Una estatua en San Miguel, decenas de paneles en la Vía Expresa y una alto porcentaje -77% según encuesta de Datum para El Comercio- que desea el regreso de Ricardo Gareca a la selección, pese a los 16 meses que no trabaja en Perú. Son apenas tres botones de una relación inolvidable, por supuesto, asentada en dos cosas igual de contundentes: la clasificación al mundial de Rusia después de 36 años, del VHS al HD; y la devolución del prestigio otoñal de un fútbol, el peruano, que en su etapa jugaba mejor de lo que juega hoy.