David Tuesta Cárdenas

El anuncio sobre el potencial incremento de la Remuneración Mínima Vital (RMV) se constituye sin duda en un serio riesgo para un país altamente improductivo y extremadamente informal como el Perú. Los defensores de un nuevo incremento de la RMV en nuestro país han desarrollado una narrativa que tiene como ingredientes tres componentes: (i) mencionar datos parciales que ayudan a su discurso; (ii) obviar enormes evidencias que llevan sus datos a la irrelevancia; y, (iii) rematar sus argumentos tildando a los que se oponen a sus ideas con la palabrita “neoliberal”. Este último punto sólo hace notar que los valedores actuales del incremento de la RMV ponen por encima su compromiso ideológico ante la cruda realidad que enfrentan las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPymes) junto con el amplia segmento de trabajadores informales que se incrementan con estas medidas.

Hacer un análisis realista de los efectos de un nuevo incremento de la RMV no se puede hacer sin tener en cuenta las condiciones actuales del mercado laboral que enfrentan costos laborales extremos. Los cálculos desarrollados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), organizaciones que nadie podría tildar de “neoliberales”-muestra datos contundentes respecto a porqué la incorporación excesiva de costos a la contratación formal -entre las que se encuentra la pieza de la RMV- condena a los trabajadores de baja productividad a incrementar el grupo de trabajadores no asalariados (independientes y/o informales).

Por ejemplo, el Banco Mundial en el 2010 ubicaba al Perú como el país con los mayores costos de contratación en Latinoamérica. En otro tanto, los estimados del BID para el 2017 subrayaban que la carga monetaria extra que hay que añadirle al salario base formal representa en el Perú el 68% de este, es decir el tercero más alto luego de Brasil y Argentina. Otros cálculos del BID dejan las cosas mucho más claras. La carga monetaria de contratación cuando se calcula respecto a la remuneración promedio en el sector informal, ¡supera el 100% en el Perú!

Continuar incrementando la RMV en estas condiciones, se suma a incrementar la carga de contratar. Y esta situación es sin duda dramática en el caso de las MiPymes donde algunas están haciendo el esfuerzo para contratar trabajadores asalariados de manera formal. En este caso el incremento de la RMV genera los incentivos perversos para que ambas partes (trabajador y empleador) acuerden transacciones que llevan a la informalidad. De hecho, el BID también calcula que el costo mínimo de contratación de un asalariado formal representa el 46% del PBI por trabajador, el mismo que supera el promedio latinoamericano y a nuestro benchmarck comparativo de la Alianza del Pacífico. De manera más precisa, el salario mínimo representa el 59% de este costo mínimo de contratación.

Hoy se habla de que la decisión de incrementar la RMV se dará en base a un consenso en la Comisión Nacional de Trabajo y Promoción del Empleo (CNTPE). Apelando a esta instancia, algunos plantean que se puede lograr un incremento a la RMV que sea “técnico”. Bueno, bueno, bueno… que se alcance algún acuerdo puede ser cierto, pero que este sea técnico es falso. Hablar de que un ajuste técnico responderá al incremento de la inflación y de la productividad es faltar completamente a la verdad, pues antes de hablar de incrementos, lo serio es discutir primero las enormes distorsiones, entre la que se encuentra la RMV, que ya encarecen la contratación y que se constituye en la principal causa de la informalidad y precariedad laboral. Ese debería ser el primer tema de discusión de la CNTPE si queremos abordar el tema con seriedad.

Dicho lo anterior, en las condiciones actuales, hablar de “mecanismo técnico de ajuste de la RMV” es simplemente un oxímoron, es decir la combinación de conceptos contradictorios. Una figura retórica de la cual está plagada todo el argumentario ideológico laboral que sólo condena a la precariedad eterna.

David Tuesta es presidente del Consejo Privado de Competitividad