David Tuesta

Mario Vargas Llosa estampó para la posteridad, a través del personaje de Santiago Zavala, la emblemática pregunta “¿En qué momento se había jodido el Perú? Esta duda nacional, representada en esta icónica frase, ha encapsulado la larga búsqueda de respuestas desde diferentes disciplinas a los enmarañados problemas históricos arraigados en el país que bien podrían reflejarse, desde una perspectiva económica, en nuestros eternos problemas de “productividad”.

El reciente informe del (FMI), donde analiza los problemas de productividad y crecimiento del Perú, nos acompaña a revisar el período de elevado crecimiento potencial, donde se alcanzó un promedio de más del 5,5% entre 2002 y 2013, para luego observar su disminución constante hacia un estimado del 2,0 % - 2,5 % entre 2017 y 2022. Asímismo, confirmando estimados previos para el Perú, el FMI muestra que habiendo sido la Productividad Total de los Factores el determinante que más contribuyó al crecimiento de la economía entre el 2002-2006, su aporte disminuyó rápidamente y, ha sido negativa desde 2012. Así, si buscamos responder “la pregunta de Zavalita” sobre nuestra productividad, podemos decir que fue a partir de ese año.

En línea con los estimados macroeconómicos, el análisis del FMI encuentra también que la productividad de las empresas ha empeorado. Entre 2007 y 2013, a medida que la economía peruana se expandía, el crecimiento de la productividad a nivel de las firmas crecía desde el 4 % al 6% para luego revertir a un promedio negativo de alrededor del -5% anual ¿Qué fue lo que pasó?

El FMI indaga sobre posibles explicaciones, analizando las distorsiones generadas por la legislación de participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas de más de 20 empleados, cuya tasa está entre el 10%, 8% y 5%, dependiendo de la actividad; y, el Régimen Especial del Impuesto a la Renta (RER) para las empresas con ingresos por debajo de los S/. 525 mil donde se brinda una tasa impositiva reducida del 1,5% sobre los ingresos brutos (en comparación con tasas del 10% al 29,5% sobre los beneficios para las empresas del Régimen General) así cómo los menores requisitos contables.

Los hallazgos son reveladores. Los cálculos demuestran que las empresas han mantenido tamaños más pequeños para evitar la aplicación de una legislación de participación en las utilidades, estimándose que las empresas de menos de 20 empleados son aproximadamente un 40% menos productivas que las demás empresas. Y, para el caso del RER, el Fondo también concluye que este ha distorsionado la productividad a través de arbitraje que genera la diferenciación de tasas en función al umbral de ingresos. Así, se aprecia una diferencia de 40% de productividad entre las empresas que están justo fuera del umbral del RER y los que están dentro.

Estos datos deberían llamar la atención de nuestros legisladores que permanentemente han venido saboteando con éxito, lamentablemente, los regímenes tributarios y laborales en el Perú bajo razonamientos obtusos con fuerte carga ideológica donde el populismo suele anidarse. Recordemos nomás el último episodio de la era Castillo con la introducción de la Agenda 19 del cual la administración Boluarte ha decidido no pronunciarse.

El análisis del Fondo Monetario le ha respondido a Zavalita no sólo cuándo sino por qué se jodió la productividad en el Perú. Toca ahora buscar las respuestas en el campo de la economía política para intentar retomar el camino correcto.

David Tuesta es presidente del Consejo Privado de Competitividad.