Los premios, distinciones y honores recibidos por el candidato Hernando de Soto tranquilamente podrían llenar todo el espacio reservado para este artículo. Es un bálsamo para quien se encuentra en el trance de digerir un revés electoral causado, principalmente, por mano propia.
Hay uno de esos galardones que resume de manera pura una vida dedicada al reconocimiento propio y ajeno es aquél recibido por Hernando de Soto en el año 2009: sucedió cuando Hernando de Soto fue el primer humano en recibir el Premio Hernando de Soto para la Democracia. Al evento asistieron alrededor de 300 invitados, y Hernando de Soto.
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Y aquí comienza el misterio: ¿cómo así una persona condecorada hasta lo metafísico, antologada en la lista de las 12 mentes económicas mas brillantes del mundo, y reconocida por trabajar por el futuro del planeta, elige como asesor personalísimo a un presentador de televisión que según propia confesión se depila sus partes blandas y cree en la llegada de los extraterrestres?
Antes de responder la inmensa pregunta celeste de la vinculación entre el lustre intelectual políglota y la calle chalaca con pan de oro, exploremos la función de la enigmática figura del asesor político.
EL SILENCIO ES MITOLOGIA
El vínculo entre candidato y asesor es íntimo y subjetivo. Las debilidades del primero son el alimento del segundo. Y el floro del segundo construye las ilusiones del primero.
El misterio es el principal atractivo del asesor político. Un pasado sazonado por lo controversial ayuda, exacerbado con un estilo del que los amateurs faranduleros en estas lides, tales como Chibolín o Richard Swing, están genéticamente imposibilitados: el perfil bajo.
El silencio es mitología. La conveniencia del anonimato permite navegar socialmente sin ser identificado, recogiendo inteligencia de primera mano. Es decir, chismes y puñaladas. Ese arsenal son las exquisiteces de la intriga, principal contraprestación en juego.
El asesor, además de misterioso y discreto, ha de tener algún viso de competencia. Es decir, ser versado en las lecciones de Tzun Tzu, Maquiavello y el Melcochitivismo, ciencia que reinvidica la simple sabiduría del no vayan (los snobs le llaman ´psicología inversa´.)
El asesor incipiente y escandaloso, los señores Swing y Hurtado calzan como un guante en este perfil, son de los que al resbalar se jalan todo el mantel del chifa. Sus aportes lindan entre lo esotérico y lo populistoide. Pero de oído, no por ciencia.
De Soto pudo haber contratado a David Axelrod, mega estrella del rubro que fuera concejero de Obama y factura 200 mil dólares por conferencia. En cambio, prefirió las camisas Versace ad honorem de Chibolín, y a Pablo Villanueva Branda – Melcochita - comiendo su chicharrón en el desayuno electoral con cara de si digo no vayan, ¿para que vine?
En el particular caso entre el ex presidente Vizcarra y el señor Cisneros, la naturaleza simbiótica de esa relación sigue siendo un acertijo envuelto en un misterio ahumado por los sahumerios de Hayimi, envenenado por la sugerencia maliciosa del factor sicosexual e inundado por la indescriptible personalidad dentro y fuera de los escenarios del señor Swing. La justicia poética hizo el resto. Al rey del doblez le salió una duplicidad no prevista en la insondable consultoría del referido Doctor Honoris Causa en Liderazgo Transformador Sapiencial.
Ahora bien, por qué la principal autoridad que nos privó de vacunas resultó el candidato al congreso más votado es un acertijo añadido que espera encararse al final de este texto.
El DOC
Turbio, misterioso y definido por el perfil bajo, así era Vladimiro Montesinos Torres como asesor de Alberto Fujimori. El capitán dado de baja y preso por espionaje, convertido luego en abogado que asesoraba narcotraficantes, encontró una oportunidad cuando el susodicho lo consultó por un tema de defraudación tributaria. De ese hilo jaló para convertirse en la falsa solución, el real problema y el siamés moral del mandatario que no tuvo escrúpulos en aceptar el pacto diabólico.
Enrique Zileri alguna vez llamó “Rasputín” a Montesinos. Al aludir al esotérico asesor ruso que manipuló a los Romanoff con sanaciones improbables y legendarios favores sexuales a las damas de la corte, Zileri hacía referencia a lo que de peligroso farsante tenía el personaje. Montesinos lo querelló y el Poder Judicial, manejado por los siameses, le dio la razón: condenaron a Zileri a año y medio de prisión condicional y a pagarle una indemnización.
Montesinos no supo ver el cumplido encubierto. A Rasputín se le atribuía la posesión de un miembro viril que arañaba los 30 cms de longitud, herramienta que por cierto aplicaba a discreción en su oficio. Ahora que el caído asesor tiene decenas de años por delante en la Base Naval en la única compañía de sus pequeñeces tiene harto tiempo para pensar en ello.
PADRE ES EL QUE CRIA
Chibolín lleva el nombre de un héroe: Andrés Avelino. A diferencia de lo que enfrentó el Marical Cáceres, su gesta fue contra la pobreza y la soledad. Hoy tiene Cadillacs, pero de niño durmió en la calle. Un padre alcohólico descuidó a su familia.
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Se hizo de un nombre en virtud de su talento silvestre para el burlesque intergénero, arte traicionero porque se pega. Fue en Trampolín a la Fama donde Chibolín recibiera la bendición de don Augusto Ferrando. Tras representar a Liza Minelli en ajustada y traviesa lycra que ocultaba cualquier asomo tridimensional de su virilidad, escuchó las siguientes palabras de Ferrando:
- Esto es una demostración de lo que puede hacer un artista nacional sin ninguna grosería.
De Soto dijo ver en Chibolín al benefactor del pueblo. A un sabio administrador del bálsamo del asistencialismo a través de la pantalla. Vio al esquivo votante C, D, E. Buscó en él la educación sentimental en las penurias y consuelos del pobre, según la versión del neoferrandismo 3.0 que Chibolín representa.
Inversamente, Hurtado vio en De Soto algo más. Según sus propias palabras reconoció en el economista auto referencial al padre que pudo haber tenido. Las elecciones pasan, los vínculos quedan. Hernando, he ahí a tu hijo.
UNA ASESORIA FINAL
Queda pendiente desentrañar si el candidato Pedro Castillo contó con un asesor, aquí o en La Paz. O si lo necesitaba. El abandono del estado y la vergonzosa retahíla de ex presidentes presos o investigados, por mencionar solo dos factores de una lista tan larga como los premios de De Soto, le abrieron la trocha de injusticias a una propuesta radical e incierta hasta lo inviable.
En este contexto destacó penosamente la suicida pereza cívica de más de 9 millones y medio (sic) de electores que decidieron no votar, hacerlo en blanco o viciado. O que simplemente eligieron ver desde la playa como el Perú se desbarrancaba a tener que elegir entre dos cepas.
Jorge Basadre decía que el Perú nunca tuvo clases dirigentes, solo clases dominantes. Pensando en eso y en la masoquista votación a favor de Vizcarra, tal vez los que necesiten asesores no sean los candidatos, sino algunos ciudadanos.
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