“Se llama ‘Cervecero’, no ‘El Cervecero’”, aclara con firmeza José María Yzazaga, creador de este popular tema que, 42 años después de su nacimiento, cobra nueva vida gracias a la versión grabada por el futbolista Christian Cueva y su pareja, Pamela Franco. “Lo grabé por primera vez en 1982 para el sello Horóscopo”, rememora el músico con nostalgia, mientras revive la historia de desamor y traición que inspiró la canción. Ese doloroso episodio de su juventud, que lo llevó a plasmar su tristeza y desconsuelo en versos.
“Está inspirada en una gran decepción que tuve a los 18 años con mi primera pareja. Fue una traición profunda; me engañó con Alejandro, su ex, yo mismo los encontré en la intimidad”, recuerda Yzazaga. “Habíamos quedado en vernos a las 6:00 p.m. para ir al cine, pero cuando no apareció, decidí buscarla en su casa. En el camino, un amigo que iba en carro me ofreció llevarme”, relata. Sin saberlo, aquel gesto amable se convertiría en el inicio de un descubrimiento doloroso que marcaría su vida y daría origen a una de sus composiciones más relevantes.
“Cuando le conté a mi amigo que había estado esperando a Yolanda, me confesó que la había visto con su ex en un parque desolado. Me llevó al lugar, y cuando las luces del carro iluminaron la oscuridad, presencié una escena que hubiese preferido no ver. Sin decir nada, opté por irme con mi amigo y ahogar las penas con un par de cervezas”, recuerda Yzazaga.
Con el dolor aún latente, José María regresaba a su casa, cuando en el camino se encontró con la mujer a la que le había entregado su amor incondicional. “Ella intentó negar la infidelidad, dijo que le estaba pidiendo sus fotos y cartas, pero yo ya lo había visto todo. Decidí acompañarla a su casa, y cuando llegamos, le conté todo a su mamá. La señora Aurora, la cacheteó. En ese momento, me fui y nunca más volvimos a hablar”, asiente.
“Poco tiempo después, ella salió embarazada y tuvo una hija. Sinceramente, no sé si es mía o de su ex”, confiesa Yzazaga con incertidumbre. “Nunca me reclamó nada, aunque supe que decía que era mía. Sin embargo, jamás me pidió que la reconociera. Solo ella conoce la verdad”, reflexiona con melancolía, dejando entrever las cicatrices de una historia que nunca cerró del todo.
Más que un refugio
En busca de sanar su dolor, José María se refugió en la música. Con su agrupación Nube Gris, recorrió el norte, centro y sur del país en exitosas giras. Fue precisamente al regresar de una serie de presentaciones en Huacho, Barranca y Paramonga cuando, en un momento de desahogo, la inspiración tocó a su puerta.
“Entramos a una cantina con mis compañeros para tomar cerveza. Todavía me dolía lo que había pasado”, recuerda. “Después de unas botellas, arranqué la etiqueta de una y comencé a escribir lo que sentía en ese instante. Fue como si las palabras fluyeran solas: ‘Cervecero yo soy y mi vida se va acabando / En tragos, en noches y copas de licor / Desesperado vivo en las cantinas / Bebiendo, sufriendo, llorando por su amor’”.
“Al día siguiente, al levantarme, encontré la etiqueta en mi camisa. La leí y decidí ir a la orilla del río Rímac para terminar de inspirarme y completar la canción”, relata Yzazaga. La composición pronto tomó forma y fue grabada junto a su grupo, primero bajo el sello Horóscopo y luego con Infopesa, de Alberto Maraví. “En Infopesa me encontré con Armonía 10, y ellos la incluyeron en su primer long play, en 1985. La canción se convirtió en un éxito rotundo en todo el norte del país”, rememora con orgullo.
Nuevo renacer
Desde hace 22 años, José María Yzazaga, radica en Carolina del Norte, en Estados Unidos; pero hace algunas semanas regresó al Perú al conocer que Christian Cueva y Pamela Franco utilizaron su creación sin la debida autorización y sin haber realizado el pago correspondiente por su uso.
“Lo grabaron en plan de chacota, pero no pidieron permiso. Violaron la ley del autor. Toda obra que se quiera grabar, difundir o promocionar debe contar con la autorización del creador”, explica Yzazaga, quien también señala que incluso cambiaron la letra original, lo que constituye otra infracción.
En la versión que difundieron, alteraron un verso clave, reemplazándolo por: “Traigan a Carrillo, a Cueva y Lapadula”. Este cambio, según Yzazaga, no solo es un acto de mutilación de la obra, sino también un delito según la ley de derechos de autor.
El primer contacto para resolver la situación fue con Martín Pinto, manager de Cueva y Pamela. “Me llamó para hablar y nos reunimos en el óvalo de Miraflores. Me ofreció tres mil dólares, pero le dije que eso apenas cubría mi pasaje desde Estados Unidos, donde resido. Les aclaré que esta canción es una obra emblemática y que grabarla, promocionarla, hacer videos y subirlos a redes sin mi autorización son infracciones graves”. Pinto admitió el error y buscó llegar a un acuerdo.
Posteriormente, Yzazaga conversó directamente con Cueva y Pamela por teléfono, aunque solo logró reunirse personalmente con el futbolista.
“Llegamos a un acuerdo provisional: les di un permiso temporal para que puedan seguir tocando y promocionando la canción mientras resolvemos el monto final, pero me dieron un adelanto, Su manager también ofreció fechas para trabajar juntos, sin costo, con Pamela y Cueva. Eso también me beneficia porque me ayudará a revivir mi orquesta (Nube gris). Había pensado jubilarme, pero esta hermosa canción, que es el himno del pueblo y del trago más popular, me regresa a los escenarios”, subraya emocionado.