Un año que cierra ciclos y da inicio a una transición hacia lo incierto. Así define al agonizante 2019 Fernando Bryce, uno de nuestros artistas de mayor proyección. Razones que respaldan lo dicho: la aparición de nuevos espacios alternativos (“El Garaje”, Oficina M20- Hotel Savoy o “Mamama”), la consolidación de nuevas galerías y proyectos (IK Projects, Crisis o la Residencia de al Lado), o los cambios de dirección en el MAC y en el MALI, principales giros en la escena institucional.
Si Bryce habló de “transiciones”, el historiador de arte Flores-Hora prefiere definir el 2019 como “el año de la resaca”. “Comenzó con la expectativa generada por la presencia del Perú como País Invitado en ARCOmadrid 2019. Esto generó un gran debate sobre el carácter internacional de nuestra visualidad, preguntándonos cuál es el arte peruano que debe verse en un contexto internacional. Ciertamente, la presencia peruana fue exitosa y apoteósica. El arte kené y Nasca causó mucho interés y permitió conocer una visualidad vibrante que no tiene espacios ni tiempo”.
Bryce está de acuerdo: “la muestra central curada por Sharon Lerner en ARCOmadrid, pese a la polémica suscitada y los condicionamientos propios de una feria, estuvo impecable”, señala. Por su parte, la pintora Claudia Coca precisa que esta participación ha dinamizado la relación entre los agentes del arte contemporáneo en el Perú. “Artistas, galeristas y coleccionistas se vincularon, excepcionalmente, a los agentes culturales del Estado. Fue un laboratorio que, ojalá rinda frutos”, dice.
Para la artista visual Natalia Iguiñiz, el 2019 fue un punto de quiebre para que las artes sean reconocidas como una forma de conocimiento fundamental y al mismo tiempo una gran oportunidad para reconocernos democráticamente diversos. “La colonial diferenciación entre arte popular y arte contemporáneo se expresó en la presencia del Perú como país invitado en Arco Madrid”. dice Iguiñiz para quien, sin embargo, la diversidad de exposiciones mostró una eficaz acción conjunta entre las instituciones públicas y privadas.
A la participación de los artistas locales en el extranjero sumemos la presencia de Christian Bendayán, con Gustavo Buntinx y Giuliana Vidarte como curadores, en el pabellón peruano de la Bienal de Venecia. “Ello confirmó lo que venimos observando hace 20 años: el arte amazónico dejó de ser esa vertiente mitológica estudiada por antropólogos y se ha convertido en un arte vivo, inscrito en lo contemporáneo, proyectado al mundo”, explica Flores-Hora.
Cal y arena
El crítico Gustavo Buntinx señala que este año cierra colmado de cal y de arena. “Compruebo con melancolía cómo el peor enemigo del arte sigue siendo el mundo del arte. Sobre todo cuando este último se esfuerza por mimetizarse con la caricatura esperpéntica que de él ofrece Avelina Lesper”, dice aludiendo a la crítica mexicana autora del libro “El fraude del arte contemporáneo”.
A propósito, Buntinx recuerda la ridícula anécdota del plátano presentado por Maurizio Catellan en una de las paredes del Art Basel de Miami: “También en nuestro ámbito local proliferan esas gestualidades oportunistas, aunque con menor éxito de escándalo”, señala. Para el pintor Eduardo Tokeshi, aquel plátano pegado con cinta metálica nos hizo retroceder 100 años atrás con Duchamp, pero esta vez se suman a la ecuación un precio y un mercado. Tokeshi también señala el caso Martinat como un ejemplo que nos puso a pensar en qué fácil caemos en el hoyo negro del arte contemporáneo.
Buntinx pondera también las señales de suspenso de un mercado en recesión, expresado en el ocaso de galerías históricas, transiciones aun inciertas en los principales museos privados e incertidumbres sistémicas en los museos públicos. Pero el crítico atisba también signos de esperanza, por ejemplo, lo que el llama la consolidación de la mutación popular: “no la mera recuperación arqueológica de la plástica vernacular, sino su integración transformada a la república erudita de las artes. Un intercambio revitalizante, con resultados tan fecundos como los desbordes amazónicos y las reconversiones sarhuinas”, afirma.
Los pendientes
Hablando de incertidumbre, el pintor Ramiro Llona comparte su preocupación por la actual gestión del Museo de Arte Contemporáneo. “¿Dónde está el MAC?”, se pregunta. “Durante años, el grupo a cargo del museo desarrolló un programa de exposiciones de primer nivel. Su departamento de Educación se proyectó hacia la comunidad, logrando un permanente intercambio con la gente, colegios e instituciones. El MAC estaba vivo y lo sentíamos nuestro. Sin embargo, con su principal sala mutilada y su colección permanente invisible, hoy el museo desfallece ante la mirada atónita de la comunidad”, dice.
Asimismo, Llona celebra la aparición del Museo de Grabado Icpna, así como el renacimiento de la galería Luis Miró Quesada. Para el crítico Flores Hora, empero, aún se espera un posicionamiento curatorial y una línea clara de trabajo en esta galería miraflorina, “algo que el 2019 no ha ocurrido”, dice.
Solo para tus ojos
Entre las exposiciones más importantes, Fernando Bryce nos recuerda la muestra de Marco Pando en el Museo del Banco Central de Reserva del Perú (MUCEN), la de Sergio Zevallos en la galería 80m2-Livia Benavides y las esculturas de Marinés Agurto en Impakto. En el ICPNA, destaca las muestras de Coco Bedoya y los bajorrelieves de Iosu Aramburú en el espacio de proyectos de esta institución. Pero especialmente destaca la retrospectiva de Herbert Rodríguez titulada “Inteligencia salvaje: La contraesfera pública (1979-2019)” muestra que, según Natalia Iguiñiz, resulta fundamental para entender que las artes visuales no están fuera de los debates políticos.
“Un homenaje y la reivindicación del arte hecho por artistas mujeres se dio con el homenaje a Marisa Godínez en la FIL y un paso más allá lo esta dando la acción performática, de origen chileno (Las tesis) y alcance internacional, El violador eres tú realizada en diversos distritos de Lima y varias regiones del País”, añade Iguiñiz.
Por su parte, Claudia Coca celebra que en este año la creación femenina haya destacado visiblemente. Cita por ejemplo las muestras de “Maya Watanabe con el video “Liminal” (MALI), “que nos involucró con nuestro pasado reciente a través de imágenes de los rastros de aquellos a quienes perdimos en los años de violencia”; “Espacios que Brotan” (80m2), donde Nancy La Rosa “nos plantea una revisión al territorio y al pasado colonial”, mientras que Ximena Garrido Lecca con la instalación “Lecturas Bótanicas: Erythroxylum, Coca” (Proyecto AMIL) “rescató el valor de la hoja de coca como recurso cultural y decolonial”, dice.
De forma unánime, todos los consultados destacan la exposición “Amauta” curada por Natalia Majluf y Beverly Adams vista en ARCO Madrid y en el MALI. “La exposición ha marcado un hito en la revisión de nuestra modernidad, dejando al debate la relación histórica entre vanguardia cultural y política”, señala Bryce. Flores Hora añade: “A nivel local, esta muestra ha significado un antes y un después incluso para el concepto de vanguardia artística peruana y de líneas de pensamiento”.
Finalmente, para Natalia Iguiñiz resulta un acierto y un hito que el MINCUL haya abierto un concurso de apoyo a la creación artística como tal. “Esperamos que se continúe y amplíe. Esfuerzos como este nos hacen pensar que más allá de la poca importancia del sector para él gobierno expresada en el sucesivo cambio de ministrxs y el presupuesto otorgado, hay iniciativas del mismo ministerio que son pequeños grandes avances”, señala.