El Perú ya era “independiente”, pero entonces los españoles volvieron: la recaptura de Lima que puso en jaque al país

En este contexto, la historia parecía dar un giro de 180 grados, y quienes dos años atrás habían abandonado la capital, ahora volvían a ella. La amenaza de los españoles de retomar Lima se cumplió el 18 de junio de 1823, cuando José Canterac, un oficial realista de origen francés, experto en la lucha de guerrillas, ingresó a Lima con 9.000 efectivos. Lo hizo entre el repique de las campanas y sin disparar un solo tiro, pues la ciudad estaba desguarnecida. Horas antes lo que quedaba del ejército patriota, al mando de Antonio José de Sucre, el Congreso y el Poder Ejecutivo se habían refugiado en la fortaleza del Callao. Muchos ciudadanos se fueron con ellos, otros se quedaron en Lima y se en los conventos.

“El costo militar de mantener la ciudad era grande y justamente eso fue lo que hizo Canterac al tomar Lima en junio del año 23, era una demostración de fuerza y los españoles querían dejar en claro que podían hacerlo”, dice la historiadora Natalia Sobrevilla. “Ahí quedó en evidencia también la división de los patriotas: el Congreso iba por un lado y Riva-Agüero por otro, quien terminará mudando parte de su gobierno a Trujillo… En ese momento no todos estaban convencidos de que la independencia iba a ser exitosa”, añade la historiadora.

“El costo militar de mantener la ciudad era grande y justamente eso fue lo que hizo Canterac al tomar Lima en junio del año 23, era una demostración de fuerza y los españoles querían dejar en claro que podían hacerlo”.

Natalia Sobrevilla , historiadora.

El nacimiento de un héroe

Durante su presencia en Lima, Canterac impuso cupos, confiscó bienes y buscó “recuperar la platería virreinal para acuñar moneda”, según apunta la investigadora Isabelle Tauzin-Castellanos, en un ensayo en el que retrata al oficial hispanofrancés como un hombre “de baja estatura, rubio, con finas barbas ensortijadas”.

El hecho más dramático de aquellos días inciertos fue el sacrificio de José Olaya Balandra, el intrépido pescador chorrillano que llevó comunicaciones secretas a los patriotas acantonados en el Callao, y que tras ser descubierto y capturado por los realistas fue ejecutado al costado de la Plaza Mayor, el 29 de junio de 1823.

Más allá de estos hechos, la toma de Lima debilitó a los españoles en el sur. Así, Santa Cruz y Gamarra pudieron desarrollar una momentánea ofensiva libertadora por Moquegua, Arica y Puno, por lo que Canterac y sus fuerzas se vieron obligados a dejar apresuradamente la capital el 16 de julio para marchar hacia el Cusco.

Sin embargo, pronto los españoles retomaron el control del centro y sur del país, por lo que un solo clamor comenzaba a imponerse entre las élites civiles y militares independentistas: pedir la presencia de Bolívar en el Perú.