Parece que ha transcurrido una vida desde que en abril la ministra de Economía, María Antonieta Alva, declaró que el principal reto del Gobierno durante la pandemia sería cuidar los empleos. “Ahora nuestra principal preocupación es cómo no perdemos empleos y no vamos a escatimar en eso”, señaló ese mes en una entrevista en este Diario.
Ya entonces se había publicado un primer subsidio a la planilla que cubrió por un mes hasta el 35% de las remuneraciones de los trabajadores formales que ganaban hasta S/1.500. Luego sería habilitada la suspensión perfecta de labores para preservar empleos en sectores que no habían sido reactivados (alcanzando a más de 32 mil empresas). Más adelante, en junio, el Ejecutivo lanzó el programa Arranca Perú para ver si desde el sector público podían crear un millón de trabajos de corto plazo (ignorando la importancia del sector privado para generar empleos).
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Nada de eso, sin embargo, fue suficiente para frenar los golpes al mercado laboral. Junto a una tasa de desempleo que se ha duplicado desde que la ministra hizo aquella afirmación (llegando a 16,5% en Lima para el trimestre móvil julio-agosto-setiembre), el subempleo se encuentra en niveles que no se habían visto en una década (hoy son más las personas subempleadas que las que tienen un trabajo adecuado).
Ahora, tres ministros de Trabajo y dos procesos de vacancia más tarde, el Ejecutivo ha publicado un decreto que otorga un subsidio a la planilla para aquellas empresas formales que contraten nuevo personal. Así, la actual preocupación ya no es cómo no perder empleos (ese barco zarpó hace tiempo) sino cómo recuperar aquellos que desaparecieron con la pandemia.
Según el decreto, las empresas formales que contraten trabajadores podrán acceder a un subsidio que va de 35% a 55% de las remuneraciones para los empleados que ganen menos de S/2.400. El pago será por tres meses y luego por tres meses adicionales cubriendo la mitad de esos porcentajes. Esto con ciertas restricciones y fomentando la contratación de trabajadores jóvenes y a plazo indeterminado.
Estimaciones oficiales señalan que cerca de 200 mil empresas podrán acceder a este subsidio y que serán aproximadamente 350 mil los nuevos trabajadores contratados. Por eso, se trata de una iniciativa positiva para recuperar el empleo, pero de ninguna manera será suficiente para contrarrestar la situación actual.
Sobre la norma en particular, solo podrán acceder aquellas empresas que perdieron 20% o más de sus ventas en abril-mayo de este año en comparación a los mismos meses del 2019. Es decir, si las ventas de una empresa no fueron afectadas por la cuarentena y ahora quiere aumentar su personal, no será elegible para el subsidio. Tampoco lo será si la empresa tuvo un mal 2019 y no logra la diferencia de 20% en sus ventas.
La lógica detrás de esto, según el ministro de Trabajo, Javier Palacios, es que estas empresas “están en sus niveles pre COVID-19 [y] ya recuperaron el empleo”.
Pero más allá de la norma, apuntar a que se logre la contratación a tiempo indeterminado partiendo de un subsidio por medio año es ignorar que el Perú está entre los diez países con sistemas de contratación más rígidos entre las 141 naciones que evalúa el Foro Económico Mundial. Así, valdría la pena mirar en esa dirección si se quiere incentivar el empleo formal.
Hoy en día, si una empresa grande decide contratar formalmente a una persona debe tener en cuenta el pago a Essalud, las gratificaciones, la CTS, las vacaciones, entre otros costos (en total, cerca de 50% adicionales a la remuneración que recibe el trabajador). Modificar estos requisitos hacia un régimen como el que tienen las microempresas o el mismo Estado (con costos de contratación mucho menores), o asumir temporalmente estos pagos, son opciones que valdría la pena considerar.
Eso, sin embargo, no está en los planes del Ejecutivo. Como indicó el titular de la cartera de Trabajo en una entrevista publicada el último viernes en la web de El Comercio, flexibilizar la contratación temporal de trabajadores es un tema que “no está sobre la mesa”.
Y mientras tanto el subempleo ¡ay! siguió creciendo.
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