(Unidad de Análisis Económico)
En los últimos seis años, la debilidad de la economía peruana ha hecho necesario que la política monetaria tome una postura expansiva, es decir, busque apuntalar el crecimiento a través de mayor colocación de créditos.
Para lograr esto, el Banco Central de Reserva (BCR) mueve lo que se conoce como la tasa de interés de referencia, que es su principal instrumento para hacer política. De acuerdo con la autoridad monetaria, esta tasa y sus demás herramientas contagian la actividad económica abaratando el costo del crédito para las personas y las empresas.
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La tasa de referencia influye en el costo que enfrentan los bancos para obtener los fondos, que luego prestan a los agentes económicos. En teoría, menores tasas de política monetaria deberían redundar en menores costos de financiamiento para las personas y las empresas, pero al ver el detalle, resalta que solo algunos segmentos del crédito se hacen más baratos.
TRASPASO DISPAR
Al analizar la historia de las tasas de interés y la de referencia, se nota que la política monetaria tiene más efecto sobre el costo del crédito para el segmento corporativo, mientras que contagia menos al financiamiento a empresas de menor escala y al segmento de personas.
En abril del 2017 comenzó un período de recortes de tasa relativamente muy activo. Desde ese mes hasta ahora, la tasa de interés de referencia se ha reducido en dos puntos porcentuales, desde 4,25% hasta 2,25%. En el mismo lapso, el costo del crédito corporativo ha caído en 1,87 puntos porcentuales, al pasar de 5,66% hasta 3,79%.
Sin embargo, otros segmentos del sector empresarial se han visto menos favorecidos. Las tasas para las grandes empresas bajaron 1,22 puntos porcentuales y para las firmas medianas 0,49 puntos. Por su parte, para las pequeñas empresas y microempresas, la realidad ha sido opuesta: mientras la tasa de referencia baja, el costo de financiarse para ellas sube en 0,47 puntos porcentuales.
Asimismo, en el segmento de personas, las tasas de interés que se deben pagar por créditos de consumo han caído de 44,94% en abril del 2017 a 44,5%; es decir, apenas 0,44 puntos porcentuales.
Uno podría pensar que el costo del crédito no ha bajado porque durante todo este período puede haberse producido un incremento en los costos por incumplimiento de pagos. Sin embargo, las cifras revelan que esto no ha sido así.
Por ejemplo, las tasas de morosidad (es decir, el porcentaje de la cartera de crédito atrasada en sus pagos) en los distintos tipos de crédito se han mantenido relativamente estables. Incluso, en el sector de microempresas se ha reducido de forma importante en los últimos dos años y medio, al igual que en el negocio de consumo.
En este análisis se excluyó el costo de las hipotecas porque son tasas de largo plazo.
IMPACTO ACOTADO
Las cifras revelan un traspaso asimétrico de la política monetaria hacia los agentes económicos. Si a esto se suma el hecho de que solo 3 de cada 10 personas en el país tienen acceso al sistema financiero, se hace más difícil generar un impacto directo sobre el consumo de las familias; aunque sí existe el efecto indirecto generado por las mejores condiciones crediticias para el sector corporativo.
De acuerdo con un análisis cuantitativo realizado por el propio BCR, se aprecia un alto traspaso hacia el costo del crédito de menor riesgo, de plazos más cortos y en mercados más líquidos. Más aún, diversos estudios dan cuenta de un efecto traspaso “incompleto”. Al respecto, un estudio publicado por la SBS, elaborado por Martín Rostagno y Rosa Castillo, apunta a que la política monetaria tiene poco contagio en créditos para microempresas, consumo, hipotecarios y depósitos de CTS.
A modo de conclusión, resalta que la política monetaria no necesariamente beneficia a los segmentos más masivos en el sistema financiero, sino a nichos específicos cuya característica clave es ser de bajo riesgo.