7 de noviembre de 1995: Fernando Zevallos, propietario de la aerolínea AeroContinente es entrevistado por el periodista Miguel Ramírez, de la Unidad de Investigación de El Comercio.
FOTO: LUIS LAOS / EL COMERCIO
7 de noviembre de 1995: Fernando Zevallos, propietario de la aerolínea AeroContinente es entrevistado por el periodista Miguel Ramírez, de la Unidad de Investigación de El Comercio. FOTO: LUIS LAOS / EL COMERCIO
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Miguel Ramírez

La primera vez que escuché el nombre de Fernando Zevallos González, el famoso ‘Lunarejo’, fue en 1995, durante uno de los viajes que hice a la selva tras la incautación de un enorme cargamento de cocaína. Un sábado, mientras estaba en Tarapoto, un amigo de la Policía Antidrogas me invitó a Papilón, la discoteca a la que llegaba la flor y nata de los policías, narcos y gente de la DEA. Ese día se realizaba ahí el Miss San Martín, lo que me llamó la atención fue el premio: nada menos que 5.000 dólares otorgados por Aerocontinente. Le pregunté a mi amigo quién era el dueño de la aerolínea y me dio el nombre del ‘Lunarejo’. “Es un narcazo”, me dijo.

Cuando volví a Lima empecé a investigar a Zevallos en el archivo de El Comercio. Gracias al dato de un amigo, encontré recortes que decían que a los 18 o 19 años ‘Lunarejo’ ya traficaba droga hacia Colombia. También había registro de la semana que estuvo preso en Pucallpa y de que había mandado matar a su competencia. A partir de ahí yo prácticamente viví en la selva reconstruyendo la historia de Zevallos. Establecí contacto con sus enemigos. Uno de ellos era un muchacho, cuyo nombre no voy a decir, que había sido quien acondicionaba la droga en las avionetas que salían a Colombia. Logré convencerlo para que me diera una entrevista. Su testimonio fue revelador y contundente.

La historia se publicó en diciembre de 1995. Aerocontinente lanzó una campaña despiadada contra el Diario. El 2004 fue el año más difícil porque ‘Lunarejo’ nos querelló por US$205 millones, quiso secuestrar a mi hijo, que tuvo que irse a Estados Unidos. También se descubrió un plan para atentar contra el director, Alejo Miró Quesada, Fernando Ampuero y contra mí. El Diario me puso seguridad por varios años. Siempre voy a estar agradecido con El Comercio por todo el apoyo que me dio.

‘Lunarejo’ –a quien entrevisté en tres oportunidades– fue sentenciado a 20 años de prisión en el 2005. Ese es el momento que más recuerdo de la cobertura. La labor del periodista es poner en evidencia hechos delictivos. Esa es la mayor satisfacción y vale todos los momentos difíciles que uno pueda pasar. Recuerdo la entrevista que le hice a ‘Polaco’, el lugarteniente de Zevallos, que me contó cómo me iban a matar en San Isidro. Dos meses después de esa charla, mientras celebraba Navidad con mi familia, entra una llamada a mi celular. “Hola, Ramírez, soy ‘Polaco’. Feliz Navidad, maestro”. Gajes del oficio.


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