
En un pequeño y aislado pueblo francés, a inicios de la década de 1940, un leñador y su esposa viven con lo poco que tienen, imbuidos en la espesura del bosque que los rodea. Así se nos presenta “La carga más preciada”, introduciéndonos en la soledad compartida de esta pareja mediante la voz del gran Jean-Louis Trintignant, que hace las veces de narrador (en su último trabajo en el cine). El relato, sin embargo, se abre a los pocos minutos con una irrupción inesperada: una pequeña bebé que aparece cerca de las vías del tren y que la mujer acoge como una señal divina.
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Rápidamente comprenderemos que se trata de una niña judía que ha sido lanzada por sus padres desde un vagón que transporta a prisioneros al campo de concentración de Auschwitz. Es pues, un intento desesperado por salvarle la vida del Holocausto nazi. La cinta se inspira en una novela corta de Jean-Claude Grumberg, construida a la manera de un cuento de hadas que intenta mitigar, o por lo menos mirar desde una perspectiva menos escabrosa, el horror de la realidad.
Lo primero que llama la atención de la cinta de Hazanavicius es el estilo de su animación. Uno de trazos sencillos, de cuadros que parecen sacados de ilustraciones bucólicas, como de fábulas mucho más gratas que una historia cargada de muerte y sufrimiento. En algunos contados momentos, cuando el relato se ocupa de ciertas escenas mucho más ásperas y desoladoras, la estética se abstrae hacia una desfiguración en blanco y negro desasosegante, que parece desafiarnos sobre lo que estamos mirando: ¿hasta qué punto el arte puede sostener la atrocidad? ¿Será que, como célebremente dijo Adorno, hacer poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie?

Lo cierto es que Hazanavicius está, por lo menos, consciente de esa compleja tensión. Y decide asumirla, enfrentarla. “La carga más preciada” es efectiva al partir de lo íntimo a lo universal, al incrustar una historia mínima dentro de una tragedia que afectó a millones. Y, sin embargo, no es una película perfecta. Paradójicamente, algunos de sus personajes no terminan de ser correctamente perfilados y matizados, se van diluyendo en la brevedad de la cinta (que apenas supera los 80 minutos), y ello termina repercutiendo en un conjunto que se basa en situaciones cotidianas, familiares, interpersonales.
No revelaremos el final de la cinta, pero sí podemos decir que Hazanavicius opta por un desenlace que bien podríamos considerar prescindible. Más allá de las objeciones mencionadas, estamos antes una cinta valiosa y conmovedora, que escapa de los estereotipos demasiado preciosistas de la animación de los últimos tiempos, y cuyo mensaje duro y angustioso termina empozándose pesadamente, demostrándonos que existen ciertos temas inagotables sobre todo por su preocupante resonancia hasta la actualidad.
Calificación: 3.5/5






