Carlos Lazaro

A los 14 años, Thalía Valdivia Magariño tuvo su primer contacto con el atletismo. Se dio en los Juegos Nacionales Deportivos Escolares, en su distrito, San Francisco de Asís, en la provincia de Lauricocha, en Huánuco. Corrió por presión, no por pasión, una emoción, un sentimiento que forjó años después de manera fortuita. En aquel entonces, a la adolescente Thalía no le pasaba nada más por su mente que seguir una carrera universitaria. Dio un paso gigante hacia a ello al acabar una carrera técnica en Computación e Informática. Después, prosiguió con la universidad, estudiando derecho. Seguía al pie de la letra lo escrito en su agenda, lo que buscaba en la vida, lo que para ella consideraba una ruta en busca de una vida exitosa. Sin embargo, le falta algo más, un complemento para ratificar que el camino tomado era el correcto.

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