Prometió al mundo que "sobre el arcoiris" había una tierra de paz y felicidad donde los sueños se cumplían, pero Judy Garland, de cuya muerte se cumplen mañana 50 años, escondió bajo su leyenda una vida sombría y tormentosa marcada por las adicciones y los problemas personales de todo tipo.
El cementerio Hollywood Forever de Los Ángeles (EE.UU.) acoge desde 2017 los restos de Judy Garland, que falleció el 22 de junio de 1969 en Londres por una sobredosis cuando tenía 47 años.
La tumba de la protagonista de "The Wizard of Oz" (1939) es una de las más buscadas y visitadas en el Hollywood Forever, un ejemplo de que su legado pervive dado que en este famoso cementerio no escasean las estrellas: Rodolfo Valentino, John Huston, Douglas Fairbanks, Cecil B. DeMille, Mickey Rooney, Dee Dee y Johnny Ramone (Ramones), Chris Cornell (Soundgarden), etc.
Otro lugar de peregrinación indispensable para los fans de Frances Ethel Gumm (su nombre real) es el Museo Judy Garland situado en su ciudad natal de Grand Rapids (Minesota, EE.UU.).
Allí comenzó el jueves el Festival Judy Garland 2019, que recordará y homenajeará a la cantante y actriz con conciertos, concursos y proyecciones.
A los que no hayan podido acudir a Grand Rapids les queda otra opción muy apetitosa pero para la que tendrán que esperar todavía un poco: el estreno en setiembre de "Judy", película biográfica sobre la célebre artista y en la que Renée Zellweger asume el reto de dar vida a Judy Garland.
Sin embargo, su hija Liza Minnelli no parece del todo convencida con esta cinta, ya que en una entrevista publicada la semana pasada en Entertainment Tonight describió a Zellweger como una actriz "maravillosa", pero mostró sus reservas sobre el proyecto.
"Espero que no hagan lo que siempre hacen. Eso es todo lo que tengo que decir", afirmó.
Mito para los amantes de los musicales e icono para la comunidad LGBTI, Judy Garland sigue cautivando al público hasta extremos que van más allá de la ley, como cuando alguien robó en 2005 un par de los inolvidables zapatos rojos que la intérprete llevó en "The Wizard of Oz".
Y aunque el FBI anunció el pasado septiembre que trece años después del robo había dado con los famosos zapatos, todavía no se sabe quién estuvo detrás del crimen.
Muchas de las metáforas más recurrentes y trilladas de Hollywood encajan perfectamente en la biografía de Judy Garland: niña prodigio, estrella mundial, juguete roto y víctima trágica de la fama.
El recuerdo sobre su figura está ineludiblemente vinculado a "The Wizard of Oz", encantadora y colorida fábula llena de imaginación que la coronó con tan solo 17 años como intérprete (se llevó un Oscar especial como actriz joven) y como cantante de uno de los temas más famosos del siglo XX: "Over the Rainbow".
Artista muy precoz en espectáculos de vodevil, Garland vivió de muy joven los abominables abusos de Hollywood, ya que le dieron pastillas para que no engordara y para que pudiera soportar los rigores del trabajo.
Así empezó la adicción a las drogas que la perseguiría toda su vida, aunque el machismo y la explotación laboral de la industria del espectáculo se cruzaron en su camino de manera constante y a comienzos de los años 40 se vio obligada, bajo presiones de su círculo cercano, a abortar un embarazo para no perjudicar su carrera como ídolo juvenil en el cine.
Además de sus problemas de salud mental, Judy Garland también tuvo que sortear una tumultuosa vida sentimental: se casó en cinco ocasiones (el director Vincente Minnelli fue su esposo más famoso) y mantuvo relaciones con Frank Sinatra, Orson Welles o Tyrone Power.
Todo esto no fue un obstáculo para que triunfara en la gran pantalla con una filmografía en la que, además de "The Wizard of Oz", sobresalen títulos tan destacados como "Meet Me in St. Louis" (1944), la segunda versión de "A Star Is Born" (1954) o "Judgment at Nuremberg" (1961).
La misma popularidad alcanzó como cantante, una faceta en la que el ilustre disco "Judy at Carnegie Hall" (1961), con el que ganó el Grammy al álbum del año, puede servir como introducción ideal para los que quieran asegurarse de que Judy Garland brillaba tanto en el set de rodaje como sobre el escenario y frente a un micrófono.