Aunque muchas veces se tiende menospreciar al fútbol peruano por sus conocidas impericias y limitaciones (varias canchas en pésimo estado, clubes con deudas económicas, arbitrajes con un nivel muy chato, etc.), ser campeón en nuestro territorio todavía implica todo un desafío para los directores técnicos. Irónicamente, estos obstáculos en mención, junto a tener que pasar del frío al calor y del llano a la altura en cuestión de días, hacen que el reto sea incluso mayor que en las grandes ligas europeas. Para este comienzo de temporada en la Liga 1, serán dos técnicos uruguayos los encargados de hacerle frente a estas dificultades y nada menos que desde el banquillo de los denominados dos grandes del fútbol peruano: Gregorio Pérez al mando de Universitario y Pablo Bengoechea conduciendo a Alianza Lima. Justamente, sus equipos serán los encargados de levantar el telón este viernes. Los cremas visitan a Melgar en Arequipa (6 p.m.) y, enseguida, los blanquiazules recibirán en Matute a Alianza Universidad (8:30 p.m.).
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A 'Goyo' y al 'Profesor' los une la misma profesión, el pasaporte, la admiración por la selección charrúa y haber sacado campeón nacional a un gigante del continente como Peñarol. Sin embargo, también hay diferencias muy marcadas. Aunque ambos tuvieron pasado como futbolistas, es Bengoechea quien obtuvo más éxito. El hoy técnico íntimo fue un reconocido ‘10’ y multicampeón con el 'Carbonero' y dos veces ganador de la Copa América con la ‘Celeste’ (1987 y 1995). Pérez fue una destacada figura como mediocampista de Defensor Sporting, logrando el campeonato uruguayo en 1976 y jugando con una buena performance en la Copa Libertadores 1977.
Pero cuando les tocó ponerse el buzo, fue el estratega de 72 años quien logró más réditos. Gregorio ganó cuatro títulos del segundo quinquenio que obtuvo Peñarol en su historia y, curiosamente, fue con Pablo como enganche y estrella del equipo. Este, por su parte, ganó un Apertura y un Clausura en el 2005 con los aurinegros y un título nacional con Alianza en el 2017. Pese a que no le ha ido tan mal, en esta faceta ha sido más criticado que alabado en su mismo país y en el nuestro. Su estilo pragmático nunca llegó a convencer ni al hincha ni al periodismo. Por ello todavía se mira de reojo su carrera en el banco.
Pérez, por su parte, forma parte del salón de la fama de técnicos del fútbol uruguayo. Otro dato, por lo menos simpático, es que se considera que Gregorio fue discípulo de Óscar Washington Tabárez en la selección nacional (fue su asistente en el Mundial de Italia 1990). También es cierto que el mismo Bengochea, como jugador, ya escuchaba sus primeras clases para ser entrenador en las charlas que impartía Gregorio en el vestuario de Peñarol. Y esta parte también termina siendo contradictoria. A los dos los unen ideales futbolísticos en común como el valor de la pelota parada y la solidez defensiva, pero Pérez se muestra más dócil para intentar que sus equipos elaboren más. Bengochea ya lo dijo hace poco, solo le importa ganar, dar espectáculo pasa a segundo plano. Este duelo se presenta como una propuesta atractiva y muy rica para este 2020 en el fútbol peruano: liderando dos bandos que son rivales encarnizados e históricos, se enfrentarán el maestro versus el alumno, aunque en la práctica el docente es el principiante en su primer año en el fútbol nacional.
Más confianza hacia el extranjero
Pero Bengoechea y Pérez no son los únicos extranjeros que pondrán sus conocimientos a prueba en busca de alcanzar el título. En total, son 11 los entrenadores foráneos que están distribuidos en los 20 clubes que conforman el torneo. Es decir, son mayoría. Este grupo está dividido entre 8 argentinos, 2 uruguayos (justo en los dos grandes) y un venezolano (que es argentino nacionalizado). Cabe resaltar que en esta lista la integran tres exfutbolistas mundialistas: Bengoechea (Italia 1990), Franco Navarro (España 1982) y Néstor Clausen (México 1986).
Experiencia en cancha
Otra tendencia que se puede observar, al revisar la lista de técnicos que dirigirán este año es que la mayoría tiene pasado pateando un balón: 15 fueron futbolistas, mientras que solo 5 se formaron como entrenadores íntegramente en las aulas y no jugaron, al menos no profesionalmente. Este último es el caso del ‘Chino’ Víctor Rivera, de Deportivo Municipal, que solo se puso los chimpunes para disputar encuentros de liga y de forma amateur.
Continuidad vs. Novedad
Otro de los datos a analizar son los pocos técnicos a los que se les ha permitido seguir en el banquillo desde el año pasado. Estos casos se reducen solo a siete: José del Solar (César Vallejo), Víctor Rivera (Municipal), Marcelo Vivas (Sport Boys), Manuel Barreto (Cristal), Pablo Bengoechea (Alianza), Marcelo Grioni (Cienciano) y Rony Revollar (Alianza Universidad). El resto partirá desde cero con sus respectivos clubes.
Además, cabe mencionar que son 5 los estrategas que dirigirán por primera vez en nuestro país: Gregorio Pérez (‘U’), Héctor Bidoglio (San Martín), César Vigevani (Binacional), Juan Manuel Llop (Mannucci), Néstor Clausen (Llacuabamba).
El más campeón
Marcos Calderón sigue siendo el entrenador con más títulos conseguidos en el fútbol peruano. En total tiene diez, cuatro de ellos con Universitario (1964, 1966, 1967 y 1985), tres con Sporting Cristal (1972, 1979 y 1980), dos con Sport Boys (1958 y 1984) y uno con Alianza Lima (1975). De los que siguen en actividad, es el ‘Chino’ Rivera es más ganador (2007 y 2008 con la San Martín).
Técnicos exóticos
Hasta nuestro país han llegado entrenadores de todas partes del mundo. No obstante, se dieron algunos casos en donde fueron más que llamativas sus exóticas nacionalidades. Sucedió con el serbio Iván Brzić, que dirigió a Alianza, Sport Boys y a la 'U' entre 1990 y el 2000. También resaltan el croata Simo Vilic (1991), el griego Dan Georgiodanis (1972 y 1976), el italiano Piado Petrovich (1950) y el húngaro Ladislao Pakozdi (1967), quienes dirigieron en su momento a Alianza Lima. Al fútbol peruano muchas veces se le puede criticar por mil y una razones, pero lo que nunca le falta son sus particularidades dentro y fuera de la cancha. Eso lo hace altamente entretenido.