“Naaminn, lo lograste”, le dijo su abogado por teléfono. Al terminar la llamada, ella cogió un par de tijeras y buscó su DNI, en el cual aún figuraba su nombre de nacimiento: Néstor Harry. Sin pensarlo dos veces, cortó en pedazos el documento y lo tiró a la basura. El joven loretano, que años atrás había llegado a Lima para convertirse en un próspero administrador de empresas, había dejado de existir.
Era la mañana del 15 de julio del 2011. Luego de una contienda judicial que duró más de ocho años, Naaminn Cárdenas Calderón era finalmente reconocida por el Estado Peruano como una mujer natural de Iquitos. El Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) le notificó que había emitido su nuevo DNI con el sexo y nombre cambiados.
—Una historia de cambios—
Naaminn nació en la provincia de Maynas, Loreto. La fecha, como cualquier señorita, prefiere no revelarla. No obstante, recuerda sentirse mujer desde que tiene uso de razón, y a los 6 años ya quería convertirse en bailarina profesional.
Pero aún era Néstor Harry y debía utilizar camisa y pantalón. Tras concluir el colegio, decidió viajar a Lima, donde consideró que tendría un mejor futuro. Al menos, uno como mujer. Durante sus primeros años en la capital, terminó sus estudios universitarios y consiguió un trabajo de oficina. Por las noches, cambiaba el saco y la corbata por vestidos.
Con el tiempo, incursionó en el mundo del espectáculo y adoptó el nombre de una conocida vedette argentina de los años 80: Naanim Timoyko. Cumplió así su sueño de ser bailarina. El otro sueño lo hizo realidad en la década de 1990: viajó a París para someterse a una operación de reasignación de sexo. Estéticamente, ya era mujer. Los episodios de discriminación, sin embargo, no tardaron en formar parte de su nueva vida.
—Sin documentos—
Las burlas eran frecuentes cada vez que iba a las instituciones del Estado o a las agencias bancarias. En una ocasión, recuerda Naaminn, acudió a un banco para hacer un trámite personal, cuando entonces la llamaron por su nombre masculino. “¡Néstor Cárdenas!”, gritaron mientras ella se acercaba a la caja. Las risas estallaron.
“Siempre he tomado con humor ese tipo de incidentes, pero alguna vez pensé en dejar de utilizar mi DNI. Olvidarme que era un ciudadano peruano. Me fastidiaba que no se me reconociera legalmente como mujer. Era peor ser discriminada”, explica.
Lamentablemente, ese es el caso de muchos peruanos: el 40% de las personas trans en el país estarían indocumentadas, según datos del Instituto Runa de Desarrollo y Estudios sobre Género. Es decir, prefieren no tramitar un DNI que no muestra el nombre y sexo que socialmente emplean.
Actualmente, el Reniec permite el registro de fotografías con apariencia femenina para los transexuales de sexo masculino que así lo requieran, y viceversa. “Estamos elaborando un plan nacional contra la indocumentación al 2021, que incluye a la población trans. Hemos instalado una mesa de trabajo para abordar la problemática”, indica Katia Vega, subgerenta de fomento de la identidad del Reniec.
—El calvario legal—
En el Perú, la única vía para cambiar el nombre y sexo en el DNI es la judicial. A fines del 2003, Naaminn inició su batalla legal para lograr ambos reconocimientos en sus documentos. Nunca se imaginó que el proceso duraría hasta aquella mañana del 2011.
En el 2008, el Decimosexto Juzgado Civil de Lima declaró fundada su demanda para ser reconocida como mujer en su partida de nacimiento. Dos años después, en el 2010, el Juzgado Especializado Civil 39 capitalino emitió una resolución para modificar el nombre (Néstor Harry). Con ambos fallos, Naaminn fue al Reniec.
“Luego de varios meses, mi abogado me llamó para avisarme que se emitiría mi nuevo DNI. Invertí US$5 mil y estuve a punto de rendirme varias veces. Sobre todo, cuando una jueza me pidió un examen de cromosomas para verificar mi femineidad, cuando genéticamente era un hombre. El Poder Judicial me puso muchas trabas por prejuicio”, comenta.
Lo primero que hizo con su nueva identidad fue tramitar su brevete. Pero recién en el 2013 se sintió como si acabara de cumplir 18 años: votó por primera vez como mujer durante el proceso de revocación contra la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán. Se acercó al colegio Albert Einstein de Surquillo, distrito donde vive, y sufragó sin problemas. Esta vez, nadie se burló de ella.
Sin embargo, hay quienes aún padecen el rechazo: 39 personas trans reportaron haber sido víctimas de discriminación, acoso y violencia durante las elecciones presidenciales del pasado 10 de abril, según un informe elaborado por los colectivos No Tengo Miedo, Féminas y DTM.
—Redención final—
Naaminn acaba de leer las noticias: 49 personas fueron asesinadas por un hombre armado en una discoteca gay de Orlando, Florida (EE.UU.). “Los familiares de las víctimas deben sufrir muchísimo. Me imagino a mi padre, a quien adoré. Él falleció sin conocer mis cambios, aunque sí me habría apoyado”, dice. Y llora. En su casa, todos los portarretratos tienen fotos de su nueva vida como mujer, excepto uno que conserva la imagen de su padre, un militar a quien le debe su antiguo nombre: Néstor.