Marco Quilca León

Doce pasos separaron a Alianza Lima de lo que hubiera sido un triunfo tan necesario como obligatorio. Pero el ejecutante, en este caso Sebastián Rodríguez porque Hernán Barcos -el encargado- se fue lesionado minutos antes, falló el penal. O mejor dicho, las manos benditas del buen portero Diego Enríquez -la figura del partido- atajaron el remate. Y luego, con ayuda divina, su pantorrila izquierda mandaron milagrosamente el rebote al córner.