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La historia de las mujeres de Ollantaytambo quienes convirtieron su cabello en pelucas y en símbolo de independencia económica
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La historia de las mujeres de Ollantaytambo quienes convirtieron su cabello en pelucas y en símbolo de independencia económica

La historia de las mujeres de Ollantaytambo quienes convirtieron su cabello en pelucas y en símbolo de independencia económica

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Como sobreviviente de cáncer, la fotógrafa y artista visual Leslie Osterling sabe lo que significa que se te caiga el pelo y, con él, una parte de tu identidad. Por eso, el día que se reencontró con Kiara Kulisic, una amiga de la adolescencia que vivía en fabricando pelucas de cabello natural, sintió que allí había una historia poderosa que merecía ser contada.

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Se enteró de que Kulisic sufría de alopecia desde los 18 años y que, años atrás, había viajado a California para aprender el oficio de elaborar pelucas en un taller que abastecía incluso al mercado de Hollywood. Al regresar al Perú, descubrió algo que cambiaría su vida y la de muchas otras: el pelo peruano es muy apreciado en el mundo por su sedosidad y resistencia. Ese hallazgo fue la chispa que encendió Chiqa, un emprendimiento de pelucas destinado a empoderar y dar trabajo a mujeres de un caserío andino cercano a Ollantaytambo.

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Juan Carlos Fangacio
Foto: Leslie Osterling.
Foto: Leslie Osterling.

Sumidas en una cultura machista, con maridos abusivos que limitaban sus posibilidades de independencia económica, varias mujeres de la comunidad aceptaron la propuesta y comenzaron a cortar su propio cabello, un acto aparentemente simple pero radical, en un contexto donde llevarlo largo era casi un mandato cultural. “Para ellas era como donar un órgano”, recuerda Osterling sobre lo que más la conmovió cuando visitó el proyecto. Las historias de cada mujer la tocaron, y Leslie hizo lo que mejor sabe hacer: narrar con imágenes.

Leslie Osterling espera que su propuesta motive una reflexión sobre identidad, economía circular y arte.
Leslie Osterling espera que su propuesta motive una reflexión sobre identidad, economía circular y arte.

De ese modo, se integró en la vida cotidiana de las tejedoras, compartió con ellas confianza y amistad. De esa experiencia nació Hæirloom – Tejedoras (Post) Modernas de Ollantaytambo. El término inventado combina las palabras en inglés hair (pelo), heir (herencia) y loom (telar). Tres ideas en una sola palabra que funcionan como metáfora de lo que el proyecto representa.

El resultado de su trabajo se exhibió primero en la Embajada del Perú en Londres. El proyecto crecería aún más: en junio pasado, Hæirloom formó parte del pabellón peruano en la Bienal de Diseño de Londres. Allí, además de mostrar sus fotografías, Leslie recreó un taller completo de las tejedoras, con lupas, maniquíes, mesas e instrumentos. Junto a la artista textil Carolina Estrada y las propias mujeres, se elaboró un textil monumental de tres metros, tejido con algodón, alpaca y cabello humano.

Señora Francisca Salas, demostrando sus habilidades con el tejido de pelucas ante el público de la bienal de Londres.
Señora Francisca Salas, demostrando sus habilidades con el tejido de pelucas ante el público de la bienal de Londres.

El pabellón peruano fue votado como el mejor por el público y recibió una medalla, un logro grandioso para un proyecto que compitió de igual a igual con propuestas financiadas por grandes ministerios y empresas. El secreto estuvo en la autenticidad, asegura Osterling: una de las tejedoras, la señora Francisca Salas, viajó por primera vez fuera del país, directo a Londres, para mostrar su oficio en vivo y terminó conquistando al público con su arte.

Más allá del merecido reconocimiento, la propuesta abre un debate urgente: ¿qué hacemos con el pelo que desechamos a diario en peluquerías de todo el mundo? El cabello no se degrada y termina en la basura. Convertirlo en fibra textil, como ya experimentan algunos talleres europeos, apunta Osterling, podría convertirse en una alternativa viable en beneficio de la deseada sostenibilidad. //

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