Alonso Cueto

El arte de la cacería es un antiguo instinto que los novelistas con frecuencia practican, con provecho. La idea de una novela como la búsqueda de un tesoro es una estrategia que invita a un viaje. El lector acompaña a los protagonistas en su búsqueda de un objetivo final, lo que lleva a una revelación.

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Al inicio de su obra maestra Soldados de Salamina, el protagonista, un escritor frustrado y solitario, se entera de un episodio asombroso. En una visita a la Universidad de Gerona, el escritor Sanchez Ferlosio cuenta cómo fue que su padre salvó la vida en la Guerra Civil. Después de escapar de una ejecución colectiva, mientras huía de sus captores, Rafael Sanchez Mazas se escondió en el follaje del bosque. De pronto uno de los soldados que lo perseguían lo descubrió. Ambos quedaron mirándose. En ese momento se oyó la voz de un compañero del soldado preguntando si veía al fugitivo. Sin dejar de mirar a Sanchez Mazas, el soldado contesta: “Por aquí no hay nadie.” Desde entonces la novela cobra un sentido. Al enterarse de este episodio, el protagonista decide buscar al soldado que le salvó la vida a un fugitivo indefenso.

Tal vez el epígrafe de Soldados de Salamina (“Los dioses han ocultado lo que hace vivir a los hombres”), podría aplicarse al reciente libro de Cercas, El loco de Dios en el fin del mundo. Ambos libros están definidos por la búsqueda de un héroe.

El loco de Dios en el fin del mundo se inicia también con un llamado a un protagonista que hasta entonces lleva una vida rutinaria. Alguien le hace una invitación para estar con el Papa Francisco en la Capilla Sixtina el 23 de Junio del 2023. Cuando está a punto de negarse, Cercas se da cuenta de que tiene un viaje a Roma ese mismo día por un compromiso editorial. Pensando que la coincidencia tiene algo de milagroso, decide aceptar. Luego llega otra invitación. Se trata de Lorenzo Fazzini, responsable de la editorial de la Santa Sede. Fazzini le propone acompañar al Papa a Mongolia y le sugiere que escriba un libro “sobre el viaje, sobre la iglesia, sobre el Vaticano, sobre lo que yo quisiera.” Después de pensarlo, Cercas acepta con una condición. Debe tener cinco minutos a solas con el Papa. La razón: quiere hacerle una consulta, que resulta un encargo de su madre. Quiere preguntarle si es verdad que podrá ver a su difunto esposo cuando ella muera.

La primera parte del libro reproduce una serie de conversaciones previas al encuentro con el Papa Francisco. Uno de los interlocutores, el Padre Spadaro afirma que para el Papa se trata de “buscar a Dios en la historia, en la realidad. Ver cómo Él se mueve.” Lo fundamental consiste en “no pretender que se sabe dónde está Dios sino en buscar dónde está.” Según Spadaro, Dios puede estar en cualquier parte, incluso fuera de la Iglesia, entre los no creyentes. En las conversaciones de la primera parte, Bergoglio aparece como un anti clerical. El Papa cree que los clérigos no están por encima sino por debajo de la gente, a la que deben servir. El cardenal Tolentino, afirma en una de las charlas con Cercas: “Yo creo que hay dos tipos de personas. Unos sienten miedo de la gente y la evitan. Otros en cambio sienten curiosidad. Y el Papa es de estos.”

"El loco de Dios en el fin del mundo" es el último libro del novelista español Javier Cercas. (Foto: Leonardo Cendamo/Getty Images)
"El loco de Dios en el fin del mundo" es el último libro del novelista español Javier Cercas. (Foto: Leonardo Cendamo/Getty Images)
/ Leonardo Cendamo

Las conversaciones de Cercas con los religiosos están repletas de temas polémicos como el celibato, la sexualidad, la vida eterna y la idea del pecado. La separación entre Fe y Razón que ha buscado el mundo occidental no ha ocurrido en el mundo oriental. Es por eso, concluyen, que en Oriente no se preguntan si creen o no creen, sino en quién creen.

Cuando el Papa finalmente aparece, el libro cobra una vida particular, gracias al retrato que hace Cercas. A lo largo de estas páginas, donde hay descripciones precisas y originales de sus movimientos y gestos, aparece un hombre sencillo hasta la excepción. Aparece también un hombre lleno de un sentido del humor (se ríe a carcajadas cuando Cercas le cuenta que un diario colombiano se ha referido a él como “argentino pero modesto”). Finalmente le hace la pregunta que le ha encargado su madre. ¿Podrá ver a su padre cuando ella muera? La respuesta que me pareció conmovedora. Lo mismo que la llamada telefónica en la última escena. Gracias a este libro sobre un personaje memorable, nos parece haber ganado un amigo para siempre.