La mañana del lunes 9 de mayo del 2011, Evelyn Cárdenas abrió los ojos muy temprano, antes de que su alarma acabe con el silencio apacible de las primeras horas del día y luego de una noche agitada producto de la ansiedad y los nervios. Con un entusiasmo similar al de un niño en su cumpleaños, saltó de la cama, abrió el clóset y sacó la falda azul que había comprado especialmente para la ocasión. Se puso unas botas oscuras y eligió un polo negro para completar su outfit, sin imaginar que, nueve horas más tarde, colapsaría de pánico cuando el mismísimo Paul McCartney tomara un plumón y no pudiera firmarle un autógrafo por el color de su camiseta. Pese al contratiempo, Evelyn se las arregló para volver a casa con la firma del cantante británico y una historia para contar por el resto de su vida.
Día de concierto
Evelyn era por ese entonces programadora musical en una radio limeña y apenas se enteró que Paul McCartney llegaría por primera vez a Lima, decidió gastar todos sus ahorros en el “Hot Sound Package”, el paquete premium puesto a la venta y que entre muchos privilegios, daba acceso a la prueba de sonido el mismo día del concierto. Fueron los 1.500 dólares mejor invertidos de su vida.
“Nos citaron a las 11 de la mañana, pero tenía que ir muy temprano para hacer la cola, éramos como 100 personas y nos ubicaron en una zona especial con bocaditos y bebidas, ahí estuvimos compartiendo entre fanáticos hasta cerca de las 2 de la tarde que empezó la prueba de sonido y nos hicieron pasar a la cancha principal del estadio Monumental”, cuenta Evelyn, que además llevaba un cartel con la frase ‘I want to join you at stage’ (Quiero estar contigo en el escenario).
En ese interín conoció a Aixa Chaparro, que acababa de cumplir 18 años, y a Johana Ruiz, ecuatoriana que había llegado la noche anterior a Lima. “Las tres nos hicimos amigas ahí, ellas también tenían su cartel, tratábamos de llamar la atención de Paul porque sabíamos que en las pruebas de sonido, él siempre elige a fans para que suban al escenario”, recuerda Evelyn.
Aixa fue al concierto con su mamá, a la que había despertado a las 5 de la mañana, impaciente por llegar a tiempo y ser las primeras en la fila de ingreso: “La conexión fue inmediata con Evelyn y Johana, así que cuando empezó la prueba de sonido, nos ubicamos las tres en la parte media del campo, mientras que Paul Mccartney salió al escenario y empezó a cantar. Yo tenía un cartel con la frase ‘My dream is to dance with you’ (Mi sueño es bailar contigo), para llamar su atención; con el pasar de los minutos, Paul preguntaba ‘¿Do you want to dance?’, y nosotras decíamos que ‘Yes’, eufóricas”.
“Dejamos los carteles en el piso y comenzamos a bailar, pensando que todo esfuerzo por llamar su atención había sido en vano, hasta que el mismo Paul nos señala y nos indica que subamos al escenario”, dice Evelyn. Las tres amigas subieron al escenario guiadas por el equipo de seguridad y esperaron a unos metros, mientras contemplaban a Paul interpretar Lady Madonna en el piano.
¿Cómo surgió la idea de fundar el club de fans?
Lo hicimos en 1982, después de la muerte de John Lennon, juntamos el 81 en un las instalaciones de un colegio en la cuadra 6 de Breña, el 82 lo formalizamos inclusive en notaría. Empezamos siendo unos 150 con reuniones en un parque.
¿Qué significó la llegada de Sir Paul en el 2011?
Fue un furor, el club se reactivó y creció muchísimo, ya el fan club no era con registros manuales, sino virtuales, se llenó, pasamos de 300 a 2 mil personas, que incluso era poco. En el 2014 fue igual, sumando nuevas generaciones, más jóvenes e igual de entusiastas.
¿Se están preparando de manera especial para este nuevo concierto?
Por supuesto, ya estamos organizados para seguir a Paul Mccartney en todo momento, con puntos específicos y bien coordinados, tenemos un grupo que lo va a recibir, otro que estará en el hotel y otros más a lo largo de todo el trayecto entre el aeropuerto, el hotel y el estadio, estamos muy emocionados y ansiosos por esta nueva visita.
¿Cómo llegó Paul Mccartney a su vida?
Desde niño, desde escolar, en el 2011 recuerdo que me pasé las primeras canciones llorando, recuerdo que fui con la familia y lo que más me preocupaba es si me duraría la batería del celular hasta el final del concierto.
¿Cuánto impacta su música en usted?
Escuchando a Paul terminé el colegio, me gradué, trabajo y si hay alguna novedad o aplicación, estoy al tanto y lo difundo, nos reunimos con los integrantes del club de fans y disfrutamos siempre de su música.
“Nos advirtieron que nada de besos, ni fotos ni autógrafos, estábamos súper nerviosas, nos acercamos y nos saludó, nos pidió que digamos nuestros nombres y nos pusimos a cantar con él ‘Get Back’, en un momento nos mira y nos dice ‘¡dance!’, fue muy emocionante”, detalla Evelyn.
—¿Cómo es que le llegan a robar un beso?—.
—Cuando nos acercamos, Paul saluda a Johana con un suave apretón de manos, porque los ingleses no suelen saludar con beso, pero ya después me contaría Evelyn que ella dijo ‘no, a mí me da su beso’—, narra Aixa y añade—: Veo a Evelyn jalarlo delicadamente de la mano para darle un beso, es así que cuando se acerca a mí, me dio la mano y me saludó con doble beso en las mejillas, me desintegré y me puse a llorar.
Los besos, el plumón y la falda
Cuando estaban por bajar del escenario Aixa recordó que tenía un plumón negro en el bolsillo y le pidió a Paul si podía firmarle un autógrafo, a lo que el cantante accedió. “Aixa le pide que firme el polo blanco, Johana, que estaba con un polo lila claro, también, ahí caigo en cuenta que estaba con un polo negro, entro en pánico y reacciono, se me ocurre decirle que me firme la falda, Paul aceptó, bajé conmocionada y lo primero que hice fue llamar a mi mamá, me senté en el suelo y entré en shock, cuando reaccioné, me llamaron de la radio para que haga un enlace con Aixa y Johana, fue increíble”, repasa Evelyn.
“Fueron como cinco minutos en el escenario y cuando ya acaba ‘Get Back’, nos invitan a retirarnos, pero me acuerdo que tenía un plumón en el bolsillo, lo saco y me acercó a él, le pregunto si podía firmarme el brazo porque yo quería tatuarme su firma, pero me dijo que no, que en el polo, entonces me volteo y me firma en la espalda”, describe Aixa, que guarda con recelo la camiseta blanca con el autógrafo en un lugar que ni su novio ni sus mejores amigos conocen.
A diferencia de Aixa y Johana que se quitaron sus polos autografiados en los baños improvisados en la cancha del Monumental para el concierto, Evelyn tuvo que resignarse a cuidar su falda de cualquier percance durante las más de dos horas que duró el recital del ícono de la música.
La increíble aventura para Evelyn no llegó a su fin cuando Paul cantó su última canción. Luego de la euforia desatada por el mejor concierto de su vida, tuvo que salir del Monumental de Ate con destino a la radio porque debía completar la programación musical hasta el día siguiente. No tuvo tiempo de ir a su casa a cambiarse y debió ir a su trabajo con la falda autografiada puesta.
“La falda se paseó por medio Lima con el autógrafo... (risas), ahora la tengo guardada en un lugar muy seguro en mi casa, al año siguiente pude ir a verlo en Montevideo con Aixa, estuvimos en primera fila y nos reconoció, fue demasiado emocionante”, resalta Evelyn, quien ahora tiene 47 años.
—¿Cómo definirías la música de Paul Mccartney?—, pregunto para ponerla en aprietos.
—Es mágica—, responde Evelyn luego de unos instantes en silencio y sentencia con voz solemne y emocionante—: te cambia el estado de ánimo—.
En la combi, de regreso a casa junto a su mamá, Aixa escondía el polo autografiado en su pecho, debajo de una mochila. Estaba de pie, bien sujetada del pasamanos para no caerse. Mientras resonaba un estribillo de reguetón a todo volumen, ella tarareaba ‘Hey Jude’ y sonreía.
—¿Cuál es tu canción favorita?—.
—'Here, there and everywhere’ es muy hermosa, pero Hey Jude me destruye, me desintegra —.
Este domingo, 13 años después de ese primer encuentro, volverá a estar presente en la prueba de sonido, a la espera de que Paul McCartney la reconozca.
El sueño y la moto
Es enero del 2011 y Renato Aranzahes, jefe operativo de administración de la Unidad de Transito Especial Fénix, apenas se enteró que Paul McCartney llegaría al Perú, inició las gestiones necesarias para ser considerado dentro del equipo de motorizados voluntarios que conformarían la escolta oficial del cantante británico durante su estadía en Lima.
“Desde los 13 años escucho su música, en ese tiempo tenía 46 años y me tocó ser el escolta del ‘cofre’, el ‘cofre’ era el Porsche donde iba Paul Mccartney, detrás del Porsche iba un auto de seguridad del Estado y yo iba adelante como guía para abrir el tráfico”, cuenta Renato, hoy jubilado y con una amplia colección de objetos referentes al ex Beatle que conserva en su casa en el Rímac.
“Recuerdo ese día como si fuera ayer, yo saqué la mejor moto, la más nueva, era una Honda impecable, capaz de llegar a los 280 km/h. Cuando lo veo, me acerco y le hago el saludo militar, totalmente emocionado porque soy un Maccartysta convicto y confeso, él me da la mano y me abraza”, describe Renato con lujo de detalles, como si el tiempo no hubiera pasado.
—Welcome to Lima, míster Paul McCartney—, le digo. Paul, quien desconocía que por razones de seguridad había sido conducido por una salida privada del aeropuerto, respondió sobresaltado—: ¿Where are the people? (¿Dónde está la gente?).
Ante su insistencia, Renato decidió comunicarse con el vehículo de seguridad y ordenarle al chofer del Porsche, que era peruano, que los escoltaría hacia la salida principal del aeropuerto Jorge Chávez, donde cerca de doscientos fanáticos esperaban ver al ex Beatle. estaba decidido a hacer todo lo necesario para que la estadía de su ídolo sea la mejor posible.
Luego de poco más de 15 minutos con Sir Paul obsequiando saludos y sonrisas, partieron en caravana hacia el Hotel Miraflores Park. En el trayecto, Renato se mantuvo todo el tiempo al lado de la venta de Mccartney. “Quería que me viera cada vez que Paul descendiera la ventana del auto, por si necesitaba algo o requería dar alguna indicación, yo aprovechaba para guiarlo y decirle, por ejemplo, allá es la Costa Verde, esa es La Herradura, y así”, cuenta Renato, quien luego guiaría a la comitiva del cantante hacia el estadio Monumental para la primera prueba de sonido.
“La primera prueba de sonido era sin público, solo se encontraba una delegación de la embajada británica y el equipo de producción, escuché desde afuera como cinco canciones hasta que alguien de su equipo nos invitó a pasar, lo vi cantar con la misma fuerza y energía que en un concierto, interpretaba canciones que luego no incluiría al día siguiente en la noche del concierto, estaba feliz, pero me faltaba la foto”, advierte.
El lunes, día del concierto, fue el primero en llegar al hotel y cruzó todos los puntos de seguridad sin problema porque ya lo reconocían. Intentó nuevamente tomarse una foto, pero no pudo. “Tenía mi Motorola modelo G5 color dorado, la cámara no era muy buena, pero siempre estuve intentando”, añade el exintegrante de lo que entonces era la Guardia Civil.
Hasta que encontró la ocasión la noche en que Paul dejaba el hotel rumbo al aeropuerto. Subió sin problemas hasta el cuarto piso y cuando se abrieron las puertas del ascensor, vio a Paul y parte de su banda tomando el té. Se acercó sigilosamente hasta que encontró un momento a solas con su ídolo.
—Sir Paul, ¿por qué dice ‘llevarás este peso por siempre’? —, le preguntó en referencia a su canción Carry That Weight.
—Pronto lo sabrás—, le respondió en inglés y sonrió—.
“Lo vuelvo a interceptar a la salida, ya cuando está por subir a su Porsche, entonces sucede lo imposible, él me reconoce y hace un gesto como para que me acerque y me dejen pasar, sonríe y me señala de muy buen humor mientras mi compañero saca su cámara profesional y toma, por fin, la bendita foto”, narra Renato, quien todavía se emociona cuando repasa ese momento.
—Me dio una sensación de paz, de tranquilidad, de naturaleza; a mí me decían el quinto Beatle desde que era cadete en el primer año de la policía en 1980, después de esa foto que luzco orgulloso en mis redes sociales, dije ‘misión cumplida’”—.
Tras tres días de un muy comprometido esfuerzo, el jefe operativo de administración de la Unidad de Transito Especial Fénix Renato Aranzahes había logrado su cometido: esa noche Paul McCartney dejó el Perú ajeno a cualquier peligro gracias a sus cuidados y él, regresó a casa con la bendita foto junto a su ídolo.
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