías limeñas, Pardos supo diferenciarse a través de cuatro pilares que hasta hoy guían su crecimiento, que es una misión enfocada en generar felicidad, valores vivos que inspiran a su equipo, estándares de calidad rigurosos y una filosofía centrada en el talento humano. Esa fórmula, que combina sazón, hospitalidad y eficiencia, les ha permitido replicar la “Experiencia Wow” en cada una de sus 35 sedes, sin perder la esencia que los llevó a ganarse el cariño de miles de comensales.

Mirando hacia el futuro, la marca continúa innovando ofreciendo propuestas gastronómicas que elevan los sabores clásicos hasta plataformas digitales que facilitan el pedido desde la mesa, pasando por la remodelación de sus locales para crear espacios más modernos y acogedores. En cada decisión, Pardos mantiene su brújula clara: hacer del pollo a la brasa un motivo de orgullo nacional y seguir construyendo momentos memorables, plato a plato, sonrisa a sonrisa.
Villa Chicken:
Desde su fundación en 2005 en una tranquila calle de Surco, Villa Chicken apostó por una propuesta distinta en un mercado tan competitivo como el del pollo a la brasa, donde el uso de leña como técnica de cocción le cambia el sabor totalmente a sus presentaciones. Este detalle, aparentemente simple, marcó una gran diferencia.

El sabor ahumado, artesanal y profundamente casero de su pollo a la leña conquistó rápidamente a su público. A ese perfil se sumó una oferta de carnes a la parrilla, que contempla cortes argentinos y americanos, que consolidó una experiencia gastronómica completa y distintiva.

Los primeros años no estuvieron exentos de desafíos, pero la respuesta del público fue inmediata. Con locales en distritos como Jesús María, San Borja y San Miguel, Villa Chicken cimentó una reputación basada en tres pilares: sabor, calidad y constancia.

Su carta ha ido creciendo con el tiempo, incluyendo platos criollos, salteados y opciones para todos los gustos, sin perder nunca el foco en su esencia, con el pollo a la leña como estrella.

Hoy, la marca vive uno de sus momentos de mayor expansión. Con presencia en ciudades como Ica, Tarapoto e Iquitos, Villa Chicken ha lanzado nuevos conceptos como Villa Steakhouse, orientado a las carnes premium, y continúa apostando por la innovación sin perder su esencia.
La Pollerona:
La Pollerona nació en El Agustino con una propuesta sencilla pero poderosa, que es la de rescatar el sabor del pollo a la leña tal como lo cocinaban las abuelas en Huancayo. Con una receta familiar como punto de partida y una visión clara de ofrecer más que un plato, sino una experiencia mucho más familiar, esta pollería conquistó Lima Este gracias a su sazón auténtica, cocción lenta y ambiente. Más de diez años después, La Pollerona sigue manteniéndose fiel a sus raíces, convirtiéndose en un refugio para quienes buscan un sabor que conecte con la memoria.

Su crecimiento no ha sido producto del azar, sino de una combinación de sabor consistente, precios accesibles y una estrategia clara, que es no competir con grandes cadenas, sino destacar por autenticidad. La cocción a leña, los guiños huancaínos en algunos platos y guarniciones y porciones generosas han sido clave para generar una clientela fiel que regresa por el sabor y se queda por el trato cercano.

En un mercado saturado, su apuesta ha sido mantenerse auténticos, escuchar al cliente y mejorar constantemente sin perder su esencia. Actualmente están desarrollando una línea de platos criollos para complementar su carta, así como un menú infantil pensado en las familias jóvenes.

La Panka:
La Panka nació con la ambición de transformar el concepto clásico de pollería peruana. Desde su primer local, apostaron por un formato moderno y familiar, donde el pollo a la brasa no solo fuera el protagonista, sino parte de una experiencia integral. A esa propuesta se sumaron platos criollos, carnes a la parrilla y una ambientación distinta, pensada para recibir tanto a familias como a grupos de amigos o eventos corporativos. La idea fue clara desde el inicio, no ser “una pollería más”, sino una marca con identidad propia.

En sus primeros años, La Panka logró diferenciarse gracias a una carta bien pensada y un producto de calidad que conectó con el gusto limeño. Uno de sus mayores aciertos fue incorporar el anticucho como plato insignia dentro de una pollería, rompiendo esquemas y conquistando paladares. La combinación de tradición, sabor parrillero y estética moderna resultó ganadora. El público no solo regresaba por el pollo, sino también venía por “el anticucho de La Panka”, por las porciones generosas y por el ambiente acogedor que los hizo destacar en un rubro ya competitivo.

Hoy, buscando formatos más compactos, buscan adaptarse sin dejar de ofrecer esa experiencia que los hizo únicos desde el inicio, un lugar donde tradición, sabor y modernidad se sirven en el mismo plato.
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