Hoy zarpa del Callao la persona más joven que busca cruzar el océano Pacífico remando un bote. Se trata de un australiano de 23 años, quien desde aproximadamente hace diez tiene el sueño de repasar; en parte, la misión náutica del noruego Thor Heyerdahl, el mismo que en 1947 partió del puerto chalaco rumbo a Tahití en Las Polinesias.
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Tom Robinson con tan solo catorce años descubrió que diversas personas habían navegado los océanos por su propia cuenta a remo. El noruego no era el único que lo había hecho. “En ese punto decidí que cruzaría el océano pacífico”, menciona inspirado por el libro “Kon Tiki”, que narra la expedición del navegador del país nórdico, mientras se acomoda en su embarcación que está anclada en el mar de La Punta en el Callao.
“Cuando terminé la escuela, comencé a trabajar para alguien que construía barcos de madera y ahí aprendí las técnicas”, agrega. Luego de haber laborado cuatro años en el rubro de la creación de embarcaciones, decidió iniciar la construcción de la suya para cumplir su sueño. Le tomó 5 meses completos entre tallar la madera a mano, pintarla, realizar pruebas y terminar detalles.
Tom menciona que los botes de madera son una pasión muy fuerte en su vida, para él son objetos hermosos que le permiten iniciar diversas aventuras. La capacidad que tiene para construirlos, su amor por el océano; especialmente por el Pacífico, lo llevan a tomar riesgos que para muchos pueden ser descabellados.
Para llegar a la embarcación personal del navegante, primero se debe ingresar al Yacth Club de La Punta y abordar una pequeña lancha que te acerque hasta él. El bote de origen australiano, según cuenta su creador, se llama Maiwar en homenaje a una antigua comunidad originaria de Australia. Al ingresar a la nave de color crema, Tom con mucha disposición nos explicó cada punto de ella mientras el mar nos movía de un lado a otro.
En ella cuenta con dos remos grandes, un sistema que le permitirá estar en constante movimiento corporal mientras realiza el trabajo de desplazarse con ellos, una cabina donde podrá descansar protegido del océano y un pequeño almacén donde lleva provisiones para su primer tramo de viaje. También lleva un teléfono satelital, paneles solares para obtener electricidad y una brújula con la que podrá realizar sus ejercicios de navegación. Además, el bote será rastreado con un GPS ante cualquier eventualidad.
Por qué Callao y no otro lugar, esa era la pregunta. Para él fue fácil y rápido contestarla. Eligió nuestro primer puerto principalmente inspirado en la travesía del noruego Heyerdahl; quien también partió del mismo, además nos comentó que tomaría la corriente de Humboldt para dirigirse hacia el norte del país y posteriormente alcanzar durante cinco meses de viaje la isla Tahití
La ruta, según nos comenta, tiene tres paradas antes de llegar a Brisbane en Australia. Primero arribará a Thaití donde tendrá que esperar unos meses por los temporales de ciclón, posteriormente se dirigirá a las islas Cook, luego a Tonga y tras ello podrá partir hacía su hogar en el país del continente de Oceanía.
“Estoy llevando aproximadamente 350 litros de agua para el viaje y 15 platos diferentes de comida deshidratada que con agua caliente vuelve a su estado normal”, cuenta Tom mientras abre algunas pequeñas compuertas de su embarcación. Para él no es primordial tener muchísimos platos que lo estimulen, es suficiente con lo interesante del ancho mar que lo tendrá distraído durante sus primeros 150 días de viaje.
No toda la historia de Tom es como un sueño hecho realidad, este casi se vio frustrado luego de tener que atravesar problemas burocráticos para poder desembarcar su nave del puerto del Callao, cuando llegó en un conteiner desde Australia. Según declaró, la compañía que realizó los trámites no lo habría guiado bien en el proceso y tuvo que pagar aproximadamente 16.000 dólares para poder bajar su nave de la aduana chalaca. Este monto ya lo había pagado desde su país natal y; sin embargo, tuvo que desembolsar más dinero del que tenía proyectado para su viaje.
Según comenta el fundador de la Sociedad peruana de Vela y el Mar, Alec Hughes Pardo, el Perú no contaría con incentivos deportivos náuticos para quienes desarrollan estos en nuestro litoral. Además, resaltó que el inconveniente de Tom se pudo haber prevenido si existiera algún tipo de política que motive a deportistas extranjeros a realizar sus actividades en nuestro país sin generar tantos problemas burocráticos.
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Antes de partir, Tom narra que estuvo instalado en Perú por dos meses y uno de ellos sin su bote porque estaba aún en la aduana sin poder verlo. Para él, más allá de la ingrata experiencia burocrática, ha sido una temporada de muchísimo aprendizaje y preparación para su viaje en nuestro país.
Para cumplir su sueño ha tenido muchos auspiciadores aliados en Australia y Perú. Lo han ayudado entregándole desde madera, pintura, goma especial y hasta provisiones. En su mayoría, según comenta, han sido personas y unas cuantas empresas. Asimismo, en su blog oficial de viaje, cuenta con un enlace de la plataforma gofoundme donde todos pueden donar para su viaje.
Gofoundme para donar: Tom’s Pacific Journey
“Ha sido mucho tiempo estudiando mapas, climas y corrientes marinas. Además, he leído muchísimos libros sobre otras personas que han realizado viajes similares. Con todo ello y la ardua logística que significa armar el bote con lo necesario, sinceramente ha sido mucho trabajo”, comenta Robinson dentro de la cabina de su nave mientras señala un mapa que lo acompañará en durante el viaje como si se tratase del siglo XIX.
Él se siente totalmente un viajero del tiempo. Tiene el gran reto que significa cruzar a remo el Océano Pacífico sin algún motor o vela que lo remplace mientras él quiera descansar. Todo será manual y analógicamente calculado. Tom proyecta que se despertará todos los días a penas salga el sol y remará por dos horas seguidas, luego tomará desayuno y continuará remando por un par de horas más. A mitad del día realizará ejercicios de navegación para saber exactamente donde se encuentra y continuará con su trabajo de remo. Finalmente cenará y continuará esa rutina a diario mientras todo se desarrolle con normalidad.
“Me gusta pensar en esta aventura como si viajara en el tiempo porque yo siempre he soñado vivir en una era diferente a esta. Principalmente porque amo los botes de madera y en mi país ya no son construidos a diferencia de acá. Para mi estar en este bote, en el medio del océano con tecnología simple, me hace sentir bien” detalla Tom mientras mira con cariño su creación.
Su primer trayecto hacía Tahití le tomará 150 días en navegación, para ello se ha preparado físicamente en el gimnasio del Club Regatas Lima y en el Yacht Club Peruano de La Punta. Comenta que estar en Perú lo ha ayudado de cierta manera a prepararse mentalmente porque la dificultad del idioma lo ha llevado a estar en solitario algunas veces, a pesar de contar con amistades acá y haberlo pasado muy bien. Eso ha sido casi un entrenamiento mental para afrontar tanto tiempo sin quizá cruzar muchas palabras con alguien en lo ancho del mar.
Tom siente un poco de nervios al pensar que debe salir del Callao porque hay mucho tráfico con grandes embarcaciones e islotes que podría chocar. Solo le teme a ello, por lo demás se encuentra listo para partir y seguir cumpliendo sus metas. No descarta posibles interacciones con la fauna marina durante su desplazamiento, en especial con tiburones que podrían significar un peligro; sin embargo, no piensa mucho en ello.
Antes de partir de nuestro país, el joven australiano repasa sus pasos y recuerda con mucho cariño a aquellas primeras amistades que conoció. Gonzalo Ravago, quien ha sido de mucha ayuda para él. Sus amigos de La Punta, el Club Regatas Lima, el Yacht Club Peruano y a todos aquellos quienes lo han apoyado de diversas formas. Él dice estar muy feliz y ampliamente agradecido con todo el apoyo que recibió.
Esta mañana, el mar de La Punta verá alejarse a quien acogió entre sus aguas por dos largos meses que le sirvieron de aprendizaje, entrenamiento y conexión. Tom Robinson, quien no tiene el apellido por el personaje del cuento R. Crusoe, será dirigido por su pasión y determinación durante esta ruta de más de 12 meses que para muchos parecería imposible, pero para él significa un sueño convirtiéndose realidad.
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