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Jesús Vásquez: 105 años de la voz que sigue siendo el alma del Perú | FOTOS
Hace 105 años, el 20 de diciembre de 1920, en Lima, nació una de las grandes intérpretes del criollismo peruano: María de Jesús Vásquez, o simplemente Jesús Vásquez, la voz que el país consagró para siempre como la “Reina y Señora de la Canción Criolla”.
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El 20 de diciembre de 1920,Jesús Vásquezvio por primera vez la luz en Lima. Ella era una niña predestinada a la gloria en los escenarios, aunque sus primeros pasos fueron los de cualquier pequeña de barrio que encontraba en el canto un refugio.
Su voz, que años más tarde sería aplaudida por el público, comenzó a forjarse en la sencillez de un hogar de la calle Pachacamilla (hoy jr. Huancavelica esquina con jr. Chancay), a una cuadra de la iglesia de Las Nazarenas, en el Cercado de Lima, donde la música era el lenguaje cotidiano y la identidad se esculpía con toques de guitarra y suaves golpes de cajón.
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Todo cambió en 1939. En el escenario del Teatro Segura, una joven Jesús Vásquez se presentó en un concurso organizado por la revista El Cancionero de Lima. No fue cualquier competencia; se trató del momento exacto en que el público limeño, por aclamación popular, le ciñó la corona que jamás se dejaría quitar: la de “Reina de la Canción Criolla”.
Lima, 14 de noviembre de 1970. La cantante Jesús Vásquez estaba a sus 50 años en el esplendor de su arte. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Desde aquel triunfo inicial, su carrera despegó con la fuerza de un vendaval. Su talento no pasó desapercibido para el cine nacional, participando en cintas que en la actualidad son tesoros de nuestra cinematografía como “El guapo del pueblo” y “Palomillas del Rímac”. Eran los años dorados de la productora nacional Amauta Films, donde Jesús Vásquez proyectaba un garbo y una elegancia que cautivaban a las cámaras. Su voz, sin embargo, pedía horizontes más amplios.
Así, en 1944 emprendió su primer gran viaje hacia la ciudad de Buenos Aires, la capital del disco en aquel entonces. Firmó para la prestigiosa Casa Odeón, dejando grabadas versiones que se convertirían en definitivas bajo la batuta del maestro Jorge Huirse Reyes, marcando un estándar de calidad difícil de superar.
Fue en esas sesiones donde inmortalizó las canciones “Todos vuelven”, “Cholita” y “El plebeyo”. Este último tema fue creado por el gran compositor Felipe Pinglo Alva, quien encontró en Jesús Vásquez a su intérprete más auténtica y legítima. Lo suyo no solo era cantar sino también interpretar el drama social y el sentimiento profundo que Pinglo había volcado en sus letras.
Lima, 15 de agosto de 1978. Jesús Vásquez en el Jorge Chávez, en marcha al extranjero con Óscar Áviles. Un dúo de polendas: buena música y carisma. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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JESÚS VÁSQUEZ: GIRAS Y CONSAGRACIÓN INTERNACIONAL
Aquel periplo por el sur del continente fue solo el inicio de una aventura que duró un año y ocho meses. Ella recorrió Estados Unidos de América, Centroamérica y Sudamérica, llevando consigo el vals peruano como una bandera. Su presencia en escenarios extranjeros era la prueba de que nuestra música criolla tenía la jerarquía necesaria para codearse con los grandes géneros del mundo.
A su regreso, la figura de la “Reina” limeña era ya una institución. No hubo género musical ajeno para ella: desde la elegancia del vals hasta la picardía de la marinera, pasando por tonderos, polcas y hasta huaynos. Su versatilidad era el reflejo de un Perú diverso que Jesús Vásquez lograba unir a través de su privilegiada voz.
En el ámbito local, sus presentaciones eran verdaderos sucesos. Bastaría recordar aquel 29 de junio de 1983, cuando en una muestra de su arraigo popular, entregó la copa al capitán crema Germán Leguía tras un clásico entre Universitario y Alianza Lima. La cantante criollaera, en todo el sentido de la palabra, una figura transversal a la sociedad peruana.
Lima, 31 de marzo de 1987. "La Reina y Señora de la Canción Criolla" participa en un homenaje a Eloísa Ángulo, otra estrella de la música criolla peruana. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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La década de 1980 la encontraron rodeada de otros grandes del criollismo. Se recuerda con especial nostalgia sus reuniones con Esther Granados y Lucila Campos, como aquel homenaje a Eloísa Angulo en marzo de 1987. Eran las “Gloriosas”, las guardianas de una tradición que se resistía a morir frente a la modernidad arrolladora.
JESÚS VÁSQUEZ: EL RECONOCIMIENTO DE LOS MAESTROS
Uno de sus aliados más constantes fue el maestro Óscar Avilés. Juntos, en recitales criollos a mediados de los años ochenta, ofrecieron lecciones de maestría. Ver a doña Jesús Vásquez cantar junto a la primera guitarra del Perú era asistir a un rito sagrado donde la técnica y el sentimiento se fundían en una interpretación perfecta.
Su labor no fue solo artística, también fue magisterial. Por ello, el Estado Peruano le otorgó con justicia la Orden del Sol y las Palmas Magisteriales. Estos honores reconocían a la mujer que había educado el oído de generaciones, enseñándoles que la peruanidad también se construía con la elegancia de un verso bien cantado.
En 1987, la Organización de Estados Americanos (OEA) la declaró Patrimonio Nacional de América. Aquel galardón ponía su nombre en el Olimpo de la música continental, junto a figuras que habían logrado trascender sus fronteras natales. Para María de Jesús, sin embargo, el premio más grande seguía siendo el aplauso de su gente.
A pesar de los honores, el tiempo empezó a cobrar su cuota. En sus últimos años, la memoria, esa que había guardado miles de versos, empezó a fallarle. El Alzheimer la sumió en un silencio donde ya no recordaba que había sido la más grande, viviendo sus días ajena a los homenajes y resignada a una existencia sencilla.
La salud de la soberana se quebró definitivamente en marzo de 2010. Tras una operación gástrica de emergencia, su cuerpo cansado inició la despedida final. El 3 de abril de 2010, a los 89 años, el Perú la perdió definitivamente. La noticia de su muerte cayó como un velo de luto sobre los barrios y los grandes teatros por igual.
El Comercio siempre admiró y respetó a la maravillosa cantante criolla que fue Jesús Vásquez. Su muerte en el 2010 fue un duro golpe.(Foto: Archivo de El Comercio)
La pena tras su partida llevó el compás de sus temas más inspirados: “Corazón” de Lorenzo Humberto Sotomayor o “Cuando llora mi guitarra” de Augusto Polo Campos. Su familia, a través de la Asociación Cultural Musical Jesús Vásquez, se ha encargado de proteger un legado que incluye un museo inaugurado en 2009 en San Miguel para que su historia no se pierda en el olvido.
La historia de Jesús Vásquez es la de una Lima que se está yendo, pero que sobrevive aún en cada disco de vinilo y en cada archivo digital. Su voz sigue siendo el espacio acogedor para los que vuelven, para los que lloran y para los que celebran la vida. No hubo otra como ella, con esa finura de la vieja guardia criolla.
Al recordarla este 20 de diciembre, celebramos el nacimiento de la artista y, a la vez, la vigencia de una identidad criolla. Es cierto, doña Jesús Vásquez descansa en paz desde hace 15 años, pero su trono sigue intacto. Porque mientras una guitarra suene en algún rincón del Perú, la voz de la Reina seguirá diciendo que "todos vuelven a la tierra en que nacieron“.