Muhammad Alí cumple hoy 72 años. El ex pugilista marcó la historia del boxeo en los pesos pesados. Son pocos los que dudan en afirmar que el estadounidense es el mejor de todos los tiempos. Aquí, cinco razones que demuestran que sí lo es.
1. Por sus títulos. Alí ganó todo. A los 18 años ya presumía de haber ganado una medalla de oro en los Juegos Olímpicos (Roma 1960). En su etapa como profesional, el boxeador ostenta el récord de haber ganado tres veces el título mundial de los pesos pesados. Algo que por primera vez se vio en el boxeo. En total, Muhammad peleó 61 veces, ganó 56 (37 por K.O.) y solo perdió 5. Aunque vale decir que tres de esas caídas ocurrieron en el ocaso de su carrera. Fue elegido cinco veces boxeador del año por la prestigiosa revista "The Ring". Por sí fuera poco, la BBC y "Sports Illustrated" lo eligieron el mejor deportista del Siglo XX. El último reconocimiento le llegó en el 2012: el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) lo proclamó "Rey del Boxeo".
2. Porque se enfrentó a los mejores. Alí le ganó a todos, también. No peleó en una época fácil ni mucho menos. Todo lo contrario. En los 60 y 70 la categoría de los pesos pesados vio pasar en los diferentes rings a grandes pugilistas. Ninguno tan bueno como Alí, claro. Pero hablar de Sonny Liston, Joe Fraizer, George Foreman o Ken Norton, es hablar de historia, de boxeadores únicos e irrepetibles. Muhammad los enfrentó a todos, y a todos les ganó. Otro dato: seis de las peleas de Alí fueron escogidas como las mejores del año por "The Ring". Contra Fraizer, por ejemplo, protagonizó un combate que llegó a ser publicitado como la "pelea del siglo". Ese día, Alí perdió por primera vez en su etapa como profesional.
3. Por su estilo de pelea. "Floto como una mariposa y pico como una abeja", así describía Alí su estilo de pelea. Y, en efecto, era algo así. Desde chico, Muhammad sorprendió por su velocidad. En todo los aspectos: de piernas, golpes, reacción, mentalidad. Era un peso pesado, pero se movía en el ring como un pluma. Esquivaba como nadie y daba el golpe perfecto, en el momento perfecto, en el lugar perfecto. Los que lo vieron entrenar coinciden en que le ponía un empeño inusual al trabajo. Se preparaba intensamente, sin descanso. Tenía una derecha poderosa y estudiaba mucho el deporte y a sus rivales.
4. Por su influencia fuera del ring. Hay un hecho en la vida de Alí que lo erigió como un personaje influyente en la sociedad. El boxeador se negó a que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos lo recluten para la Guerra de Vietman. Lo hizo por sus creencias musulmanes. Para él, la guerra no era la salida al conflicto. Se declaró objeto de conciencia y como castigo lo despojaron de sus títulos, además de ser suspendido de toda actividad deportiva por más de tres años. Aun así, Alí volvió después de ese tiempo para seguir haciendo historia. También fue un luchador por los derechos de las personas de color. Siempre luchó por los derechos de los negros y las minorías. En sus entrevistas remarcó hasta el cansancio evitar las drogas y los vicios.
5. Porque nació para el boxeo. La madre de Alí cuenta como su hijo se inició en el boxeo. Tenía 12 años cuando le robaron una bicicleta. Denunció el hecho a un policía (Joe Martin), quien atrapó al malhechor. El pequeño Alí, entre asustado y molesto, amenazó con darle una golpiza al ladrón. Martin le recomendó no hacerlo y, como si hubiera visualizado el futuro, lo llevó a practicar boxeo. Pasaron solo días para que Alí tenga su primera pelea. Perdió y siguió entrenando más fuerte. No hay consenso en el dato, pero antes de cumplir los 18 años, se calcula que Alí ganó 100 peleas y perdió menos de 10. Estaba destinado a ser el más grande de todos los tiempos.