Susana, Isabel, Lala y Belén González trabajan en el comercio de percebes, una delicia culinaria abundante en la costa rocosa atlántica de Galicia (España). Este era un oficio tradicionalmente de hombres hasta que llegaron "Las González", según cuenta la serie de YouTube "Great Big Story".
"El mar es como un monstruo. Más bien es como una bestia, que tienes que tener cuidado con sus estados de ánimo, pero el mar es muy generoso y bondadoso; siempre te da mucho más de lo que nosotros ofertamos", dice la percebeira Isabel desde la costa de Baiona.
El trabajo de cazar percebes es un legado familiar entre las hermanas González. Durante generaciones se han dedicado al comercio de esta especie considerado una de las más exquisitas delicias del mundo. El "problema" es que las cuatro son mujeres, y es que su padre quería un hijo varón para enseñarle a él la profesión. "Era su anhelo", dice Susana.
"Nos hemos dedicado a lo largo de la vida a diferentes oficios, pero digamos que el mar al final ha tirado más y como a las cuatro nos gusta muchísimo la vida del mar... Y al final está encantando [su padre] de la vida y es el hombre más orgulloso y más feliz del mundo porque pese a no tener hijos varones, tuvo cuatro hijas percebeiras", añade.
Cada año se registran cientos de accidentes entre los cazadores de percebes. Entre los muchos peligros del oficio está la actitud traicionera del mar, las olas que revientan contra las rocas y las aguas frías. Pero para las hermanas, todo el riesgo vale la pena.
"Aparte de que está considerado una exquisitez, creo que está muy relacionado con la peligrosidad que entraña su captura. Se da en los sitios rocosos, de aguas frías, y donde el mar rompe con fuerza", explica Lala.
Susana e Isabel son las únicas que ejercen con el oficio en la actualidad. Hace pocos años Belén tuvo que "jubilarse" por un accidente contra unas rocas; mientras que Lala se vio obligada a tomar un "descanso" mientras sigue un tratamiento contra un cáncer que padece.
A los percebeiros les interesa trabajar siempre con la marea baja, no solo para evitar peligros, sino porque la costa de Baiona es muy rica en productos marinos que se quedan pegadas y expuestas en las rocas cuando el mar está tranquilo.
Para preservar la especie, el gobierno de España ha impuesto que cada percebeiro puede cazar un máximo de tres kilos diarios. Las especies capturadas con un raspa, una espátula que se utiliza para separar al percebe de las rocas, son subastadas a 60 o 70 euros el kilo en el mercado pesquero de Baiona todos los días a donde llegan, sobretodo, respetados cocineros.
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