Perú es uno de los países donde ocurre mayor violencia física y sexual contra las mujeres según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde hace más de 15 años, el país se ha ubicado entre los dos primeros puestos del ranking internacional. Desafortunadamente, el 2022 no fue la excepción. Al finalizar el año, se registraron 113 feminicidios, 199 tentativas y 143.211 casos de violencia atendidos por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
La violencia contra la mujer se da muchas formas, como agresiones físicas y psicológicas. Para quienes pasan por esto existen diversos espacios donde se brinda cuidado y soporte emocional. Un equipo de El Comercio visitó tres de estos centros que día a día luchan por prevenir y eliminar este tipo de maltratos.
Heridas físicas y emocionales
La Casa de la Mujer es actualmente el único refugio activo para mujeres en situación de vulnerabilidad que tiene la Municipalidad de Lima. Este fue fundado en el 2020. En dos años ya ha apoyado a 449 personas entre madres e hijos. Laura, a quien llamaremos así pues prefirió el anonimato por seguridad, comenta que gracias a este refugio se siente “muy bien emocionalmente”.
Con cierta emotividad, Laura agradece que pudo encontrar la paz que necesitaba: “no le deseo a nadie lo que yo viví, lo que pasé junto a mi hijo fue terrible (…) Nosotras no merecemos que ningún hombre nos maltrate (…) por favor, escapa y ven a este albergue que te van a ayudar mucho”.
María del Carmen Olivera, funcionaria y Subgerente de ‘Servicios Integrales de Protección frente a la Violencia basada en Género’, explica que cuando las mujeres ingresan a esta casa lo que prima es mantener su seguridad y privacidad. “Una vez que los agresores saben dónde se encuentra el hogar, vienen a buscarlas; por ello, la dirección no es de acceso público, sino que las mujeres pueden conocer el refugio a través de la policía, el Ministerio Público o el Poder Judicial”, sostiene.
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Quienes llegan a este centro reciben atención gratuita por un equipo multidisciplinario conformado por una psicóloga, una trabajadora social y una abogada. Además, cuentan con un servicio de seguridad durante las 24 horas del día.
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Luego de pasar por un proceso legal y psicológico, realizan diversos talleres como repostería, diseño y confección. De esta manera, aprenden una actividad que les puede servir como emprendimiento. “Esto es necesario porque la dependencia económica suele ser una de las causas que no permite que las mujeres salgan de ese patrón de violencia”, señaló la funcionaria Olivera.
Al adentrarse más en los pasillos, otra de las mujeres cuenta: “gracias a Dios, encontré este lugar, me siento muy bien a comparación de antes (…) Agradezco a la Casa de la Mujer porque ahora soy mucho más fuerte”.
Más historias
La ONG Manuela Ramos también viene apoyando a mujeres víctimas de violencia desde hace 44 años. La coordinadora del programa de sexualidad y autonomía física, Elga Prado Vásquez, señala que el nombre de la institución es simbólico. “Es una representación de todas aquellas que no tienen voz”, sostuvo.
Actualmente, desde distintas regiones del país, más de 100 mujeres trabajan en esta organización. Manuela Ramos tiene tres áreas de trabajo: Autonomía Física y Sexualidad, donde promocionan los derechos sexuales y reproductivos; Poder y Políticas, conformado por trabajadoras que buscan promulgar leyes a favor de la mujer; y, finalmente, Autonomía Económica, área donde se brindan microcréditos y se realizan programas de capacitación a 26 mil mujeres.
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Elga Prado enfatiza en la preocupante situación de violencia que viven las niñas en el país. Durante los últimos dos años, el programa de sexualidad de las denominadas ‘Manuelas’ ha acompañado a 4 niñas menores de 14 años que resultaron embarazadas producto de violaciones en Ayacucho.
Por otro lado, el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, ubicado en el Parque Hernán Velarde de Lima, cuenta con 60 integrantes. La organización fundada en 1979 tiene como objetivo visibilizar los derechos de las mujeres y promover transformaciones sociales y políticas.
Cuentan con 4 líneas estratégicas: el Programa de Derechos Sexuales y Ciudadanía en Salud, donde realizan intervenciones sobre educación sexual integral; el Programa de Desarrollo Rural, que trabaja con mujeres agroecológicas para lograr la distribución y consumo de alimentos; el Programa de Participación Política y Descentralización, donde se impulsan normativas a favor de la mujer; y, finalmente, el Programa de Derechos Humanos de las Mujeres. En este último se encuentra el área legal con enfoque de género. Cecibel Jiménez, abogada de la institución, señala que este servicio gratuito de orientación atiende anualmente a alrededor de 2.000 mujeres.
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Desde Flora, han litigado diversos casos de mujeres en situación de vulnerabilidad. Liz Meléndez, Directora Ejecutiva, enfatiza que trabajan junto a víctimas en todas sus diversidades: adultas, adolescente y niñas de distintas edades y regiones. Desde el servicio de atención, atienden a un promedio de 600 mujeres semestralmente. “No solamente contamos con este servicio, también trabajamos de la mano con distintas autoridades como la Policía Nacional, docentes y personal de salud”, precisó.
Las representantes de estas 3 organizaciones están comprometidas a seguir brindando su apoyo. Señalan que estos espacios salvan vidas y resguardan la integridad física, sexual y emocional de muchas mujeres en el país.