Martín Vizcarra durante su mensaje a la nación del pasado 28 de julio | Foto: Andina
Martín Vizcarra durante su mensaje a la nación del pasado 28 de julio | Foto: Andina
Carolina Trivelli

En el , además de los temas políticos que han concitado la mayor atención, el presidente se refirió a varios asuntos en materia económica y social. En algunos de ellos, como suele suceder, se presentaron promesas y propuestas que aún no se implementan, incluso se mencionaron ideas que todavía requieren de diseño y factibilidad.

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Lo bueno fue que este 28 el presidente también habló de asuntos concretos y con avances. El mismo 28 de julio se tenían publicados el Plan Nacional de Infraestructura (PNI) y la Política Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP) y se anunció la nueva Política de Inclusión Financiera (PNIF) (que se publicó a los pocos días). Tres instrumentos claves para mejorar las opciones de crecimiento económico, ampliar oportunidades para los empresarios y ciudadanos y planificar el buen uso de los recursos públicos. Bien.

Estos tres instrumentos –que siempre pudieron ser mejores– representan un avance sustantivo y hay que aprovecharlos. Ya hay obras de infraestructura, de las 52 priorizadas en el PNI, en marcha; hay varias de las más de 80 medidas de la PCNP en implementación; y la Comisión de Inclusión Financiera ya impulsa acciones relacionadas a la PNIF que continúan, complementan y actualizan las de la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera en vigencia desde el 2015. El impacto conjunto de estos tres instrumentos ha de ser mucho mayor que la suma de sus éxitos individuales. Hay un efecto sinérgico que capitalizar.

El desafío es no solo poner en operación la totalidad de estos planes y políticas, sino lograr que los tres instrumentos trabajen juntos. Para ello, y reconociendo que fueron hechos en paralelo, hay dos acciones que se deben adoptar: territorializarlos y articularlos.

Territorializarlos implica que las intervenciones de la PCNP y de la PNIF se implementen, aterricen, en los alrededores de la infraestructura priorizada en el PNI, para lo cual hay que coordinar tiempos de implementación, identificar medidas complementarias requeridas en cada territorio y socios que se deben sumar.

Articularlos significa generar esquemas de trabajo coordinado entre los sectores del Estado involucrados, entre el Estado y el sector privado, y entre los distintos niveles de gobierno. Aquí se necesitan instrumentos como acuerdos políticos, incentivos, zanahoria, garrote, planificación y mucho seguimiento, pero también espacios de articulación (GORE, agencias regionales de desarrollo, comités especiales, etc.)

La institucionalidad tras estos tres instrumentos tiene que plantearse estos dos desafíos –territorializar y articular– desde el inicio. Si no se asegura que estos se implementan articuladamente en un mismo territorio, incluso siendo efectivos, serán insuficientes para ampliar las oportunidades y no lograrán el impacto que potencialmente tienen para generar un crecimiento económico sostenido e inclusivo.