Campeón con Alianza Lima en 1997 y protagonista de uno de los títulos nacionales más celebrados por el cuadro blanquiazul, el brasileño Marquinho es una voz autorizada para analizar el difícil momento deportivo por el que atraviesa el equipo en esta temporada. Con 53 años, el exfutbolista pasa sus días en cuarentena voluntaria en Lima junto a su hijo Lucas, a la espera de –por fin- poder volver a Brasil, donde lo espera su esposa Ronsángela, a quien no ve, salvo por las largas charlas vía Zoom, desde hace casi ocho meses debido a la pandemia.
De técnica exquisita para pegarle al balón, los goles –golazos- de tiro libre se hicieron su marca registrada durante su andar en el fútbol peruano. Defendió la camiseta de Alianza Lima en tres ocasiones, siendo la segunda la más exitosa al acabar con una pesadilla de dieciocho años sin campeonar bajo la dirección del colombiano Jorge Luis Pinto. Hoy, Marquinho pasa sus días en su nueva faceta de youtuber, con un programa de entrevistas llamado Tiro Libre, donde ahora le toca jugar con la palabra y lidiar con el temor escénico. Pero como sucedía hace poco más de dos décadas en Matute, el también técnico de fútbol se luce con ventaja.
-¿Qué cree que pueda estar pasando con Cristian Zúñiga?
Si lo trajo Alianza es porque ha visto que podía ayudar o solucionar un problema en ataque, condiciones debe tener. Pero la verdad es que está en una mala racha y cuando eso pasa, las cosas te salen mal. Son fases de un jugador que hay que superarlas porque el entrenador sigue creyendo en él. Necesita confianza, porque cuando no hay confianza las cosas salen mal, hasta se tropieza con el propio balón como pasó en el anterior partido. Creo que hay que seguir apoyando al equipo, porque no hay otra manera. Los malos resultados son rachas y las rachas tarde o temprano terminan.
-¿Cómo se asumen las responsabilidades de jugar tan mal entonces?
Creo que de eso todo el plantel tiene la responsabilidad, pero también tiene la urgencia de mejorar. Yo veo que los jugadores están tratando de hacer lo mejor, pero les está costando a todos imponer sus condiciones. Se nota que no hay confianza, eso se refleja dentro de la cancha, con cada balón que se pierde muy tontamente, las frustraciones, los contragolpes que les generan y las pocas jugadas claras de gol que ocasionan. Creo que todo empieza con la directiva, son ellos los que han escogido a los jugadores. En el papel el equipo es bueno, pero el papel no juega. Creo que no es un problema de grupo lo que les está pasando, creo que ellos están juntos. El problema es que las cosas no están saliendo como quieren.
-¿La luz al final del túnel está cerca?
El equipo ya estaba sufriendo dentro del campeonato local y mucho más ahora que empezó la Libertadores, va a ser más complicado porque las fechas son más apretadas, hay menos tiempo entre partido y partido, además están los viajes. Solo queda desear que se unan más porque estos son los momentos que definen al equipo como grupo humano, ellos van a decidir si están en condiciones de revertir la situación y superarla.
-¿La crisis deportiva es parte de la transición del estilo de Bengoechea a Salas?
No creo que no entiendan al entrenador, eso sería un absurdo. Están toda la semana juntos, analizan al rival, la formación, ven la pizarra. A mi manera de ver, lo que les está faltando es salir con un juego más agresivo, hay que tener volumen de juego para envolver al adversario. No veo fuerza de llegada en ataque y cuando llegan, que son muy pocas veces, no concluyen con eficacia. Las oportunidades de gol hay que meterlas. Cuando no la metes y no tienes variantes para generar más oportunidades, cuesta mucho ganar partidos.
-¿Entonces el problema es de plantel o técnico?
Hay buenos jugadores, pero falta un poquito más de agresividad, de profundidad, de movilidad. En mi experiencia, en el juego que yo he participado con Alianza Lima hace dos décadas, cuando entrábamos al campo teníamos muy clara la idea de juego y eso hacía que la confianza se viera reflejada. Teníamos profundidad, éramos muy agresivos en ataque, podía llegar el ‘Churre’ Hinostroza, (Juan Carlos) Bazalar, o cualquier otro. Arriba teníamos delanteros con mucho movimiento. Con Waldir, Bujica o ‘Balán’ (Gonzáles) abrías espacios, sacabas a los defensas, los centrales perdían la referencias. Alianza Lima siempre tuvo un juego pícaro, de pared, te toque corto, eso se ha perdido. Ahora veo muy poco de ese estilo para finalizar, para llegar al gol. Les hace falta creatividad para jugar.
-¿Qué más le hace falta al Alianza de Salas?
Veo muy poco que patean desde fuera del área. No hay ninguno que esté decidido a arriesgar, salvo Carlos Ascues que lo hizo una vez ante Racing. El remate es una variante cuando no existen las condiciones para crear y ejecutar, pero tampoco la aprovechan. Y esto también es falta de confianza. Mira lo que pasó ante Racing, ellos fallaron un penal y tuvieron dos remates al palo, siempre siguieron intentando. Se movían bastante a las espaldas, sin posiciones fijas, con mucha movilidad para buscar la manera de generar opciones. Alianza no.
-¿Se perdió el toque?
Sí, se ha cambiado la manera de jugar. Ahora cuesta mucho hacer lo que siempre hizo Alianza. En mi época el juego era corto, con el balón dominado, pelota al piso, se hacía un cambio de frente en el momento exacto, había un juego de aproximación. Esa es una palabra que usaba mucho el profesor (Jorge Luis) Pinto. Él hablaba siempre de ‘envolver el aniversario’, o sea el gol. Envolver es una palabra blanda, pero es muy significativa: hay que tener paciencia para llegar. Los muchachos ahora seguramente están deseando mostrar un fútbol que nos gusta, darnos alegría con el triunfo, pero tienen que entender que para alegrar al hincha, primero deben alegrarse ellos mismos, y eso se logra jugando convencidos de dar lo mejor.
-¿Influyen los problemas extradeportivos?
Alianza con este fútbol que muestra no está compitiendo. Todo lo que pasa alrededor, influye. El plantel que tiene Alianza es importante, para eso el Fondo Blanquiazul invirtió en varios jugadores y hubo un análisis previo. Ahora, hay que saber que estar en Alianza es muy complicado.
-¿Se deben hacer cambios si no llegan los resultados?
La planificación del inicio de año tiene que respetarse y seguir hasta el fin de la temporada. No es momento de cambiar, no va a solucionar mucho hacer eso. Es cierto, los entrenadores siempre son los primeros en pagar los platos rotos, los resultados son los que mandan. Pero yo puedo estar analizando sentado desde mi sillón, tomando una gaseosa, creo que es muy fácil. Por eso yo no quiero criticar, creo que siempre la crítica debe ser constructiva.
-¿Qué le falta al jugador de Alianza para salir de este hoyo?
Le hace falta creer más en sí mismo, ser más agresivo. El técnico te puede plantear la forma de jugar y la función en la cancha; pero siempre debes hacer un poquito más. Intentar algo diferente, romper el molde. Si haces un poquito más de lo que te toca, ningún entrenador te va decir ‘no, no hagas eso’. Me refiero a una jugada individual, a un cambio de ritmo que rompa las líneas. Ser creativo, pero inteligente para dejar de hacer siempre lo mismo.
-¿Es necesario un psicólogo para recuperar la confianza?
No, no creo que sea la salida porque el jugador que llega a Alianza tiene que saber que no hay psicólogo que te haga jugar bien con esa camiseta. Depende de uno mismo, entender la gran responsabilidad de llevar esos colores. Creer en uno mismo.
-¿Y cómo se convence al jugador?
Eso ya debe de nacer de uno. En mi caso, siempre me ponían en una posición que los técnicos querían, pero yo trataba de dar algo más en el sistema táctico. Yo siempre he sido creativo, pero trataba por ejemplo de ayudar en la marca, de tapar o aunque sea hacer sombra. A mí me tocaba crear, cuando tenía la pelota al pie intentaba poner mi juego en favor del equipo. Te cuento una anécdota de cuando jugaba en el Casino Salzburgo de Austria, el técnico era el croata Otto Baric y él me hablaba en italiano y alemán, yo no entendía mucho ninguno de los dos idiomas; entonces antes de los partidos me detallaba en el pizarrón mi posición y dibujaba con flechas los recorridos que yo tenía que hacer con balón y sin balón. Yo cumplía con eso, pero siempre daba algo más para demostrar mis condiciones, una jugada individual, un remate, algo fuera del libreto que pudiera cambiar el futuro del juego. Al medio tiempo, el entrenador juntaba a todos y daba su charla en alemán, luego me llamaba aparte y me decía sehr gut, que en alemán significa ‘ser bueno’. No me decía más.
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