La sola mención al nombre de Steven Spielberg nos traslada rápidamente a alguno de los momentos más especiales de nuestras vidas ligadas al mundo del cine. Sentir terror con un inmenso tiburón al frente (“Tiburón”, 1975), conmovernos con la historia de un entrañable extraterrestre (“E.T.”, 1982), ser testigos de las proezas de un arqueólogo aventurero (“Indiana Jones”, 1981), interpelarnos con dramas sobre la maldad humana (“La lista de Schindler”, 1993), o remecer nuestras ideas con enfrentamientos entre prensa y poder (“The Post”, 2017) son solo algunos ejemplos asociados a un director que logró marcarnos a lo largo de medio siglo.
La más reciente creación de Spielberg, sin embargo, bien puede considerarse como una forma de romper el molde. “Los Fabelman” cinta que ya ha sido premiada en distintos certámenes y compite en siete categorías de los premios Oscar, es un viaje al lado más íntimo y formativo del director estadounidense. Se trata de un retrato autobiográfico del momento en que todo empezó.
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La cinta –coescrita por Spielberg y Tony Kushner—comienza mostrándonos al pequeño Sammy Fabelman (Mateo Zoryan) resistiéndose a entrar al cine junto a sus padres, Mitzi (Michelle Williams) y Burt (Paul Dano). El pequeño no oculta su temor ante la posibilidad de ver personas “gigantes” al frente, pero sus papás lo persuaden, cada uno a su manera. Él, un brillante ingeniero informático que trabaja en la RCA, le explica técnicamente cómo es posible ver algo así a unos metros de distancia. Ella, una pianista retirada que, con una encantadora voz, le asegura que “las películas son como sueños”. Así pues, la familia ingresa al teatro para ver “The Greatest Show on Earth” de Cecil B DeMille en una especial noche de enero de 1952.
En algún momento el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa afirmó que “aprender a leer fue lo más importante que le ha pasado en la vida”. Extrapolando esto a la historia que tenemos entre manos, aquella primera película fue lo más importante en la vida de Sammy. El proyector mostraba el choque entre un viejo tren y un automóvil. Como consecuencia de esto, los vagones se desbarrancaron y de su interior emergieron hasta leones. Este hecho marcaría claramente a nuestro pequeño protagonista, quien retuvo en su memoria segundo a segundo aquella escena.
Días después, ya con unos trenes de juguete en casa, el pequeño Sammy intentaría repetir lo visto en la sala de cine a su manera. En dicha ocasión otro carrito, pero de juguete, sería el que saldría volando tras impactar con el vagón delantero. La situación, dispuesta por un niño que no imaginaba en absoluto lo maravilloso que le guardaba el destino, se repitió y grabó con cámaras artesanales más de una vez. He aquí la primera línea narrativa de “Los Fabelman”, la formación de un amante del cine que, al menos en su etapa escolar, podría ser visto como un autodidacta.
En paralelo hay otra historia y tiene que ver con lo familiar. En un primer momento los Fabelman parecen una familia feliz de clase media en la New Jersey de la segunda mitad del siglo XX. Varios integrantes alrededor de una mesa encabezada por el papá, que además incluía a la abuela, aunque muy pronto empieza a despuntar el tío Bennie (Seth Rogen), un técnico, mejor amigo de Burt que por su carisma y don de la palabra, parecía tener a todos cautivados.
El éxito laboral del padre, sin embargo, trastocaría en parte la estabilidad de esta ‘familia feliz’. Por un aporte novedoso sería contratado por una importante compañía tecnológica con sede en Arizona. Lo que parecía una oportunidad para todos presenta, sin embargo, un primer obstáculo cuan Mitzi obliga a su esposo a llevar consigo al tío Bennie. “Eres gerente y los gerentes contratan gente”, le grita en medio de una discusión acompañada por llantos de bebé alrededor.
Las líneas narrativas se van mezclando porque mientras los problemas entre papá y mamá empiezan a florecer el pequeño Sammy crece y poco a poco se va perfeccionando en la grabación de películas caseras. Para esto se ayuda de sus hermanas (quienes actúan en situaciones de humor y en otras de terror) o incluso de sus compañeros de la escuela. Por todo esto, es el cine (con todo lo artesanal que Sammy pudo practicarlo en sus primeros años) una especie de válvula de escape para alguien que ve cómo el matrimonio que lo cobija no era tan perfecto como lo creía.
Pero “Los Fabelman” está llena de pequeños detalles que la hacen interesante a lo largo de sus dos horas y media de duración. La personalidad de padre y madre que mencionamos al inicio de esta nota se exhibe cada tanto en tanto. Burt se refiere a las películas que graba su hijo como “un hobbie” que no le dará dinero en el futuro, mientras que su madre respeta e incentiva cada uno de sus pequeños logros cámara en mano. Quizás estas mismas diferencias en cuanto a ver el mundo son las que propician, más adelante, el socavamiento matrimonial. La depresión de la artista versus la incapacidad del ingeniero informático para ver una realidad alejada de los números, y más bien ligada a los sentimientos.
En algún momento de la trama aparece un tío andrajoso y descuidado (Boris/Judd Hirsch). Su incursión podría lucir algo forzada al inicio, pero pronto descubrimos que, a su manera, este personaje ha llegado para remecer la mente de Sammy, dejándole claro que tarde o temprano el arte siempre prevalece (“somos adictos y el arte es nuestra droga”). Luego también tenemos un vistazo a las difíciles circunstancias que el adolescente Sammy vivió en la secundaria, siendo víctima de bullying por su origen judío. Los moretones y el llanto, sin embargo, encontrarían un giro sorprendente en el último tercio de la película.
Pero tal vez uno la pasa mejor cuando intenta conectar cada una de las piezas que Spielberg ha dejado esparcidas en la trama. Aquellas primeras filmaciones que tanto llenan de alegría al pequeño Sammy le sirven paradójicamente para descubrir el real nexo entre su tío Bennie y su madre, Mitzi. A partir de aquí el ingrediente del drama gana peso y cada uno de los protagonistas de “Los Fabelman” exhibe sus rasgos más propios. Todo esto en medio de un repaso a las técnicas más básicas del cine tal como se realizaba varias décadas atrás.
Aunque evidentemente lejos de la grandeza de filmes como “Salvando al soldado Ryan” o “La lista de Schindler”, “Los Fabelmam” puede ganar un Oscar porque retrata con singular destreza un drama tan vigente como humano: ver cómo tu familia se rompe en medio de tus intentos por pasar de la niñez a la adultez. Y es que, más allá de que Sammy bien pudo haber estado predestinado a ser uno de los grandes cineastas de la historia, nunca dejó de ser un niño lleno de sueños, pero también de miedos e inseguridades. Tal vez como muchos de nosotros.
LOS FABELMAN/CINE
Director: Steven Spielberg
Actores: Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen, Gabriel LaBelle, Jeannie Berlin, Julia Butters, Robin Bartlett, Keeley Karsten y Judd Hirsch
Sinopsis: Un retrato profundamente personal de la infancia estadounidense del siglo XX, Los Fabelman de Steven Spielberg es una historia sobre el crecimiento y madurez de un joven al descubrir un demoledor secreto familiar y la exploración del poder del cine para ayudarnos a ver la verdad sobre los demás y sobre nosotros mismos.
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