Gianluca Lapadula llegó a Lima el lunes 24. Durante esa misma semana, tras realizarse una fiscalización posterior a la licitación del Puente Tarata (San Martin), Provías concluyó que se infringió la Ley de Contrataciones del Estado. Se detectaron dos inconsistencias severas en la documentación y en el accionar del consorcio Puente Tarata III, vinculado a la empresaria Karelim López. Una de ellas, según la entidad, es que el consorcio presentó un documento adulterado para acreditar la experiencia laboral de un ingeniero a cargo del control de calidad de la obra. Nada menos.
Por otro lado, según explicó el constitucionalista Erick Urbina, el artículo 32 de la Constitución señala que no pueden someterse a referéndum, entre otras cosas, los tratados internacionales en vigor, como es el caso del Tratado de Lima de 1929 firmado por el Perú y Chile. En este, ambos países acordaron que no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de Tacna y Arica.
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Durante su primera entrevista con prensa extranjera, el presidente de la República, Pedro Castillo, hizo referencia tanto a López como a la posibilidad de viabilizar una salida al mar para Bolivia. Sobre lo primero, el presidente aseguró jamás haber conocido a López, pero luego confirmó que se había reunido con ella en Palacio de Gobierno en octubre pasado. Sobre lo segundo, “es una idea, pero le consultaremos al pueblo”, dijo el mandatario.
Sin poner en duda el misticismo que rodea a Gianluca y la verdadera posibilidad de que su sola llegada al Perú genera siempre y sin excepción eventos extraordinarios –como lo es la entrevista brindada a CNN–, es preocupante encontrar en esta primera muestra de apertura hacia la prensa tanta limitación, no solo para responder las preguntas “de cajón”, como en los exámenes, sino también para explicar asuntos tan importantes y sensibles como el manejo de la política exterior. Sorprende también el poco conocimiento de lo que significa una política pública, y de lo que la Constitución actual ya incluye y contempla. De lo anterior se desprende, además, su poco manejo y aparente inocencia (o falta de malicia) respecto a temáticas estructurales y a las personas que lo rodean. ¿Se trata esto de aprendizaje (prueba y error) o de confiar de manera desmedida y terca en personas equivocadas?
A luz de la entrevista, más vale mantener una actitud vigilante tanto para el fondo como para la forma en la que el Gobierno y, especialmente el presidente, darán sus siguientes pasos. Aunque el presidente parece entender y reconocer el concepto “democracia” dadas sus reiteras menciones a lo que el pueblo pueda pensar –y decidir–, termina siendo urgente que sea el presidente quien asuma y reconozca finalmente su propia investidura. La lógica detrás de sus decisiones es tan importante como el oportuno uso de los instrumentos disponibles para cumplir objetivos en beneficio de todos los peruanos.
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