Si el encierro, prolongado hasta hoy en la forma de toque de queda, trajo algo para la política, fue tiempo para ver sus manifestaciones en medios y redes, para compartirla y sentar posiciones; todo ello para bien y para mal. (Ilustración: Giovanni Tazza/ GEC)
Si el encierro, prolongado hasta hoy en la forma de toque de queda, trajo algo para la política, fue tiempo para ver sus manifestaciones en medios y redes, para compartirla y sentar posiciones; todo ello para bien y para mal. (Ilustración: Giovanni Tazza/ GEC)
Fernando Vivas

El 16 de marzo del 2020 nuestra vida dio varios vuelcos. Amanecimos con una de las cuarentenas más rígidas del planeta y nuestra rutina se retorció. El ‘stringency index’ (índice de rigor de medidas anti Covid) elaborado por la Universidad de Oxford nos colocó en su top ten por varias semanas. La tragedia fue que esas limitaciones autoimpuestas, siendo muy superiores a las de la mayoría de países, no evitaron que tuviéramos más mortalidad que ellos. Más adelante, por varias semanas, encabezamos el ránking de más muertos por cada 100 mil habitantes de la Universidad Johns Hopkins. Hemos vuelto a estar entre los tristes primeros.

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