Ayer por la mañana se llevó a cabo una misa en la Catedral de Lima en memoria de los 48 fallecidos que han dejado las manifestaciones desde diciembre pasado. La homilía fue dirigida por monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima.
Durante el sermón, monseñor Castillo hizo un llamado a la paz, la unidad y la reflexión de los peruanos. “Hoy, distintos hechos e intereses intentan el robo de nuestra esperanza de una comunidad humana llamada Perú; pueblo que sufre y cree, que tiene la misión de saber esperar”, señaló el arzobispo.
El representante católico recordó la imagen “de la multitud y su hilera de féretros llevados al medio de la Plaza [de Armas de Juliaca]), colocados frente a la iglesia mayor” tras los enfrentamientos suscitados en dicha ciudad puneña. “Consideramos, realmente, que todos los muertos son nuestros y que nadie nos libera de esta hermandad. Estamos convencidos de que no hay cuerpo ajeno”, añadió.
“A esos hermanos que han matado y se mueven perdidos como almas en pena, les decimos con el corazón estremecido de dolor que la sangre derramada no clama venganza; su sangre clama misericordia y paz, rectificación de comportamientos y conversión para que termine esta tenebrosas y oscura espiral de violencia, absurda e inaudita”, refirió el arzobispo.
Finalmente, monseñor Castillo hizo hincapié en que la destrucción del Estado nos llevaría a “hundirnos en el caos y [nos pondría] en manos de un solo poderoso que hará presas nuestras vidas”.