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Conoce al peruano que hoy es de los mejores cirujanos en Estados Unidos y busca dar becas a más médicos en Perú
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Gerson Florez siempre supo que quería ser médico. Nacido en el Callao y criado en Estados Unidos desde niño, tuvo clara su vocación desde temprano. Pero como muchos jóvenes latinoamericanos, su principal obstáculo fue económico. No podía costear los estudios de medicina de inmediato, así que postergó ese sueño para trabajar.
Fue mesero, barman y técnico en radiología. Durante ese tiempo, consiguió un puesto como asistente médico con dos cirujanos ortopédicos de mano en Virginia. Ese encuentro cambió su vida. Lo que empezó como un trabajo temporal se convirtió en una oportunidad de descubrimiento profesional. Rápidamente pasó de ayudar con tareas básicas a interpretar radiografías y manejar la oficina. Fue entonces que tomó una decisión clave: dejarlo todo y postular, por segunda vez, a la facultad de medicina.
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“Me estaba divirtiendo demasiado en ese trabajo, y supe que si no lo intentaba en ese momento, me iba a quedar ahí”, recuerda.
Su primera postulación fue rechazada, pero no se rindió. Ingresó a un programa post-bachillerato intensivo, donde debía sacar más de 94 puntos en cada examen para continuar. Lo logró. Entró a Georgetown University y allí se reencontró con su vocación, esta vez con una especialidad distinta a la que imaginó.

De la pediatría a la ortopedia: una pasión por reconstruir
Durante sus años de formación, Florez pensaba dedicarse a la pediatría. Le gustaba trabajar con niños, pero cada vez que veía a uno en el hospital, lo encontraba enfermo, decaído, sin ganas de jugar. No podía con eso.
Por otro lado, su propio historial deportivo, con fracturas, esguinces y quemaduras, le había dado una afinidad natural con la ortopedia. El trabajo con los cirujanos de mano también lo había enamorado de la especialidad.
Ya como estudiante de medicina, viajó a Perú para una misión médica en Ayacucho y Cusco. Luego hizo una rotación en Cayetano Heredia. Allí notó una brecha muy clara entre la formación médica en Estados Unidos y en Latinoamérica: el acceso a la información.
“No es que no supieran. Es que no tenían acceso. Les bajaba artículos desde Georgetown y se los imprimía”, cuenta. Esa experiencia lo marcó profundamente.

Un programa para abrir puertas a médicos latinoamericanos
El doctor Florez es hoy cirujano de mano y extremidad superior en Cleveland Clinic Florida, una institución reconocida a nivel mundial. En 2023 y 2024 fue nombrado uno de los mejores médicos latinos en EE. UU. por Castle Connolly. Pero más allá de sus logros personales, ha creado algo que podría cambiar vidas: el programa LATAM Ortho CCF.
Este programa permite que residentes de ortopedia en Latinoamérica hagan una residencia de un mes en Cleveland Clinic Florida. No operan, pero observan decenas de procedimientos, asisten a consultas, presentan casos y se conectan con especialistas de primer nivel.
“El último observador que vino de Ecuador vio siete reemplazos de hombro en un mes. En sus tres años de residencia en Ecuador, solo había visto uno”, comenta con una mezcla de humildad y admiración.
El programa cubre todo: pasaje, alojamiento, movilidad local y el costo de la aplicación. “Cuando yo era joven, dejé pasar oportunidades por miedo al costo. No quería que mi mamá se sintiera mal por no poder ayudarme. No quiero que otros pasen por lo mismo”, afirma.
El programa empezó con becarios de México, luego llegaron postulantes de Ecuador, Colombia, Argentina y hasta de Inglaterra y Arabia Saudita. Pero todavía no hay un peruano. El doctor Florez espera pacientemente.

¿Cómo postular al programa de ortopedia LATAM Ortho CCF?
- Estar en tercer o cuarto año de residencia en ortopedia.
- Tener dominio del inglés.
- Comprometerse a regresar a su país para ejercer lo aprendido.
Los seleccionados pueden llegar a observar hasta 50 operaciones durante el mes, que es el promedio de intervenciones que realiza el Dr. Florez. Además, los seleccionados cuentan con un mentor en su subespecialidad: artroplastia, medicina deportiva, tumores, etc.
Florez enfatiza que el programa no busca formar migrantes, sino líderes locales: “Elegimos médicos que quieren quedarse en su país. Así comenzamos a dar más apoyo desde dentro”.
Más que un cirujano: mentor, maestro y puente
Gerson Florez no concibe su trabajo solo como una serie de cirugías bien hechas. Para él, cada procedimiento es también una clase, y cada paciente, una oportunidad para enseñar.
“Opero y explico al mismo tiempo. Es mi manera de ejercer”, cuenta. Lo hace de forma natural: mientras avanza en quirófano, va narrando en voz alta lo que observa, lo que decide y por qué. Enfermeras, asistentes, internos u observadores escuchan atentos. Esa pedagogía espontánea, que brota casi sin esfuerzo, es parte de su esencia.
Ser mentor le exige más horas, más energía, más paciencia. Pero también le da propósito. Florez dedica tiempo adicional a preparar a cada observador del programa: revisan juntos los expedientes, analizan casos, ajustan detalles para las presentaciones finales.
Su calendario es apretado: realiza entre 500 y 600 cirugías al año. Sin embargo, reserva espacios entre cada observador para poder equilibrar su práctica con la enseñanza. “Dándome uno o dos meses entre cada uno me ayuda a balancear”, explica. Pero más allá del cronograma, lo que sostiene su motivación es algo más profundo.
“No vale la pena ser mentor si no te gusta lo que haces. Lo único que transmitirías es que no disfrutas tu trabajo”, dice con sinceridad. Esa pasión es contagiosa. Por eso sus observadores no solo aprenden técnicas, sino también una forma de vivir la medicina: con excelencia, con empatía, y con compromiso de retribuir.

Una invitación abierta a los médicos peruanos
La convocatoria para el año 2026 ya está abierta. Florez está en búsqueda de más fondos para poder mantener el programa, pero tiene espacio para cuatro residentes más. Ya hay varios postulantes en espera, y desea con fuerza que al menos uno de ellos sea peruano.
También anhela volver a su país, no solo para reencontrarse con sus raíces, sino para dictar charlas, participar en congresos locales y conectar en persona con la comunidad médica joven.
Su mensaje final a los estudiantes y residentes peruanos es claro: “Es importante mirar más allá de tu país. Si no buscas, pierdes la oportunidad de aprender. Ten el amor por tu país, aprende en tu país, pero también sal y regresa”.
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