En medio de prejuicios, desinformación y una súbita ola de atención, el freestyle ha continuado abriéndose camino en nuestro país. Este año se dio un nuevo punto de quiebre para el movimiento de las batallas de ‘gallos’ gracias a la obtención del título por parte del equipo peruano en el festival God Level. La consolidación de estos eventos entre las preferencias del público es el resultado de un largo proceso que tuvo uno de sus principales hitos en el 2016, cuando el Perú fue sede de la Final Internacional de Red Bull, el torneo más publicitado de este género en el mundo.
Algo de historia
En aquella oportunidad, la expectativa de la gente por aproximarse al formato de competencia fue recompensada con la gran actuación del peruano Jota MC, quien logró el subcampeonato en una reñida justa que congregó a los mejores exponentes de la región. Desde entonces, los connacionales comenzaron a tener una mayor presencia en distintas competiciones de la escena hispanohablante. El nivel ya existente se hizo más visible y, a la par, una nueva audiencia se dejaba embelesar por la pericia y la velocidad mental de quienes habían hecho de la rima improvisada su estilo de vida.
A partir de ese punto, el binomio público-eventos mantuvo su curso ascendente. Se fortaleció la actividad competitiva en plazas como Raptonda, Soporte Alterno o Plaza de Reyes. Aumentó el universo de participantes también. Nuevos valores se volvieron el contrapunto ideal de una generación anterior en la que supieron destacar Klibre, Stick, Hampper entre otros reconocidos freestylers. Pero la God Level de este año fue el evento que terminó por catapultar la popularidad de las batallas en el Perú a una posición casi impensable a inicios del 2019. Los 'gallos’ Choque, Jaze y Nekroos conformaron el sólido equipo peruano que dominó este torneo de formato tres contra tres. Se impusieron a Argentina, Chile, España y México, potencias que tenían entre sus filas a raperos de la talla de Wos, Teorema, Chuty y Aczino, respectivamente.
Rimas y duelos en 2019
Los medios de comunicación le dieron una cobertura proporcional al éxito que augura una receta ya conocida: historias de compatriotas que sobresalen a nivel internacional. No importa en qué disciplina o cómo se diera el triunfo, con los elementos necesarios de la ecuación, el resultado invariable suele ser ocupar el centro de la atención pública por un periodo indeterminado. Y así ocurrió. Personas que antes de la God Level poco o nada habían escuchado sobre freestyle se sentían casi obligados a conocer más sobre este espectáculo. Algunos para saber qué es lo que seguían sus hijos con tanto entusiasmo. Otros para no desentonar en las conversaciones con amigos. Las causas podían ser muchas pero la consecuencia fue la misma: el creciente interés por las batallas.
Diferentes programas de televisión comenzaron a pactar entrevistas con los integrantes del Team Perú, acompañados casi siempre por Jota MC como una suerte de mentor. Marcas que meses atrás no tenían ninguna afinidad con el rap lanzaron a las pocas semanas comerciales y afiches publicitarios cubiertos por la imagen de esta camada de exponentes peruanos. Si alguna vez hubo una línea divisoria entre el marketing a gran escala y un movimiento tradicionalmente ‘underground’ como batalla de gallos, definitivamente esta se había desvanecido. Con la reciente reconfiguración del panorama, quienes incursionaban en este mundo ya tenían un asidero para pensar que la posibilidad de vivir del freestyle en el Perú no era una idea tan descabellada.
Poco a poco empezó a quedar atrás la necesidad de los medios de forzar polémicas al trastocar dos conceptos complementarios pero diferentes como lo son el rap y las batallas. Después de la God Level el debate se centró en otro aspecto. Si había nivel en el Perú, ¿por qué no éramos considerados como una potencia? La respuesta la dio Juanito MC, organizador de los eventos Batalla de Maestros (BDM) y Pangea Perú, quien explicó que el comportamiento de la audiencia es lo que determina dicha condición. En otros países del continente, las competencias en espacios públicos convocan a una cantidad masiva de espectadores que asiste regularmente. El respaldo que le dan al trabajo y al esfuerzo de sus MC’s se traduce en una escena donde llenar recintos no es la preocupación, sino la calidad de lo que se presenta. “La DEM en Chile o el Quinto Escalón en Argentina han tenido y tienen la misma repercusión que un evento grande como Red Bull tendría en el Perú. Y esos son eventos que se desarrollan en plazas”, señaló.
Precisamente, a mayor demanda por parte del público, mayor oferta de eventos. Durante la God Level, en reventa se dispararon los precios de las entradas al doble de lo que costaban gracias a la actuación del equipo peruano. Una situación atípica si se tiene en cuenta que la mayoría de torneos organizados en el país no cobran por ingreso. Quienes sacan adelante las competencias, como Juanito MC, por el momento priorizan la fidelización de un sector que siga las batallas no solamente por moda. “El 99.9% de eventos que he organizado han sido sin cobrar entrada. Primero hay que educar al público, invitarlos a que vean de qué se trata. Los eventos que hacemos no están hechos para la gente que siempre va, sino para que gente nueva se atreva y conozca más de lo que hacemos. Hay que educar al público para que sepan apreciar algo de calidad y después de eso podrán acostumbrarse a pagar entradas. Es algo progresivo”, sostuvo.
Público difícil
Pero no todos reciben con los brazos abiertos a los curiosos. Una fracción de quienes llevan tiempo siguiendo los duelos de improvisación aún miran con recelo el repentino interés que ha suscitado esta vertiente del hip hop. No es un secreto que las tendencias están asociadas a una atención momentánea, atención que beneficia a los actores de la escena pero que algunas veces pone en riesgo los principios tácitos sobre los que se basa esta disciplina. A más de uno le habrá tocado presenciar o leer comentarios en redes sociales de personas que se sorprenden acerca de cómo dos competidores que se dedicaron a atacarse mutuamente, al término de la batalla se den la mano y se saluden afectuosamente. El desconocimiento y las pocas ganas de involucrarse y conocer más a fondo de lo que se trata ha derivado en espectadores que asisten o ven los eventos por streaming y abren debates innecesarios sobre este punto sin tener una noción de lo que sucede detrás del escenario. La realidad es que la mayoría de freestylers son buenos amigos y el respeto es lo que suele primar entre los competidores. Ha habido casos de excesos, sí, pero la norma común es un buen ambiente de competencia del que también son parte los jurados, los organizadores, DJ’s, y host’s.
Este desconocimiento se refleja en la actitud del público durante un torneo. Si bien ha cambiado mucho respecto a años anteriores, la marea de adeptos que se ha sumado está lejos de ser homogénea. Durante la competencia God Level 2vs2, formato que trajo en noviembre a duplas conformadas por integrantes de distintas partes de Hispanoamérica, se vio un claro ejemplo de este fenómeno. El equipo formado por el argentino Stuart y el peruano Jaze llegó a las semifinales para medirse contra el dúo integrado por Papo MC y Skone, quienes se llevaron la victoria en aquella tarde. La decisión de los jueces tuvo como respuesta una silbatina de parte de algunos asistentes, un hecho que claramente incomodó al español Skone. Sin embargo, esta clase de contratiempos no son exclusivos de la escena peruana. En la final de Pangea, campeonato desarrollado en México, se vio cómo una gran parte de los asistentes apoyaron a una de las duplas e interrumpieron constantemente a los demás competidores. Una actitud poco acorde al espíritu deportivo que reina en la batalla de gallos, donde cada miembro que integra el espectáculo trabaja para ofrecer lo mejor al público. En el ejemplo mencionado, la equipo perjudicado fue el de Aczino y Chuty, que perdieron contra Cacha y Dominic.
La FMS Perú
Mucho se discutió sobre si los representantes de Perú tenían el nivel suficiente para tener su propia liga profesional al igual que Argentina, España, México y Chile. El consenso fue -y sigue siendo- que sí, solo que hasta la fecha no existía una vitrina donde exhibirlo. Es así que Urban Roosters, la organización a cargo de la Freestyle Master Series (FMS), anunció primero que habría una FMS Andes, dando la oportunidad de competir a los mejores freestylers de varios países que no cuentan con un universo tan grande de ‘gallos’ con roce internacional. Dentro de este grupo se pretendía incluir a Perú. No obstante, frente el rechazo masivo a través de las redes sociales, la marca española se decantó por darle a nuestro país una liga exclusiva. A las pocas semanas se confirmó quienes serían nueve de los diez participantes que tendría esta competencia el siguiente año. Se acordó que el acreedor del décimo cupo debería sobreponerse a una serie de etapas eliminatorias. Finalmente fue Skill, campeón de Sangre Inca Perú y uno de los MC’s nacionales con mayor proyección, quien se adjudicó la última plaza al derrotar en la final al experimentado venezolano Lancer Lirical.
Con la llegada de este formato se completa cada vez más la oferta de eventos de freestyle en el país. Hay torneos realizados en estas tierras que tienen una mayor repercusión en el extranjero como Batalla de Maestros, Red Bull o God Level, y otros que mantienen un crecimiento a paso firme como Kingdom, Pura Calle, Sangre Inca y muchos más en diferentes departamentos del Perú. Aunque aún no se ha visto algo similar a lo que sucedió este año en Chile. Si en los últimos meses la comunidad de seguidores de las batallas criticó la actitud del público, el abuso de rimas recicladas (se le llama así cuando una rima ha sido utilizada en reiteradas ocasiones) o la sobrevaloración de la performance del ‘gallo’ (cuando se apela más a los gritos que al contenido), nada de eso pudieron reclamar a Leyendas del Free. En un aforo de no más de 300 personas, se convirtió sin mucho aspaviento en uno de los mejores eventos del año. Su mérito fue reunir a viejas glorias del rap chileno, como Chystemc y Tom Crowley, con actuales exponentes del país sureño como Metalingüística, Joqqer y El Menor en un certamen donde se valoró más la fluidez y el contenido que la confrontación.
Otro factor para resaltar es la presencia de mujeres en el mundo de la improvisación. Su poca participación en campeonatos que cuentan con una mayor cobertura podría conducir erróneamente a pensar que no hay freestylers femeninas, pero ocurre exactamente lo opuesto. Se espera que en el 2020 se refuercen estos procesos de crecimiento que experimentaron un envión este año como se ha explicado líneas atrás. Por el momento, los fanáticos del freestyle quedan a la expectativa de lo que se pronostica como un año intenso para el movimiento de las batallas.