Anahí de Cárdenas se ha convertido en un ícono del empoderamiento femenino, pues su lucha contra el cáncer de mama ha inspirado a muchas otras mujeres del país. Ahora, la actriz es el nuevo rostro de la marca Pantene para Latinoamérica. “Me llamaron para que sea imagen de ellos cuando no tenía ningún pelo en la cabeza, me pareció increíble”, recuerda. Pero aquello no importaba: se trataba de expresar lo que estaba sucediendo dentro de ella, cuando no tener pelo significaba renacer. “En octubre, mes de prevención en la lucha contra este mal, formaré parte de una campaña de concientización”, dice.
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-¿De dónde sacaste tanta fuerza para no doblegarte en los momentos más difíciles?
Precisamente de mi familia, de mi novio, de mis hijos (sus mascotas), de mis ganas de salir adelante y de ser una mejor persona. Sabía que me iba a curar, pero no sabía qué transformativo iba a ser ese proceso y qué increíble iba a ser, cómo iba a llegar a terminar de cambiar mi forma de ver la vida y mi manera de relacionarme con el mundo.
-¿Y de qué forma ves ahora la vida y te relacionas con el mundo?
Ahora siempre veo el vaso medio lleno, es decir, puedes estar pasándola mal, pues la vida tiene altos y bajos, pero es cuestión de uno poder cambiarle la perspectiva y transformar esas cosas malas en oportunidades para crecer.
-¿Qué se viene para ti en esta nueva etapa?
Tengo un millón de cosas pasando al mismo tiempo. Estoy retomando mi música, durante cuarentena lancé el sencillo “Calei”, lanzaré un nuevo tema este mes, estoy haciendo mi obra de teatro “Té de tías”, que está en Joinnus y es la antesala para “Té de tías 2” que vamos a poner en Zoom. También estoy haciendo una versión nueva de la obra para niños “Zoom, me equivoqué”, que estrenamos el próximo mes. Y muchas otras cosas más.
-¿Cuán importante han sido las redes sociales en todo este proceso?
Me han ayudado bastante. Empecé a contar mi proceso egoístamente, pues cuando uno comparte sus problemas, estos se hacen más chicos. Cuando tienes un problema y le das vueltas en la cabeza, se puede volver una bola de nieve y -potencialmente- una avalancha. Entonces, empecé a narrar procesos sin darle un juicio de valor para un poco sacarlo de mí.
-¿Cuando compartiste la cicatriz de tu mastectomía, buscabas demostrarle al mundo que tienes el control de cuerpo o que sigues siendo sexy?
Ambas, una no excluye a la otra. Puedo tener el control de mi cuerpo y ser sexy al mismo tiempo, creo que hay un error en cómo ve la gente la exposición del cuerpo. Mucha gente lo ve como algo malo, yo lo veo como un tema de control de narrativa y creo que uno tiene la capacidad de hacer de su capa un sayo y de su ‘totorrete’ un papagayo. Tú con tu cuerpo y con tu imagen puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando estés de acuerdo con eso. Lo que los demás quieran interpretar con tu imagen no es tu problema, es el problema del resto.
-¿Esta también representó para ti una batalla contra el espejo?
Sí, claro. Fue difícil, al comienzo fue complicado, me dolía, me inspeccionaba, no lograba encontrarle sentido a todo; pero poco a poco fui cayendo en cuenta que lo que no entendía, no era el tema físico, sino lo que me estaba pasando en el interior. Y una vez que resolví eso, el tema físico tomó un segundo plano. Si ya estaba bien emocionalmente, automáticamente estaba bien físicamente.
-¿Qué fue lo más difícil de todo este proceso?
Todo fue complicado, aunque el momento más bajo que tuve fue después de mi segunda quimioterapia, cuando me tuvieron que volver a internar porque me deshidraté, ahí fue cuando le dije a mi novio: “Ya no quiero más, no voy a seguir. Se acabó”.
-¿Y qué te animó a seguir?
Fue gracias a la fuerza de mi familia, mis amistades y la gente que me acompañaba, que puede salir adelante. Ese fue mi momento más bajo, que todos me cargaban, me dijeron: “Vamos, para adelante, no estás sola”.
-El cáncer es una enfermedad que te enfrenta directamente con la muerte, que te puede matar. ¿Le tenías temor a la muerte?
Claro que te da miedo, enfrentarte con eso es duro, te abre los ojos.
-Incluso en los momentos más duros de la enfermedad, te mantuviste activa, dictando clases, actuando.... ¿Por qué nunca paraste?
Porque si lo hacía, me iba a ir al tacho emocionalmente. Mi trabajo es mi sostén, siempre ha sido así, es mi pasión, tú me quitas mi trabajo y me quitas la vida. Yo amo mi trabajo, entonces no podía parar, era imposible.
-¿De dónde salió el hashtag #FuckCancer?
Un día puse el hashtag y de pronto ya existía, fue como una simbiosis que resultó del Universo.
-Tras esta enfermedad existe un antes y un después en tu vida?
Claro que sí. Creo que ahora todo tiene más sentido, todo lo que hago lo hago con un propósito y una vez que encuentras un propósito lo demás cae por su propio peso, es una nueva vida.
-Ganaste esta batalla. ¿Qué se viene ahora?
Estoy recuperándome de mi reconstrucción y mastectomía de mi mama izquierda, tengo una semana de operada. Hasta dentro de tres meses estaré libre de chequeos y tengo que tomar pastillas por los próximos cinco años. El cáncer va a ser parte de mi vida siempre, pero ya estoy de vuelta.
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