Jorge Fossati tomó el mando de la selección peruana en diciembre de 2023. (Foto: Agencias)
Jorge Fossati tomó el mando de la selección peruana en diciembre de 2023. (Foto: Agencias)
Pedro Ortiz Bisso

No es un misterio que la mayoría de entrenadores desprecian a los periodistas deportivos. Nos ven como futbolistas frustrados, cuasi iletrados, incapaces de hilar dos ideas claras, aunque rápidísimos para aceptar dádivas o pedir “un favorcito”. Algunos no ocultan su desdén. Ahí están Marcelo Bielsa, quien no pierde oportunidad de despotricar sobre la labor de la prensa; también Mourinho o el español Luis Enrique. Este último hizo una jugada muy inteligente en el Mundial de Qatar: utilizó su cuenta de Twitch para comunicarse directamente con el público. El mensaje a los colegas españoles -y del resto del mundo- fue clarísimo: “Con la tecnología basta, chicos. A ustedes no los necesito”.

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Mucha de esta animadversión nos la hemos ganado a pulso. Y esa autocrítica que solemos exigirle a otros no solemos ejercerla cuando nos toca. Somos amantes del dato vacío disfrazado de clic bait, confundimos conceptos básicos y creemos que aprendiendo ciertos términos de moda somos unos capos sin comparación. Aquella frase de que los periodistas tenemos un océano de conocimiento con un centímetro de profundidad estoy seguro de que la inventaron pensando en los periodistas deportivos.

Todo esto, sin embargo, no justifica el tufillo arrogante y hasta cierto punto irrespetuoso que utilizó Jorge Fossati en su última conferencia de prensa. A nadie le gustan las preguntas incómodas; sin embargo, existen formas para responderlas sin caer en el tono casi despectivo que utilizó el técnico uruguayo.

La era Fossati en la selección
2-0 vs. NicaraguaAmistoso
4-1 vs. República DominicanaAmistoso
0-0 vs. ParaguayAmistoso
1-0 vs. El SalvadorAmistoso
0-0 vs. ChileCopa América
0-1 vs. CanadáCopa América
0-2 vs. ArgentinaCopa América

Al ‘Nono’, digámoslo con claridad, se lo ha tratado con guante blanco. Años atrás, los entrenadores extranjeros venían al Perú con una coraza bien gruesa porque nuestra prensa deportiva era “brava” (por usar un término suave). Su gran amigo Sergio Markarián puede contarle sobre sus sufrimientos en la década del 90. Aún persisten los predicadores del escándalo (los ‘brutality’ de las redes sociales), pero son los que menos importancia e influencia tienen. Afortunadamente, hoy existen colegas mucho mejor preparados, con mejor formación ética y las herramientas digitales necesarias para realizar un buen trabajo.

El pasado lunes, durante su primer encuentro con la prensa después de la Copa América, Fossati intentó pintar un escenario idílico, absolutamente irreal. La selección que describió no fue la que no anotó un solo gol en tres partidos, que a duras penas pateó al arco contrario y que nunca fue rival para el equipo B argentino. Debe haber creído que en Perú hubo un apagón digital durante los días de competencia y nadie pudo ver un solo partido. Aunque luego intentó retroceder ante una pregunta del periodista Fernando Egúsquiza, ese paraíso que describió –”Vi a Perú más firme, más fuerte, muy competitivo”, “los números de los partidos ratifican ese crecimiento”- parecían propios de un amante de la ficción.

Nadie pretendía que Fossati usara la conferencia de prensa para darse de latigazos y reconocer que, pese a sus intentos, el equipo continúa lejos de funcionar a la altura de lo que se viene. Ningún técnico se pone la soga al cuello para ir al cadalso, más aún cuando tiene bajo su mando un grupo heterogéneo, con varios jugadores con la cabeza en otro lado. Sin embargo, al menos se esperaba un gramo de autocrítica, un atisbo de realidad, no este intento fallido de convertir esta historia triste, llena de frustraciones, en un cuento de hadas cuyo desenlace, así como están las cosas, ya sabemos cuál será.


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