Juan Pablo León

Todos los días somos testigos de asaltos y robos en Lima que nunca se solucionan. Ocho de cada diez víctimas de robo no denuncian. En Lima, según el , más del 36% de personas piensa que hacerlo es perder el tiempo.

Usando una simple bicicleta con un GPS, encadenada en una estación del Metropolitano, pusimos a prueba nuestro sistema de denuncias para saber quiénes son más rápidos y efectivos: ¿policías o ladrones? Encuentra el especial multimedia de #EstoyAlerta en este .

—El robo—

Dejamos la bicicleta de marca Pure Fix valorizada en S/3 mil en el estacionamiento de bicicletas del Metropolitano (estación Plaza de Flores de Barranco). Tiene un GPS instalado que permite ver en tiempo real su ubicación por el celular. Una vigilante del Metropolitano afirma que hay seguridad las 24 horas.

Este experimento será con una bicicleta, pero podría pasarle a cualquier persona con su carro u otra propiedad.

A las 11:20 p.m., la estación cierra sus puertas. Dos minutos después, un sujeto de casaca oscura, gorra y con una cizalla aparece entre la oscuridad, rompe la cadena y se lleva la bicicleta pedaleando en treinta segundos. Todo ha sido grabado y publicado en un video en la web de El Comercio (ver código QR).

El ladrón va rápidamente por las calles de Barranco con destino a Chorrillos.

A pesar de tener monitoreado al delincuente, hacemos lo que todo ciudadano debe hacer cuando es víctima de robo: sentar la denuncia. Nos dirigimos a la comisaría de Barranco.

Desde este momento, quedan 48 horas para que la batería del GPS se agote.

En la dependencia policial, los agentes demoran casi 30 minutos para atender la denuncia, a pesar de que no hay ningún otro ciudadano. “Esto no debería ocurrir”, según la exviceministra de Seguridad Pública del Ministerio del Interior Nataly Ponce. “La policía tiene un manual de atención de calidad en las comisarías. Este manual está orientado a generar un buen trato, empático, con capacidad de entender que detrás de una denuncia hay un ser humano”, dice.

A la medianoche, nos vemos obligados a insistir para que atiendan la denuncia. El agente que la recibe parece estar familiarizado con este delito en Barranco. “Esas bicicletas las pintan, pues. Les cambian de características [para revenderlas]”, dice el policía.

Tras presentar la denuncia, el agente nos pide conseguir las imágenes de video de seguridad del Metropolitano.

“Este tipo de casos tampoco deberían ocurrir de ninguna manera”, según el vocero de la policía, mayor PNP Harold Morales. “No es la obligación del ciudadano recabar las evidencias del delito. Es la responsabilidad de las autoridades que tienen acceso a esta información”, sostiene.

—El día después—

El GPS indica que la bicicleta permaneció toda la noche en una casa de Chorrillos y por la mañana fue llevada a Surquillo, adonde nos dirigimos.

A las 7 a.m. del día siguiente, hallamos el punto exacto donde está escondida la bicicleta, según lo que dice el GPS: el cruce de las calles San Alberto y San Fernando. El único vigilante de la única caseta de seguridad de Surquillo nos dice lo que sospechábamos: “Aquí llegan las bicicletas robadas”. Con su equipo de radio llama a la policía.

Al advertir que un grupo de personas intenta recuperar un objeto robado, llegan varios patrulleros. Pero los agentes no actuaron, a pesar de que la ley lo permitía.

Al GPS le queda solo 20% de batería.

Del otro lado de la ciudad, en las instalaciones de El Comercio, el mayor Harold Morales dice que la policía no tiene límites dentro del horario de flagrancia para tomar acción. “Tenemos bajo la ley de flagrancia la autoridad para ingresar a un domicilio donde se encuentra una persona que ha perpetrado un delito en las primeras 24 horas”, dice.

Esto último nunca sucedió, a pesar de que la ley de flagrancia permite a la policía identificar a los dueños del inmueble, tocar puertas y hacer otras diligencias.

Al día 3, la batería del GPS se agota por completo. Al no poder recuperar la bicicleta, y sin la ayuda del geolocalizador, solo queda ir a las zonas ‘cachineras’, donde revenden todo lo que se roba en Lima. Allí, hallamos bicicletas con las mismas características de la que fue sustraída. Se logra ver de cerca que hasta tienen un número de serie adulterado. Para entonces, la bicicleta ya debió ser revendida.

—El viaje de la denuncia—

Luego de dos semanas esperando noticias de la policía o la fiscalía, en la sede de Pro Transporte, entidad que administra el Metropolitano, no saben explicar cómo se roban las bicicletas de su estación, cuando hay seguridad. “Hay seguridad las 24 horas, en tres turnos”, insisten.

De regreso al lugar de los hechos, una ambulante que trabaja en Plaza de Flores tiene más información sobre el mercado negro de bicicletas que la propia autoridad. “Aquí se roban bastantes bicicletas. No hay iluminación en la noche. Hay seguridad, pero se las roban igual”, dice.

Tiempo después del robo, en la fiscalía, tratando de pedir información sobre el caso, una mujer en ventanilla asegura que ni siquiera ha llegado el expediente, el cual debió salir de la Depincri de Barranco dos meses atrás, el 11 de agosto.

Pasaron casi 100 días, al cierre de esta edición, desde que se hizo la denuncia. La policía nos pidió investigar por ellos, insistiendo por el caso en la comisaría, fiscalía, municipalidad, serenazgo, Pro Transporte y hasta en la propia casa del ladrón.

Durante las primeras dos semanas, seguir el estado de esta denuncia tomó cinco horas al día y, en promedio, 10 horas a la semana para esperar una respuesta de las autoridades.

Durante este periplo, en los exteriores del Ministerio Público, la campaña #EstoyAlerta habló con 22 personas, entre ellas, madres con hijos en brazos y adultos mayores, que aseguran perder, en promedio, la misma cantidad de horas al día tratando de hallar una respuesta por justicia.


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