Cuando Manuel Barreto despertó una mañana, después de una atroz pesadilla futbolística, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Su transformación ocurrió en tiempo récord. De promesa en el banco de la dirección técnica al otro banquillo, el de los acusados, han transcurrido apenas seis meses. Las antorchas están listas, la guillotina afilada, El Extremo clama justicia. La afrenta es grave. Un Cristal insignificante ha naufragado en la marea amarilla del Barcelona. Imperdonable, opina el hincha doliente.
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Ya en tiempos recientes (2019), y otra vez en la misma ciudad, el Cristal campeón de Salas sucumbió ante el Emelec por 3 a 0 en “La noche de la explosión azul”. Si se incluyese Quito en el repaso, la realidad sería aún más desoladora. De acuerdo a las estadísticas, la probabilidad de que un equipo peruano termine goleado en Ecuador es dolorosamente elevada. La historia contextualiza mejor la derrota del jueves último. Y sin ánimo de ejercer la defensa de Manuel, en un día normal de estos tiempos, en su casa, un equipo grande de Ecuador debería derrotar a un poderoso de los nuestros por dos goles de diferencia.
No siempre todo se reduce a lo económico. Pero es obvio que el dinero permite adquirir mayor talento. Damián Díaz, el ‘Kitu’, a sus 33 años, recibe 50 mil dólares mensuales por sus servicios. Es el magnífico ‘10’ del Barcelona y el que, en el 2009, jugaba con Riquelme en Boca. Una quimera inalcanzable para nuestro mercado.
Otros casos son el del goleador uruguayo Jonathan Álvez, que viene del Inter de Brasil; el del mundialista ecuatoriano Fidel Martínez, que llega desde Peñarol; y el del propio técnico campeón con Delfín en el 2019, el argentino Fabián Bustos. Ante un rival que venía de ganarle los dos partidos de la fase previa al Progreso, de jerarquía individual superior y de mayor fortaleza física, la clave estaba en el orden táctico, la maximización de las oportunidades de gol y el carácter deportivo. Los rimenses fracasaron en los tres rubros. El joven Barreto se equivocó en cuanto al planteamiento temerario y la pasividad al verse superado. El resto corre por cuenta de los jugadores.
Cristal es una institución que busca ser autogestionaria. En ese sentido el dinero, que ya no abunda, se ha invertido más en promesas con techo para crecer que en estrellas consagradas. Para el medio local esto puede alcanzar. Ya vimos que para el internacional, no.
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Barreto mismo es una apuesta de la directiva. En la reserva celeste dejó huella. Démosle tiempo para ver cómo le va ahora. Lo del jueves fue un papelón, pero pedir su cabeza por quedar eliminado ante un equipo de otro poderío no es justo. Recuérdese que inclusive Jorge Sampaoli, dirigiendo al Cristal 2007, recibió cinco tantos en México, visitando al América.
El primer termómetro de Barreto debiera ser el Apertura. Después, ya si le va bien, se le podrá exigir competitividad en el continente. Por lo pronto, urge tener paciencia. Solo así podrá dejar de ser una mantis religiosa.
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