Defectos en el gen TLR7 en personas menores de 60 años y la presencia de autoanticuerpos contra los interferones de tipo I en los de mayor edad incrementan la gravedad del COVID-19, según dos estudios internacionales.
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Los estudios, liderados por la Universidad Rockefeller de Nueva York y el Hospital Necker-Enfants Malades de París, los publica hoy la revista “Science Immunology”.
El primer trabajo partía de la experiencia de que la edad es el principal factor de riesgo para padecer COVID-19 y de los datos que demuestran que el riesgo de hospitalización y muerte por neumonía se duplica cada 5 años, y ha confirmado que este incremento en el riesgo se explica, al menos en parte, por la presencia de autoanticuerpos contra IFN de tipo I, es decir, el desarrollo de una respuesta autoinmune contra los interferones de tipo I propios.
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Los resultados muestran que, en global, un 13,6% de los pacientes con COVID-19 tienen este tipo de autoanticuerpos, un porcentaje que aumenta hasta el 20% en pacientes mayores de 80 años con esta condición.
“Estos autoanticuerpos pueden explicar el incremento del riesgo para COVID-19 grave y demostramos que lo hacen especialmente en el caso de las personas mayores”, según Roger Colobran, jefe del Grupo de Investigación en Inmunología Diagnóstica del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR).
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Según Colobran, estos autoanticuerpos son una causa y no una consecuencia de la infección por SARS-CoV-2, y en menores de 70 años, entre un 0,17 y un 1,1% de las personas tienen autoanticuerpos y, en mayores de 70, se encuentran en entre un 1,4 y un 4,4 %, mientras que entre 80 y 85 años se observa un incremento de entre un 4,2 y un 7,1 %.
De acuerdo con el estudio, cerca del 20% de las muertes por COVID-19 están relacionadas a estos autoanticuerpos, que, en lugar de protegerlos, pone en mayor riesgo a las personas ante la enfermedad.
“Con la edad, el sistema inmunitario va envejeciendo: es lo que se conoce como inmunosenescencia. Esto hace que sea más probable que aparezcan fenómenos de autoinmunidad como este”, ha puntualizado Soler-Palacín, jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría del Hospital Vall d’Hebron.
Para este análisis, los investigadores estudiaron muestras de sangre de 3.595 pacientes hospitalizados por COVID-19 crítica, 623 pacientes graves, 1.639 pacientes con infección leve o asintomática y 34.159 individuos sanos para estudiar si tenían este tipo de autoanticuerpos.
El segundo de los estudios establece que los pacientes con mutaciones o deficiencias en el gen TLR7 tienen más posibilidades de contraer un diagnóstico de COVID-19 grave o crítico, especialmente en los hombres menores de 60 años.
El TLR7 es un gen del sistema inmunitario que contribuye a producir interferones de tipo I (IFN-I), claves para dar una respuesta inmunitaria contra el SARS-CoV-2, por lo que si sufre un defecto aumenta las posibilidades de presentar un diagnóstico grave.
“Hemos visto que estos errores genéticos aparecen sobre todo en pacientes más jóvenes, de menos de 60 años”, ha concretado Pere Soler-Palacín, jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría del Hospital Vall d’Hebron.
Además, el TLR7 es un gen que está en el cromosoma X y por ello tiene un papel en hombres y solo ocasionalmente en mujeres, lo que podría explicar el peor pronóstico de la COVID-19 en los varones respecto a las féminas.
El estudio analizó a 1.202 pacientes, 20 de los cuales, de entre 7 y 71 años, presentaron deficiencias en el TLR7 y no habían sufrido diagnósticos o enfermedades graves previas.
Los autores de los dos trabajos han insistido en la importancia de conocer los factores que influyen en la respuesta ante el SARS-CoV-2 y esperan que abra la puerta a terapias dirigidas en función del perfil de cada paciente.
Con información de EFE
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