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Pioneras en el cielo: la historia de las primeras mujeres paracaidistas preparadas en el Ejército | GALERÍA
Una emoción sin igual sintió un grupo de jóvenes mujeres paracaidistas que, a mediados de la década de 1970, saltaron de un avión Búfalo y vieron que la tierra se les venía encima. Era la primera promoción femenina de paracaidistas del Ejército que dejó una huella imperecedera en su generación.
En setiembre de 1975, Lima fue testigo de un evento sin precedentes: la primera promoción femenina de paracaidistas del Ejército Peruano descendió con valentía y determinación. Los años han transcurrido, pero el ardor y la pasión que estas mujeres sintieron al desafiar la gravedad y surcar los aires permanecen imborrables. El testimonio de Cristina Benito Orozco, entonces la más joven del grupo, así lo revela.
El primer salto de mujeres en el Perú ocurrió el 8 de marzo de 1975, el Día de la Mujer. El titular del diario El Comercio lo decía todo: “Un salto impecable”, y en la crónica resumía que el vuelo en paracaídas de las jóvenes “demostró la pericia que puede alcanzar la mujer peruana en cualquier actividad”. (EC, 09/03/1975)
Fue un sorprendente descenso el que se hizo durante el verano del 75 en el Aeródromo de Collique, desde una altura aproximada de 500 metros. Ese día, fueron destacadas por el diario decano las señoritas Rosario de Cabrera, Gisella Giampietri, Sonia Gurrionero, entre otras.
Para más evidencia femenina en el acontecimiento paracaidístico, la avioneta que las había transportado era piloteada por la aviadora civil Marlón Dallago. Pero aquello fue solo el comienzo. Ese mismo año de 1975, en setiembre, se daría un suceso mayor, debido al número de mujeres participantes.
EL SALTO MASIVO DE MUJERES PARACAIDISTAS EN 1975
El 21 de septiembre de 1975, hicieron historia 240 valientes mujeres, muy jóvenes ellas, quienes saltaron y quedaron inmortalizadas como la primera promoción de paracaidistas del Ejército, orgullosamente bautizada con el nombre de “Micaela Bastidas Puyucahua”.
Desde similar altura al salto del 8 de marzo, los 500 metros que las separaban del suelo fueron el mayor reto de sus vidas, hasta ese momento. Ya no era el Aeródromo de Collique, sino la zona de Lomo de Corvina, en Villa El Salvador (VES); y ya no era una avioneta sin aviones Búfalo, que intimidaban a cualquiera. Ellas desafiaron al miedo, a la posibilidad de tener un grave accidente, incluso fatal.
Cristina Benito Orozco tenía 14 años cuando empezó a prepararse para ese gran día, y 15 años cuando voló con el Búfalo y dio el salto. Nunca lo olvidará.
“Me enteré de ese curso de paracaidismo por El Comercio. Fue una oportunidad para mostrar la presencia de la mujer en la Escuela Militar, porque antes no había esa opción. Yo estudiaba en la Gran Unidad Escolar Mercedes Indacochea, en Barranco, frente a la Escuela. Me ponía las botas almorzando, luego de las clases, porque de otro modo no llegaba a las prácticas. La preparación en el curso duró tres meses”, reveló Cristina Benito, hoy de 63 años.
Ellas tuvieron, por supuesto una buena preparación técnico-militar para cumplir a cabalidad ese reto. Se dieron saltos previos, en el galpón, desde la torre de 15 metros de altura. Dos saltos previos el mismo setiembre de 1975 y ese mismo mes, el 21 y el 25, los saltos desde el poderoso avión Búfalo.
Ese 21 de setiembre, al mediodía, los cinco aviones Búfalo liberaron a las jóvenes sobre la desértica zona de Lomo de Corvina, en VES. El cielo limeño apareció por unos segundos invadido por los paracaídas que descendían hasta tocar tierra uno a uno; hubo algunos aterrizajes complicados o enredados, otros con golpes incluidos, otros limpios.
Los abrazos a familiares y amigos abundaron tanto como las lágrimas de alegría, de emociones contenidas. Podía decirse que esas muchachas ya estaban encaminadas para, si deseaban, hacer una carrera como paracaidistas en el Ejército.
VILLA EL SALVADOR: EL SALTO MÁS EMOCIONANTE DEL MUNDO
¿Cómo fue ese primer salto para usted? ¿Qué emociones sintió?, interrogamos a Cristina Benito Orozco.
“Mi noche previa fue larga. Casi no dormí, esperando a que amaneciera. Tenía miedo, claro, pero lo vencí, porque sabía que estaba bien preparada. Estaba con mis amigas, mantuvimos la alegría y yo me encomendé a Dios”, contó, emocionada.
Las sensaciones que uno puede sentir en plena caída pueden ser inenarrables. Pero Cristina Benito, una decidida mujer de 63 años, hizo el intento para el diario decano.
Ella dijo: “El cuerpo se siente como de algodón, frágil, en esos primeros segundos; es como un ensueño, del que despiertas cuando se abre el velamen del paracaídas principal, en la espalda. Cuando vas cayendo, nos sientes que caes sino que la tierra se te viene encima. Cuando llegas a tierra y todo salió bien, eres otra persona”.
Pero no todo fue perfección. Si bien en su primer salto le fue muy bien; en el segundo salto, el 25 de setiembre de 1975, cuatro días después, Cristina Benito hizo “cabeza boba”, pues cayó de espalda, se golpeó la cabeza y el velamen la arrastró unos metros. Felizmente se recuperó casi de inmediato.
“Muchas chicas se retiraron con el curso de paracaidismo, pero yo llevé otro curso, en el que aprendimos a doblar y reparar los velámenes del paracaídas. Estaba con tanto entusiasmo que me inscribí para llevar otro curso más, el de monitora, que es la ayudante de la instructora. Fui monitora de la segunda promoción, que se llamó ‘María Parado de Bellido’”, confesó la otrora paracaidista más joven de su promoción.
Cristina Benito reveló que poco antes del salto habían participado en el desfile militar en la avenida Brasil ante el presidente Juan Velasco Alvarado, y que cuando se graduaron estuvo el otro presidente militar, Francisco Morales-Bermúdez y su esposa Rosa Pedraglio de Morales Bermúdez, quien fue la madrina de su promoción.
Ahora, Cristina Benito Orozco se alista junto con sus ex colegas y hoy amigas a celebrar las Bodas de Oro de su histórica promoción.