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“Estamos evaluando la posibilidad de tener un cierre bonito”: por qué se valora el final del programa que despegó tras un choque casual con Harry Potter
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Bruno Pinasco recuerda ese momento como si hubiera sido sacado de una película de fantasía. Era 2004, Nueva York vibraba con el estreno mundial de ‘Harry Potter y el Prisionero de Azkaban’, y él estaba allí, enviado por Cinescape, acreditado solo para cubrir el desfile de estrellas por la alfombra roja del mítico Teatro Royal, en el corazón de Broadway. Su misión era clara: conseguir imágenes, quizás una declaración rápida, y regresar. Pero como en todo buen relato, hubo un giro inesperado. En medio del bullicio, un guardia le abrió la puerta equivocada, o la correcta, según cómo se mire. De pronto, Bruno se encontró entrando a la sala de proyección, sin saber si debía correr, pedir disculpas o quedarse quieto. Dio un paso más y, en un gesto torpe, se chocó de frente con un adolescente de ojos grandes y gafas redondas: Daniel Radcliffe. El mismísimo Harry Potter. El conductor de tv apenas alcanzó a felicitarlo, mientras la oscuridad del cine lo tragaba. Esa noche vio la película sentado entre los protagonistas del filme dirigido por Alfonsó Cuarón, sin saber que había cruzado un umbral que marcaba algo más que una anécdota: el inicio de las grandes aventuras de Cinescape en Hollywood.


















