Oscar García

El 11 de diciembre de 1981, el Perú despertó con dos noticias que marcarían época. Por un lado, la elección del diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar como secretario general de las Naciones Unidas llenó de orgullo a todo el país. Por otro, se asistía a un evento solidario sin precedentes: una maratón televisiva que mantenía a millones de peruanos pegados a sus televisores. Desde la noche anterior, los hogares se habían llenado de expectativa al ver a una constelación de artistas nacionales e internacionales unidos por una causa humanitaria de objetivo ambicioso: recaudar 500 millones de soles, equivalentes a un millón de dólares, para apoyar la atención médica de los niños con discapacidad de la clínica San Juan de Dios.

MIRA TAMBIÉN: ¿Surfista en un día? Las escuelas en Lima que preparan a locales y foráneos para dominar el Pacífico

Esa primera no solo superó la meta, sino también instauró una tradición de solidaridad que, con altas y bajas, ha perdurado. Los más memoriosos recordarán cómo las estrellas de la televisión de la época, entre ellos Humberto Martínez Morosini, Pepe Ludmir, Augusto Ferrando, Regina Alcóver, y los comediantes Guillermo Rossini, Tulio Loza y Néstor Quinteros, junto a deportistas como Héctor Chumpitaz, desfilaban por la señal de Panamericana Televisión, incluso durante la madrugada, animando a la gente noctámbula a realizar donativos para este noble fin a través de una cuenta en el Banco de Crédito del Perú.

Al año siguiente se realizaría la segunda Teletón bajo el lema “Juntos todo es posible”. En esta postal el famoso Pecoso Ramírez entrevista a las personas que llegaron hasta la esquina de la televisión para depositar su donativo. En las 28 horas de jornada se lograron recaudar 1,500 millones de soles que se invertirían en descentralizar los servicios de la clínica y llegar a más niños en el interior del Perú. Foto: GEC Archivo Histórico
Al año siguiente se realizaría la segunda Teletón bajo el lema “Juntos todo es posible”. En esta postal el famoso Pecoso Ramírez entrevista a las personas que llegaron hasta la esquina de la televisión para depositar su donativo. En las 28 horas de jornada se lograron recaudar 1,500 millones de soles que se invertirían en descentralizar los servicios de la clínica y llegar a más niños en el interior del Perú. Foto: GEC Archivo Histórico
/ EL COMERCIO

En semanas previas, el spot con el himno de la Teletón, “De pie la esperanza”, había sensibilizado a la población con imágenes impactantes de un niño en muletas y un mensaje que resonaba fuerte con su voz dulce: “Déjame creer que puedo ser feliz, dame una razón para vivir”. Para amenizar la amanecida, la orquesta de los Hermanos Silva puso las notas de fiesta para que bailen en casa quienes lo desearan. Muchas empresas también aportaron su granito de arena. El Comercio donó 5 millones de soles en pauta publicitaria para que el mensaje de ayuda llegara a todo el país. En su segundo día, ofreció 10 millones más como aporte en dinero, mientras que los trabajadores de la empresa, a través de una colecta, aportaron la suma de 300 mil soles. “Toda ayuda es importante”, era el mensaje que se repetía, y por eso se veía desfilar desde empresarios con cheques generosos a personas humildes y niños con sus alcancías de chancho, listos para hacer donativos.

Mientras tanto, en el Coliseo Amauta se realizaba una gran bailatón de resistencia. En el segundo día, finalmente, se pudo anunciar que se había sobrepasado la meta del millón de dólares, pero la gente estaba tan conmovida que siguió donando en los días siguientes hasta alcanzar los dos millones de soles. El evento se desarrolló con similares alcances en sus primeros años, aunque luego llegaron tiempos más inciertos. En 1992 se vivió un hecho triste: fue la primera vez que no se alcanzó la meta. Después surgieron problemas con la marca Teletón, lo que llevó a los hermanos de la orden a lanzar iniciativas distintas. “Fueron los años en que salimos con otros nombres como Tele San Juan, en Frecuencia Latina”, recuerda el hermano Isidro Vásquez, director de la fundación Teletón. En 2007, incluso, el evento fue cancelado debido al terremoto de Pisco. Recién en 2008, superados los ‘impasses’, pudieron volver a usar la marca que los hizo conocidos.

Al igual que la primera Teletón, en la de 1982, se realizó el famoso “bailetón” animado por Augusto Ferrando en el Coliseo Amauta. En esa ocasión participaron unas 300 parejas que bailaron hasta que solo quedaron seis. Entre ellas se repartió un millón de soles.  Foto: GEC Archivo Histórico
Al igual que la primera Teletón, en la de 1982, se realizó el famoso “bailetón” animado por Augusto Ferrando en el Coliseo Amauta. En esa ocasión participaron unas 300 parejas que bailaron hasta que solo quedaron seis. Entre ellas se repartió un millón de soles. Foto: GEC Archivo Histórico
/ EL COMERCIO

“En 2008 se creó la fundación Teletón y ese año relanzamos todo, y por suerte tuvimos la gran ayuda del entonces presidente Alan García, quien organizó una cena benéfica y puso a disposición el Palacio de Gobierno”, recuerda el hermano Vásquez. Se recaudaron 12 millones de soles, la cifra más alta hasta la fecha. Desde ese año, la Teletón contó con la oportuna asesoría del presentador chileno Francisco Kreutzberger, popularmente conocido como Don Francisco, que es promotor del concepto Teletón en Latinoamérica.

“Creo que la Teletón ha logrado con los años cambiar la percepción sobre la discapacidad. En los años 80 no se hablaba de este tema y hoy está en la agenda pública. Además, todo esto contribuye a construir un país más igualitario”, opina Laura Huarcayo, la recordada figura televisiva, que apoya a la Teletón desde hace varios años. “Ahora somos más conscientes de la necesidad de las personas con discapacidad física, que la podemos tener cualquiera. Creo que somos más conscientes, tenemos más empatía, logramos llegar a las familias y logramos nosotros también conocer las historias más de cerca. Yo siento que la Teletón de mi infancia no ha cambiado mucho. En mis épocas hacíamos las colectas en latita. Ahora es una teletón digital”, refuerza Huarcayo. Lo que no ha cambiado es el concepto de fondo: todos podemos ayudar a alguien en situación de desventaja y ningún aporte resulta pequeño. Todo donativo cuenta.

Contenido Sugerido

Contenido GEC