Sus conciertos son música de barra brava. La Lista se sabe sus canciones como el Padre Nuestro, el bombo hace que todo tiemble (o late) y Wicho, ese flaco de jeans clásicos, eternas gorras kepí y barba de tres días, levanta el puño mientras miles de fanáticos siguen exactamente sus gestos, esta vez en pijama. Si dice UoooOh, ellos dicen UoooOh. Si dice A volar, todos quieren ir a volar. Y si canta la parte que dice Oh Señor de Muruhuay, protege a mi chica, un inevitable nudo en la garganta se queda ahí, dados los tiempos, la pena, la distancia, la muerte que ha tocado tantas puertas en estos casi 180 días de cuarentena.
Solo que ahora, el streaming lo disimula. Ya nadie lo nota. Ni los gallos y las lágrimas que, con el sudor de antes, podían confundirse. Mar de Copas ha dado su primer concierto virtual en el año este sábado, una tocada increíble y nostálgica, una revisión de clásicos desde 1992 y lo único malo es que a través de la pantalla HD ellos no pueden oír la voz entrecortada de esa barra brava de 1200 personas y ni cómo se les pone la piel de gallina.
Aunque Manolo Barrios, líder de la banda, tiene una respuesta para eso: “Les estamos leyendo los labios”.
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Desde que Manolo Barrios y Toto Leverone dejaron de ser Los Inocentes y fundaron Mar de Copas en 1992, un poco por tercos, otro poco porque solo sabían/querían ser músicos, la banda es un clásico del rock peruano. Un BMW cuyo motor siempre suena bien. Más que grabar discos, hacen bandas sonoras. Soundtracks que están atados a lugares, memorias, calles, personas que se fueron, por un invisible cordón umbilical. Me ha pasado: los dos primeros discos (Mar de Copas de 1993 y Entre los Árboles de 1994) pertenecen a una época en que todavía no me dejaban entrar a Sargento. III es el disco con el que nació mi hijo. Un día sin sexo es una etapa de crisis. Alguna vez se lo dije a Wicho en los pasillos de la vieja redacción de El Comercio en el Centro de Lima. “Manya, qué paja”, me dijo, con esa paz tan suya, como si estuviéramos tomando un café en la Plaza de Armas de Cusco.
En las pantallitas LED (10 a cada lado del escenario) donde salen los suertudos que pudieron pagar un precio especial por ser testigos en primera fila de este concierto virtual, las caras de los fanáticos los delatan: también piensan lo mismo. Firmo.
Canciones de amor, pero sobre todo de desamor, una a una pasan por el set list que ha preparado la banda junto al Staff de Copas, como llaman al ejército de compañeros que ayudan a que salga todo bien. El recital empezará con Llévame, a las 8:35 p.m. Seguirá con Entre los Árboles. Y desde allí, la hipnosis. En 1998, un reportaje de La Revista Dominical los entrevistó; quizá, el mejor reportaje que se ha hecho sobre MDC de los inicios. Wicho García (vocalista), José Manuel Barrios (guitarra), Eduardo Toto Leverone (batería), Phoebe Condos (teclado y coros), Claudia Salem (coros) y César Zamalloa (bajo) integraban entonces la banda, hasta que se fue Claudia. Un músico completo, un historiador en potencia, el inventor de Villa Rubí, una antropóloga en el teclado, una escultora con pandereta y un bajista goleador. Les preguntaron por lo que creían era el secreto de la fidelidad de sus fans:
-Hacemos la música que nos gusta. No en que sea comercial o salga en las radios, respondió Wicho, entonces, lentes de carey negros tipo John Lennon.
Ser nomás.
EL REPORTAJE DE LA REVISTA DOMINICAL
EL SET LIST DEL SÁBADO MARCOPERO
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El concierto, hora y media después, transporta a La Noche de Barranco. También a la noche en Miraflores, en Lince, en Comas, en San Juan. La vida musical de las bandas de rock peruano ha cambiado: todo depende hoy de la banda ancha de Internet. Los ojos ahora son los lentes ultra HD de las cámaras. Para lo que vendrá después, Manolo Barrios tiene un mensaje: “El próximo 7 de noviembre haremos una segunda parte”, y anuncia que las entradas ya están a la venta en Joinnus. Wicho, una promesa. “El día en que nos veamos de nuevo me voy a tirar del escenario hacia ustedes”.
Y luego, antes de tocar Canción -googleado también como Oh Señor de Muruhuay- la voz de Mar de Copas hace una necesaria reflexión sobre el momento del país y cómo, directa o indirectamente, nos ha tocado a todos. “Este concierto está dedicado a la Lista oficial, a la Comunidad Marcopera y a Franz Bazán y su memoria. Y a todas las personas que ya no están con nosotros. Todo nuestro pesar con ellos. Nuestro pésame. Este concierto es para ellos. Cuídense mucho, por favor, e infórmense bien, esto es muy real. Hay que cuidarnos muchísimo”.
No es una vacuna, pero cuánto sana su música.
PRÓXIMO CONCIERTO
“Mar de Copas Volumen 2”: Boletos en Joinnus aquí https://bit.ly/mdcvol2
(Preventa hasta el 07/09) #TodosLosSinglesVolumen2
MDC, AYER Y HOY:
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